BASE AÉREA LOS CÓNDORES: LOS RESTOS DE TODA UNA ÉPOCA DE LA AVIACIÓN

Coordenadas: 20°15'13.36"S 70° 5'7.17"W
En esta fecha del centenario de la aviación militar chilena, quisiera recordar un hito especialmente importante de toda esta historia, cuyos vestigios se sitúan en la Ruta 616 que desemboca sobre el Camino Zig-Zag (del que vimos algo ya en una anterior entrada), hacia el sector de El Boro en Alto Hospicio, Región de Tarapacá.
Allí se encuentran los hangares y restos de instalaciones que no cuesta mucho identificar como los vestigios de un complejo aeroportuario, en este caso de carácter militar, ahora ocupado por empresas industriales y, en el caso de algunos edificios adyacentes, como pequeños cuarteles y el ex Casino, semi-destruidos y totalmente abandonados. Es lo que queda de la vieja Base Los Cóndores.
El interés por encontrar un lugar óptimo para una base aérea en el Norte de Chile y que finalmente sería la de Los Cóndores, en las alturas vigilantes y protectoras sobre la ciudad de Iquique, nace hacia el año 1926. Todo había comenzado cuando se decidió que el Grupo Mixto N° 1 de Aviación, en los orígenes de la Fuerza Aérea de Chile,  fuera trasladado desde Arica a Iquique. Era un período aún diplomática y militarmente tenso, en especial por la irritación fronteriza derivada de la Guerra del Pacífico y que permanecía vigente en la cuestión de Tacna-Arica entre Chile y Perú.
Tras un estudio dirigido por el Capitán Florencio Gómez y el Mayor Armando Castro, primero se propuso que las instalaciones fueran construidas en el sector del Salar del Carmen, pero poco después se decidió que quedara en una planicie costera ubicada a 18 kilómetros de la ciudad de Iquique, en el antiguo camino al mineral de Huantajaya convertido ya en la Carretera 616, sector rodeado naturalmente de los cerros de la cordillera litoral, donde comenzó a construirse la pista de aterrizaje y despegue con dirección cardinal aproximada de eje E-O.
Aún en nuestros días en que el lugar se ve tan cambiado y alterado, se distinguen en fotos satelitales las líneas que alguna vez dieron forma a la base.
El complejo es concluido durante el Gobierno del General Carlos Ibáñez del Campo, al parecer influyendo en aspectos estratégicos del proyecto algunos pioneros de la aviación militar como el entonces Director de Aviación del Ejército don Arturo Merino Benítez, quien se mostraba especialmente preocupado por proveer de buenas bases aéreas a toda la Zona Norte del país. Fue bautizado "Los Cóndores" por aparente iniciativa del Capitán Castro, inspirado en la gran cantidad de estas aves que podían observarse en esos años dando majestuoso vuelo sobre el cielo de la zona, aunque comparado con el paisaje que se ve hoy no puedo evitar preguntarme si acaso habrán sido confundidos con los más abundantes jotes que revolotean el sector, o si estos mismos dieron la idea de colocar un nombre más poético alusivo a algún ave cordillerana.
Mando del Grupo N° 1 de Aviación en 1928, poco antes de su traslado a la Base Los Cóndores.
Vita aérea de los restos de la Base Los Cóndores (Fuente: GoogleEarth).
Ex edificio del Casino de Oficiales. Según algunos vecinos, posteriormente habría sido usada por las instalaciones de la industria de fabricación de bombas de racimo que funcionó en la ex base.
Vista frontal de la ruinas del ex edificio, donde estaban los jardines.
Acercamiento a una torre del complejo (muchos la confunden hoy con la desaparecida torre de control).
Sí parece ser cierto y aún recordado en la zona, en cambio, el que los funcionarios de la base adoptaron de mascota a una dócil y cariñosa cóndor local que llegaba hasta el complejo. Ellos la bautizaron Yayita, como la novia del personaje de historietas Condorito de Pepo.
El Grupo Mixto N° 1 llegó a las nuevas dependencias iquiqueñas cuando éstas aún no eran concluidas, en 1929, contando a la sazón con 3 aviones Gipsy Moth para enlace, 14 Curtiss "Falcon" de observación y ataque y 16 Curtis "Hawk" de caza y ataque. El primer Comandante del grupo fue el propio Castro; y poco después, el Comodoro Merino Benítez asumía como primer Comandante en Jefe de la recién creada Fuerza Aérea de Chile.
El ex Comandante de la FACH don Fernando Matthei, recuerda en sus memorias tituladas "Mi testimonio" que, en su buena época, la Base Los Cóndores estaba rodeada de un hermoso parque y jardines, y que en tiempos de su juventud formando parte de la institución, el complejo servía también de espacio para la Escuela de Tiro y Bombardeo, para instruir a los oficiales recién graduados de la Escuela de Aviación en tecnologías de punta en el uso de esta clase de armas.
Las instalaciones fueron mejoradas y aumentadas en diferentes etapas, especialmente al aproximarse el medio siglo. En 1944, ya a fines de la Segunda Guerra Mundial, también se creó el Grupo de Artillería Antiaérea N° 1 con sede precisamente en la Base Los Cóndores, lo que involucró la ampliación de los equipos y dependencias. Una pequeña pero característica torre se lucía con evocaciones de art decó, al igual que el suntuoso edificio del Casino de Oficiales, con un salón central adornado por una enorme chimenea y fuentes de aguas exteriores. Muchos confunden este cubículo la torre de control, la que en realidad desapareció hace tiempo. Varios caminos menores pasaban por dentro y alrededor del complejo, existiendo varios de ellos hasta hoy, además de los restos de los controles en los accesos y los lugares donde iban las vayas de detención.
En los años setenta, la base todavía era lo único relevante que existía en todo este sector de Alto Hospicio, con escasa población reducida a algunas pocas familias, especialmente de origen aymara, dedicadas a pequeños cultivos y en algún caso también a la ganadería. Sin embargo, tras el Golpe Militar de 1973, la base se convirtió en un lugar de detención política de carácter provisorio, de acuerdo a lo que se ha expresado en algunos testimonios y trabajos relacionados a estos acontecimientos, aunque en esta función no se habría extendido más allá del año siguiente, existiendo relativamente cerca de aquí otro gran centro de detención como era el de Pisagua.
De todos modos, se estaba ya en etapa final de la vida de la base: superada por las necesidades del servicio y las limitaciones de sus capacidades, a principios de marzo de 1975 se concretó el traslado de la actividad hacia otro lugar, emigrando desde allí hasta las instalaciones del flamante Aeropuerto Internacional Diego Aracena, por entonces llamado Aeropuerto Chucumata, al Sur de Iquique y donde actualmente se encuentra aún la base, vecina a los servicios de la aviación comercial civil.
Desde aquel momento, parte del recinto fue destinado a plantas industriales de fabricación de armas, pero otras de sus instalaciones se fueron deteriorando o arruinando.
Aún quedaba una tragedia en la historia de la ex base, sin embargo: una gran explosión tuvo lugar allí el 25 de enero de 1986, cuando estalló un galpón de poderosas bombas de racimo o bomblets que las Industrias Cardoen Ltda. tenían allí desde hacía algunos años, en su planta de armado de la Sección Submunición. La tragedia, alrededor de la cual rondó el rumor de un sabotaje (por el alcance internacional que tenía la producción de estas armas), sucedió en la etapa de armado de las bombas, tercera de cuatro fases de la cadena de producción, muriendo 29 trabajadores y quedando más de 100 personas heridas. Algunos cuerpos fueron arrojados hasta 600 metros de distancia del lugar de la explosión. Para peor, el rescate y la asistencia de las víctimas por parte de los cuerpos de emergencia, se dificultó por la cantidad de bomblets sin detonar que quedaron esparcidas alrededor del enorme cráter dejado por el estallido.
La tragedia conmocionó a la sociedad iquiqueña y se realizó, al día siguiente, un sentido oficio por las víctimas en la Catedral de Iquique, encabezado por el propio Obispo de la ciudad, Monseñor Javier Pardo. Al encuentro asistió el propio empresario Carlos Cardoen y parte del directorio de la compañía, a pesar de las expresiones pacifistas y antiarmamentistas que allí vertió la autoridad religiosa. Hasta nuestros días, además, este dramático acontecimiento sigue siendo recordado como algo de ribetes particularmente controversiales, que derrama pasiones entre los enemigos de las bombas de racimo, por considerarlas armas inhumanas.
Aunque las actividades de la planta de armas se retomó al poco tiempo, el crecimiento poblacional que comenzó a experimentar el sector de Alto Hospicio hacia fines de los años ochenta, echó la suerte de su permanencia en la ex Base Los Cóndores, decidiéndose la clausura de esta clase de instalaciones y disponiéndolas desde entonces para actividades industriales o de bodegaje. Toda presencia relacionada con guerra y armas despareció del lugar, por consiguiente.
Actualmente, sólo quedan en uso algunos hangares, galpones y áreas entre las ruinas de la antigua base en Alto Hospicio. Se destacan del conjunto una pequeña pero elegante torre, las huellas de sus viejas pistas y el edificio abandonado del ex Casino de Oficiales, parcialmente quemado por los incendios y usado por el Cuerpo de Bomberos de Tarapacá como lugar de pruebas y entrenamiento.
Lamentablemente, todo el sector se encuentra rodeado de basurales y caminos polvorientos, que nada conservan de la rígida pulcritud marcial ni de la suntuosidad de la instalaciones de antaño. Aviones y cóndores han sido reemplazados por jotes, en tanto que los ex jardines hoy son botaderos de neumáticos y carcasas de refrigeradores descompuestos.

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