LA HOJA DE VIDA DEL CLUB SOCIAL DE CAUQUENES
Club Social Cauquenes en los años setenta. Se ven en la imagen el señor Néstor Flores Alarcón (Cacharrito), hijo de la artesana Edita Alarcón Alarcón y, a la sazón, concesionario del club. Al centro el señor Vallejos y, de blanco, el garzón Medina. Fuente imagen e información: fotografía de doña Marcia Edith Flores Domínguez, facilitada al Grupo FB Cauquenes, Historia y Poesía.
Coordenadas: 35°58'03.0"S 72°18'52.4"W
El reputado Club Social Cauquenes fue fundado en la ciudad capital de la provincia homónima el 19 de junio de 1902, siendo desde entonces uno de los centros sociales más antiguos y distinguidos de la Región del Maule. Ubicado actualmente a un costado de la plaza principal, hasta hoy es recordado como otro mítico episodio de la historia de la bohemia y la diversión regional, además de mantenerse como uno de los principales centros culinarios de esta ciudad que aún mantiene la característica de los restaurantes, bares y cafés clásicos como su impronta.
De acuerdo al Libro de Actas de la institución, este club se fundó tras una reunión realizada aquel día por los interesados en la creación de mismo, ocasión en la que se asignó una Junta Provisoria encargada de las labores bases para erigirlo. El Acta de la fundación del Club Social de Cauquenes, que curiosamente tiene dos fechas, está firmada por los participantes y que hoy se exhibe dentro del actual recinto:
En Cauquenes a 19 de junio del corriente año reunidos los suscritos, con el fin de fundar un club social arribaron a los siguientes acuerdos preparatorios:
1° Fijar la suma de cincuenta pesos como cuota de introducción;
2° Nombrar una junta provisoria compuesta de los siguientes señores: Adbel Aleuh Escala, Alberto Smith, Fernando Verdugo, Arturo Villalobos, Guillermo Amstrong, José Primo Olave, Jacinto León Lavín, Carlos Muñoz Freire y Juan Manuel Moraga. Se designa desde luego como tesorero a Don Arturo Villalobos.
La junta redactará los estatutos y tomará todas las medidas que crea conducentes a la realización del club, inclusive la de solicitar personería jurídica para la institución.
Cauquenes, 15 de junio de 1902.
En el acta primera habían participado también en calidad de interesados algunos personajes cauqueninos como Carlos Pinochet P., Eliseo del Río, Hipólito Verdugo, V. Antonio Arellano, Tomás Pica R., Rafael del Río, Humberto Valenzuela Sotomayor, Benjamín Domínguez, Ramón Medina, Miguel Antonio Lois, Jenaro Benavente, Leoncio Pica, David Benavente, Liborio de la Torre y Roberto Lazo. El 29 de junio, con los estatutos ya aproados y las primeras cuotas pagas, un grupo de socios se concentró en la sala de reuniones de la Municipalidad de Cauquenes eligiendo su primer directorio. El socio fundador Diego Benavente Burgoa asumió como primer presidente del Club Social el 1 de junio, existiendo un gran retrato del mismo en una de las oficinas.
En sus estatutos el Club Social se establecía como lugar de encuentro para negocios y esparcimiento, no aceptando que fuera usado para propósitos políticos o religiosos, y sentaba también categorías de socios activos y pasajeros. Fueron firmados por 179 miembros. La búsqueda de un local para la institución comenzó casi al mismo tiempo, optando rápidamente, el 5 de julio, por el salón con pastelería del señor Jacinto Torrejón, instalado en una propiedad que pertenecía al municipio. Desde entonces, allí se instalarían los socios a realizar sus tertulias, partidas de pócker, brindis y célebres fiestas.
Formalmente, por decisión tomada el 17 de julio se fijó la fecha de apertura del Club y sus dependencias para el domingo 20, con un lunch pagado por el directorio y la Junta Calificadora. El discurso inaugural estuvo a cargo del señor Amstrong. Hallándose así todo listo y puesto en marcha el espacio de encuentro social del Cauquenes y su casino, entonces, para el día 26 de julio se fijan los precios de los licores, fiambres y otros productos que se expenderán allí, además de iniciar las suscripciones con diferentes medios de prensa de la provincia y el resto del país e incluso de otros países.
Copia del Acta de Fundación del Club Social Cauquenes, en una de las salas.
Retrato de don Diego Benavente Burgoa, fundador y primer presidente del Club Social, en la oficina del director.
Un grupo de socios y sus esposas en una cena del Club Social Cauquenes, año 1969. Fotografía de la familia Chamorro Agurto, publicada en las colecciones de imágenes históricas de En Terreno.
Formación militar frente a la plaza principal de Cauquenes. Se observa la fachada del teatro nuevo y, más atrás hacia la derecha del encuadre, el edificio del Club Social Cauquenes. Fuente imagen: fotografía de Miguel Amigo subida a las colecciones de imágenes históricas de En Terreno.
Frente del Club Social Cauquenes en la actualidad, hacia la calle Claudina Urrutia, enfrente de la plaza.
De acuerdo al trabajo titulado "Cauquenes. Historia y recuerdos personales", del historiador y memorialista Mario Benavente Boizard (hijo del fundador y primer presidente), el Club Social fue especialmente famoso por sus grandes bailes y saraos, así como las fiestas de la primavera "en ocasiones formidable y de gran lujo y costo", ´destacando los juegos florales con competencias poéticas y las celebraciones del Año Nuevo, que, en ciertas ocasiones llegaron a ser espectaculares según el autor. En los bailes de gala, con un muy buen servicio de buffet, era exigencia la vestimenta de smoking o frac, mientras que las damas acudían con grandes y largos vestidos, notoriamente enjoyadas.
Mucho público joven se presentaba en aquellos encuentros, además. "Recuerdo al coronel don Julio Franzani Meza que llegaba feliz acompañando sus tres lindas hijas Elena, Marta, Gabriela Franzani Pinochet", anota el historiador, recordando que la presencia de estas chiquillas era necesaria para la felicidad de todos los muchachos, o quedaban muy frustrados con su ausencia. La música, en tanto, iba por cuenta de una orquesta en vivo, frecuentemente la banda de músicos de la guarnición militar. El clima era aristocrático y elegante, entonces con frecuentes homenajes a las autoridades presentes en la ciudad como el que extendió allí mismo el Club Social para el entonces presidente Carlos Ibáñez del Campo hacia fines de noviembre de 1928, al que asistieron unas 70 personas "invitadas con tarjeta individual la cual tenía estampado el escudo nacional en dorado" y, en el reverso, una descripción del estupendo menú.
A mayor abundamiento, las invitaciones a aquel banquete llegaban de a dos a las casas cuando se trataba de parejas. Entre los concurrentes estuvieron varias de las personas más distinguidas de la ciudad, como puede entenderse. Benavente Boizard conservaba una de aquellas tarjetas en la que podía leerse: el título "Banquete en honor de S.E. el Presidente de la República Excmo. Señor Don Carlos Ibáñez del Campo.- Cauquenes 28 de noviembre de 1928", seguida del nombre del receptor. En cuanto al copetudo menú, este estaba compuesto de lo que sigue:
Gelantine á la Gelée - Bisque D'Crevisses - Corvine á la Maítre D'Hotel - Filets au Champignons - Asperges á la Vinaigrette - Punch á la Romaine - Dinde Truffée - Desserts - Moka - Charlotte - Russe - Fruits - Vins - Champagne - Cigares - Café.
No sabemos si las fechas están correctas en la tanscripción, pero así se refería al magno encuentro en el Club Social el diario "La Nación" del jueves 29, repasando la intensa agenda de la gira presidencial:
En la noche de hoy, a las 21 horas, se efectuará un banquete y baile social, que promete adquirir extraordinarias proporciones, a juzgar por los preparativos que han venido efectuándose.
Las manifestaciones que ha despertado general entusiasmo, se realizará en el Club Social de Cauquenes.
Habrá festival de bandas y juegos artificiales populares (sic) en la Plaza de armas recientemente inaugurada.
La reunión fue cubierta por reporteros de la revista "Zig-Zag" y apareció entre sus páginas durante el mes siguiente. La sede del Cauquenes, recordada posteriormente como el Club Viejo, descollaba en esos días por su gran salón revestido de grueso papel mural europeo en color granate y diseños arabescos, del que Benavente Boizard conservaba también un trozo. "Sus ventanas estaban adornadas con cortinas gruesas de raso o terciopelo granate o rojo oscuro, con cenefas, borlas y flecos dorados", agrega.
Hijo de esa misma región, Ibáñez del Campo había desperado cierta simpatía por parte de las clases altas de Cauquenes durante su primera presidencia. Cuando sobrevino la crisis económica y el Estado no tenía fondos ni para pagar los sueldos de los funcionarios, los cauqueninos respondieron patrióticamente a las campañas para reunir fondos aportando sus joyas, cadenas y anillos oro, relojes de alto valor y otros artículos. Grande fue su decepción, sin embargo, cuando estalló un penoso escándalo al revelarse que funcionarios de la misma administración pública se habían apropiado de muchos de aquellos tesoros.
Como toda esta clase de clubes de elite, sin embargo, la selectividad muchas veces era más parecida a la segregación, en aquellos años. El ambiente machista imperante impedía terminantemente en esos años (y por varios más) que las mujeres pudieran entrar a la sección del bar, que era sólo espacio de hombres. Ni hablar de posibilidades para los modestos trabajadores de la plaza y alrededores y quienes quisieran darse un gusto en el establecimiento. Volvemos a lo comentado por Benavente Boizard:
A los referidos saraos no entraba la clase media de profesores administrativos comerciantes o industriales de la ciudad ni tampoco pudieron ser socios. Recuerdo el caso de un abogado de Cauquenes, joven inteligente y correcto que solicitó ingresar al Club y fue rechazado por no pertenecer a la clase principal. Mi padre no estuvo presente en la sesión correspondiente, pero noticiado del hecho se molestó y lo hizo ver bastando esta actitud suya para que se revocara el acuerdo y se permitiera el ingreso del joven al Club.
Ubicado en calle Colegio 230, actual Claudina Urrutia, el magnifico inmueble del Club Viejo acabó en parte destruido por el trágico terremoto de Chillán del 24 de enero de 1939, lamentablemente, en uno de los veranos más amargos vividos en Chile a causa de la naturaleza sísmica del territorio. A pesar de todo, los socios se las arreglaron para hacer una manifestación de bienvenida en el Club al presidente Pedro Aguirre Cerda en el siguiente 15 de febrero, ocasión y lugar en donde pudo reunirse con los presidentes de los partidos políticos para discutir sobre los efectos del terremoto y trazar líneas de ayuda que el gobierno iba a dar a la población. En la misma jornada, además, las mujeres de Cauquenes organizaron un encuentro propio para homenajear a la primera dama.
Aquel fue un período oscuro tanto para el Club como para la ciudad y, por extensión, para todas aquellas regiones despiadadamente castigadas. Se ha dicho en Cauquenes que el establecimiento nunca volvió a ser el mismo desde entonces, dejando atrás sus rasgos más refinados para abrirse por fin a público más cercano a lo popular, aunque nunca perdió su elegancia y prestigio. El grupo de socios no sólo debió lidiar con la falta de una sede segura, debiendo ocupar provisoriamente otros espacios, sino que también procuró participar de las cruzadas de beneficencia que se desplegaron en el luctuoso período. Grandes esfuerzos de reconstrucción fueron necesarios por entonces, pues el terremoto no había perdonado ni a hospitales ni a cárceles, tocando incluso la compasión de Aldolf Hitler, Franklin D. Roosevelt, el emperador Hirohito y otros líderes quienes enviaron sus condolencias o ayudas antes de verse involucrados en la Segunda Guerra Mundial que estallaría unos meses después.
La actual sede del Club Social, en la famosa esquina de Claudina Urrutia 402 con Victoria y por el costado oriente de la Plaza de Armas o Plaza Independencia, al lado del teatro "nuevo", fue obra de la joven arquitecta de la Universidad Católica, doña Graciela Marcos Mora, quien firmaba como Graciela M. de Fernandois. El espacioso inmueble de dos pisos fue hecho en 1943, todavía en pleno proceso de reconstrucción de las ciudades afectadas por el cataclismo. El proyecto contó con la ingeniería capitaneada por Gastón Fernandois, marido de doña Gabriela y quien tuvo cierta participación importante también en los planes para volver a levantar infraestructura dañada junto a su socio Luis Quesney.
A pesar de su reapertura y de la paulatina reducción de sus servicios a favor de la bohemia hasta quedar concentrados principalmente en su propuesta de bar y restaurante, el Club Social continuó siendo atracción para prominentes figuras públicas, empresariales y de la política. Entre otros, fueron miembros y concurrentes habituales del mismo destacados diputados de la zona como el veterano agricultor y militante liberal Arturo M. Lavín Urrutia, quien llegó a ser presidente del mismo Club; el ex regidor y ex alcalde radical Jorge R. Pinochet Alvis, también presidente de la institución en algún período; el connotado abogado radical Alberto Naudón Abarca; y el ex empresario agrícola y militante de derecha, Osvaldo Vega Vera.
La buena cocina y el bar internacional se han mantenido como el servicio principal de Club Social, hasta nuestros días. Atrás quedó la época en que sólo los socios podían entrar y cuando estaba vedado también para mujeres. Tiene la particularidad de permanecer abierto todos los días y durante todo el día, además, siendo uno de los últimos bastiones de la recreación chilena en régimen de 24 años disponible. Cuenta con salones interiores, patio de cenas abierto y también comedores de verano en el exterior, bajo el porche y de frente a la plaza. El sector del bar y algunas dependencias de la dirección institucional conservan el mismo aire clásico de los años cuarenta, cuando llegaron a ocupar el entonces flamante edificio: muebles antiguos, cuadros al óleo, documentos históricos enmarcados, estanterías de libros, sofás, etc.
El terremoto del 27 de febrero de 2010 se hizo sentir sobre el edificio, sin embargo, obligando a desocuparlo por un tiempo mientras era sometido a reparaciones. En el sector posterior del edificio, por el lado de calle Victoria y que tenía en el pasado algunos salones de juegos y galpones para los socios, el deterioro fue obligando a eliminar a estos espacios entre 2014 y 2015 hasta dejar allí un patio usado ahora parcialmente para estacionamientos. Estas dependencias también habían quedado en desuso a consecuencia del mismo terremoto, pasando a ser ocupadas provisoriamene y vía arriendo por el Departamento de Educación de la Municipalidad (DAEM) de Cauquenes a partir del mismo año 2015, por decisión del Concejo Municipal.
El Club Social Cauquenes ya no ofrece esas fastuosas fiestas bailables al clásico estilo de las antiguas filarmónicas en sus salas, pero aún hace noticia con sus celebraciones y funciones como centro de eventos, partiendo por sus aniversarios e incluyendo también eventos sociales de importancia para la ciudad: bautizos, matrimonios, licenciaturas, festejos de la Asociación Cauquenes, premiaciones de los clubes de rodeo y aniversarios de la Policía de Investigaciones de Chile, entre otros. Aún es posible encontrarse allí con algunas visitas ilustres como el ex ministro y ex senador Andrés Zaldívar, además de parlamentarios, deportistas y autoridades edilicias. El fallecido periodista gastronómico César Fredes también se asomaba por esos comedores. Es casi seguro, de hecho, que toda celebridad de visita por Cauquenes pasará necesariamente por allí durante su estadía.
Ciertamente, las concesiones de los servicios de comedor y bar son exigentes y apropiadamente selectivas, hallándose en manos del comerciante Víctor Henríquez durante nuestra última visita al lugar, si no nos equivocamos. Se trata, pues, de uno de los puntos recomendables de toda la provincia con carta de comida casera, gourmet, rápida y vegetariana que incluye sabrosuras como cerdo al champiñón, bistec a lo pobre, huachalomo al vino tinto, pollo arvejado, chorrillana, cazuela de pava con chuchoca, tablas, sándwiches, y toda una enorme carta que varía diariamente.
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