LA IMPRONTA DE LOS HÉROES: HISTORIA DE LA COMPAÑÍA ESPAÑOLA DE BOMBEROS N° 1 DE IQUIQUE

El edificio del cuartel. Fuente imagen: Educarchile.cl

Coordenadas: 20°12'43.17"S 70° 9'4.96"W

La Compañía Española de Bomberos N° 1 tiene una característica notable, que atraviesa transversalmente su huella a lo largo de la historia de Iquique, si bien procede en parte de los hechos y en parte también de las leyendas. Se trata de una impronta netamente heroica, que hasta se respira en las salas o pasillos de su unidad y que trasciende incluso a la propia institución, alcanzando las figuras insignes de los inmortales del Combate Naval de Iquique por las que se realiza la tradicional romería nocturna de los bomberos iquiqueños, hasta las tumbas de los grumetes Bolados y Concha.

La relación de la compañía con el rasgo épico de Iquique se funde en un fraterno y emotivo abrazo histórico, el que une a los héroes de paz y los héroes de guerra. Si bien se trata de una romántica creencia en el pasado muy defendida dentro de la misma unidad, su hilo a través de los tiempos se traslada hasta aquella época en que el puerto quedara incorporado geográficamente a Chile y, a través de su doble epopeya marítima, al corazón de los relatos nacionales sobre el heroísmo.

Partamos recordando que el aura bomberil siempre ha rondado alrededor de los Héroes de Iquique, como en el caso del guardiamarina Ernesto Riquelme y su vínculo con la Segunda Compañía de Santiago, posteriormente llamada "Esmeralda" en homenaje a su memoria. Sin embargo, existe en Iquique este caso de relación aún más estrecha con el ambiente de hachas, mangueras y bombas, directamente con la primera de las compañías locales y en una historia que involucra a héroes civiles, héroes militares, años de conflagración, luego de entendimiento. Por sobre todo, apela a la honorabilidad de los inmigrantes españoles voluntarios del cuerpo, representados en el gesto humanitario del ciudadano para con los héroes chilenos de "La Esmeralda", aunque dejaremos para después la discusión sobre quién tuvo la iniciativa: si Benigno Posada o Eduardo Llanos.

Echando cuentas, una vez producida la exhumación de los cuerpos de aquellos héroes chilenos dos años después de la epopeya de Iquique, podría haber correspondido a los voluntarios de propia la Bomba N° 1 el realizar la escolta y guardia de honor para los mismos, trasladándolos hasta la Catedral de Iquique, la ex Iglesia Matriz de la ciudad. De ser así, este sería el punto de anudado entre la historia y en el folclore urbano tras el sacrificio de Prat, Serrano, Aldea y todos sus hombres. La analogía de su heroísmo en la guerra con el de los bomberos voluntarios en tiempos de paz también se vuelve símbolo, así como la huella humana y moral que han dejado en Iquique los inmigrantes de la Península, fundadores de esta bomba, la N° 1 de la ciudad.

La fecha de fundación de la Compañía Española se establece formalmente el 21 de mayo de 1881, que corresponde en realidad a la del bautizo oficial en el libro de actas, coincidente con el aniversario segundo de la epopeya de la Rada de Iquique. Empero, su historia completa nos remonta hasta una parte anterior, en la etapa de la ciudad con bandera peruana. Es una semblanza muy poco conocida del mismo cuartel, de la que nos ha costado bastante hacer una relación.

Podemos decir que sus orígenes se hallarían en realidad en una primera compañía de bomberos que se fundó en 1859 en Iquique y que entró en funciones entre 1860 y 1866, cuando el territorio todavía era peruano. Esta compañía habría sido disuelta a raíz de la Guerra Contra España de 1865-1866, especulamos que por su fuerte filiación con la Madre Patria que, por entonces, no parecía tan buena madre. El cronista Francisco Javier Ovalle sugiere que pudo haberse llamado Compañía Rímac, aunque sin plena seguridad de ello. Parte de esta historia está registrada en unos cuantos textos, como el escrito a fines de 1888 por el teniente de la Bomba Española, el señor Dimas Filgueira, consultado por Ovalle para referirse a los bomberos iquiqueños.

Posteriormente a la disolución, muchos ex integrantes de la desaparecida bomba se reúnen en 1871 por iniciativa del capitán de puerto don Juan Rodríguez, ex capitán y director de la misma compañía. En aquellos encuentros resuelven refundar una unidad bomberil que sería base de la actual, precisamente. Fue importante en este nuevo período la ayuda prestada por el capitán Marcos F. Aguirre, entre 1874 a 1879, especialmente orientada al desarrollo de la unidad. Entendemos que el edificio que ocupaba para entonces habría sufrido importantes daños en este mismo período, al parecer como resultado de un incendio o cataclismo, según veremos más abajo.

De acuerdo a Ovalle, la bomba ya entonces era llamada Iberia, cosa que no logro confirmar con total precisión en otras fuentes de información disponible, sin embargo. Sus primeros directores habían sido, en orden cronológico, Eulogio de los Heros, Sacarías Bermúdez y Marcos Aguirre. Bautizada como Compañía de Bomberos Nacional Iquique Nº 1, su cuartel estaba al inicio de calle Sotomayor cerca de la Aduana, pero el terrible maremoto que siguió al terremoto del 9 de mayo de 1877 arrasó estas cuadras con el edificio incluido, según todo indica.

Al quedarse sin cuartel, la Municipalidad de Iquique donó a la Compañía una propiedad relativamente cercana a la antigua y ubicada frente a lo que serían después los talleres del periódico "El Tarapacá". Al poco tiempo, los voluntarios compraron y adicionaron con fondos propios un edificio adyacente a la misma unidad, adquiriendo así el espacio que completó al conjunto de lo que sigue siendo su actual base, en la esquina de las calles hoy llamadas Lynch y Bolívar. Hasta entonces, este edificio vecino había sido utilizado con fines comerciales, perteneciendo al Almacén Zanelli Hnos.

Los dos voluntarios mártires de la Compañía: Juan Guirao Lazo de la Vega y Julio Antón Gutiérrez.

El edificio en los años setenta (fuente imagen: jonbercal.jimdo.com).

Hoja con el registro del traslado de los cuerpos de Arturo Prat e Ignacio Serrano hasta la Catedral de Iquique, el día 22 de mayo de 1881, tarea ejecutada por la recién rebautizada compañía.

Fue en este mismo sitio donde los voluntarios se enteran del estallido de la Guerra del Pacífico en 1879, situación ante la cual muchos ciudadanos peruanos se reclutan o abandonan la ciudad, incluyendo varios de los que formaban parte de la compañía. Esto se acentuó especialmente después de la ocupación chilena del puerto, desde el mes de noviembre. Como gran cantidad de los voluntarios que quedaron en ella eran los de origen español, la situación generada por la conflagración comenzó a dar el perfil definitivo de miembros a la bomba, para quedar asociada así esencialmente a los inmigrantes hispanos que debieron hacerse cargo del destino del grupo.

El edificio de la Bomba Española se encuentra desde entonces en  la dirección de Patricio Lynch 297, justo en la esquina norponiente con Simón Bolívar, a medio camino entre el barrio del puerto y el barrio comercial más céntrico. Corresponde a una construcción casi palaciega aunque de materialidad más bien sencilla, en carpintería, extendiendo su longitud por el lado de Lynch, con segundo piso de balcones y planta baja con vanos en arcos y protecciones con forja metálica en cada tragaluz. Destaca especialmente la torre del campanario, que se le agregó para el servicio de cuartel en el observatorio que hace de tercer piso o remate, donde cuelga la vieja campana de alarma desde cuya altura se han testimoniado incendios feroces que azotaron a Iquique, algunos a poca distancia de este mismo punto.

El estilo del decimonónico conjunto es de evocación al neoclásico sencillo y sin ostentaciones, aunque la torre tiene cierta estética de pretensión de medieval. La fábrica del edificio, sin embargo, tiene la base de madera y módulos que acá en Iquique se utiliza especialmente para dar forma al estilo georgiano que caracteriza la arquitectura civil tarapaqueña, de fuerte influjo georgiano y victoriano. Al interior, además, dividiendo el actual corral de los vehículos de emergencia con el salón de conferencias y exposiciones, se encuentra un elegante paso de tres arcos de fuerte influencia artística morisca, que quizás sean un recuerdo de cuando funcionó en este edificio el Casino Español, cuyo magnífico edificio de ese mismo estilo se encuentra ahora en la Plaza Prat.

El conjunto ha pasado por ciertas etapas antes y después de quedar en manos de los bomberos, por cierto. Algunas opinio por allá son de la idea de que incluso era más grande en el pasado, prolongándose desde la misma esquina hacia el poniente por Simón Bolívar, sobre un sector que ahora ocupa otra edificación que han servido de sede a un conocido bar y pub local llamado "El Rumba". Se supone, según esta idea, que quizá habría sido vendida aquella parte del edificio original al oeste del vértice y de la torre, pero no tengo confirmación de esto..

También se sabe que el recinto incluyó en algún tiempo, cuando funcionaba en él un casino, un edificio adyacente. No estoy seguro, pero me parece que en calle Lynch correspondía al que después será utilizado por el conocido y elegante salón literario y de onces Café Rendez-Vous, de la misma época. Y, aunque el color actual de todo el conjunto es algo así como rojo colonial con filetes y perfilados blancos, imágenes de los años setenta demuestran que por entonces su tono dominante era azulino, aunque su aspecto general no ha variado mucho en todos este tiempo y en las últimas épocas del mismo, al servicio de los bomberos hispánicos. Además, fue mejorado y restaurado el año 1979, en el centenario de la epopeya de Iquique.

El acontecimiento particularmente importante y que hemos indicado al inicio de este texto, sin embargo, teñiría en colores dorados la historia de este edificio y de la compañía que lo ocupa, aunque con algunas razonables dudas sobre la autenticidad del mismo. Volvemos a retroceder hasta los días de la Guerra del Pacífico para abordar este aspecto institucional.

Como se sabe bien en la ciudad, apenas se disiparon los humos del Combate Naval de Iquique el 21 de mayo de 1879, alguien señalado como el primer director de la Compañía Española más algunos ciudadanos españoles, rescataron desde el frente de la Aduana los restos del capitán Arturo Prat y del teniente 2° Ignacio Serrano, que habían sido dejados allí por el almirante Miguel Grau del "Huáscar", esperando que alguien se hiciera cargo de la cristiana sepultura. Aunque muchas hay divergencia en las opiniones, se ha dicho principalmente que Eduardo Llanos y Álvarez fue quien tomó la iniciativa de recogerlos, aunque autores como Pedro Pablo Figueroa estaban seguros que Llanos sólo recibió reconocimiento por méritos que realmente pertenecieron a su compatriota Benigno Posada, por hemos dicho. 

Lo seguro es que los cadáveres fueron retirados y envueltos en sábanas blancas a modo de mortajas, evitando que siguieran expuestos a las burlas y hasta vejámenes cometidos contra ellos por parte de los ciudadanos peruanos quienes, atraídos por la curiosidad, llegaron hasta la Aduana. Había otro español allí presente: el joven Edmundo Verdugo quien, acompañado por el italiano Adolfo Gariazzo, vieron también los cuerpos abandonados a su suerte y hasta intentaron dar asistencia al agónico sargento Juan de Dios Aldea, fallecido después el día 24 y sepultado inicialmente en una fosa.

Llanos, quien tiene un monumento propio frente a la Aduana y goza de una gran gratitud de parte de la memoria oficial, había nacido en la provincia de las Asturias en 1833 y había residido en Chile a partir de 1851. Irónicamente, el mismo país a cuyos héroes daba póstuma dignidad y sepultura, le había sometido a odiosas e injustas confiscaciones de sus bienes en Valparaíso, a raíz de la Guerra Contra España, razón por la que debió emigrar a la capital y después a Iquique manteniéndose en el rubro del comercio, así que su generosidad fue doble para con los chilenos. Fue allí, residiendo en aquel puerto entonces peruano, donde lo sorprenden los acontecimientos de la Guerra del Pacífico siendo voluntario del cuerpo de bomberos.

Sin embargo, Llanos sólo parece haber ayudado en aquellas tareas al verdadero protagonista de la acción: el mencionado presidente de la Sociedad Española de Beneficencia de Iquique, señor Posada, más algunos amigos y miembros de la comunidad. Posada es señalado en muchas fuentes como el auténtico personaje que tuvo la iniciativa de recuperar los cuerpos y darles sepultura, entonces, consiguiendo un permiso de las autoridades peruanas para darle un digno destino con la condición de que todo se hiciera en forma muy discreta y reservada.

Según se ha creído por largo tiempo en el puerto, los españoles llevaron los restos de ambos héroes hasta el edificio de su cuartel de bomberos luego de una revisión de los cuerpos en un recinto hospitalario. Fueron depositados en improvisados ataúdes construidos por un carpintero valiéndose de madera de botes, según se ha dicho, asistido por los propios voluntarios y miembros de la Sociedad de Beneficencia. Así las cosas, se le habían dado raudas exequias en el cuartel hacia la mañana siguiente de la epopeya iquiqueña, antes de ser llevados al Cementerio N° 1 de la ciudad y colocados en sencillas sepulturas que los salvaron de ir a parar a alguna fosa común. Se cuenta incluso que 83 soles habría desembolsado Llanos de su propio peculio en todo este esfuerzo.

Se podría estimar que las supuestas ceremonias fúnebres para los héroes debieron suceder sólo en el corto tiempo entre el rescate de los cuerpos y su traslado hasta el cementerio, aunque es comprensible -cualquiera sea el caso- que estos sucesos posteriores a la gesta naval hayan quedado indisolublemente relacionados con la bomba hispana. Algunos bomberos de la unidad incluso señalan los lugares precisos donde habrían estado los ataúdes dentro del cuartel, a pesar de que aquel sepelio debe corresponder sólo a una bella leyenda urbana que no calza en la secuencia de hechos.

Por aquella prioridad dada al mito, sin embargo, una placa conmemorativa recuerda hasta nuestros días aquel pretendido acontecimiento, junto al acceso principal del edificio de los bomberos:

LA ILUSTRE MUNICIPALIDAD DE IQUIQUE RINDE HOMENAJE AL CIUDADANO ESPAÑOL EDUARDO LLANOS ÁLVAREZ DIRECTOR DE LA COMPAÑÍA ESPAÑOLA DE BOMBEROS N° 1, QUE EN ESTE CUARTE ERIGIÓ CAPILLA ARDIENTE Y ERIGIÓ HONROSA SEPULTURA AL HÉROE ARTURO PRAT CH. 13 DE MARZO DE 1949.

En otro aspecto, aunque dijimos ha causado controversia el que Llanos se llevara el crédito y el agradecimiento de esta gestión en desmedro de Posada, se ha dicho también que el primero intervino para garantizar el trato humanitario y apropiado para los chilenos sobrevivientes de la "Esmeralda" y que seguían prisioneros en la Aduana, potencialmente expuestos a las odiosidades de autoridades y muchedumbres en aquel contexto de tiempo. De ser así, huelgan razones para que la Bomba Española y la semblanza de su primer director quedaran tan ligadas a la imagen de Prat y Serrano, además de Aldea (recuperado de una fosa común antes de ser enviado a la cripta-monumento de Valparaíso) y todos los demás héroes de la hundida corbeta chilena, por mucho que el diablillo de la leyenda y el folclore oral se hayan metido en esta historia.

Por la descrita gestión de los españoles fue que el ministro de guerra de Chile, don Rafael Sotomayor, envió una célebre y sentidísima carta de agradecimiento a Llanos el 19 de enero de 1880, confirmándolo -a su modo- como uno de los héroes civiles de aquellos años de lucha, algo que también ha servido para el injusto descrédito de Posada. En sesión solemne de 1884, además, el Congreso Nacional votó a favor de una medalla de oro para Llanos, en retribución y gratitud hacia su persona. A pesar de llevarse lo que parecen haber sido en realidad los créditos de varios más en esta humanitaria labor, la leyenda de Llanos como protagonista de todo el proceso de recuperación y sepultura de los cuerpos se ha cristalizado en el relato heroico, influyendo también sobre las creencias que rondan a la compañía de bomberos peninsulares.

La etapa de organización de aquella compañía a partir de la ocupación chilena de Iquique se hizo difícil, evidentemente que por las circunstancias de la guerra. Sin embargo, el entonces jefe político-militar de la Provincia de Tarapacá, almirante Patricio Lynch, proporcionó gran asistencia para facilitar la permanencia y consolidación de la Bomba N° 1, además de mantenerle sus bienes donados por anteriores miembros o benefactores. También se decidió destinar el cuartel sólo al servicio de bomba y por eso se donó todo el material de la sección de zapadores de la unidad a la Compañía Sargento Aldea N° 6, según información publicada por el Cuerpo de Bomberos de Iquique.

Así, entonces, en diciembre de 1880 se elige una nueva directiva para que entre en funciones a inicios del año siguiente, al mando del mismísimo Llanos. Empero, el edificio tuvo que ser intervenido en el mismo período, según parece por un amago de incendio u otra razón que por ahora se nos pierde de vista. La mesa directiva completa fue la siguiente:

  • Director: Eduardo Llanos

  • Capitán: Antonio Chinchilla

  • Teniente 1º: Ángel Bargueño

  • Teniente 2º: Generoso Román

  • Tesorero: Francisco García

  • Secretario: Lorenzo Armengol

  • Subsecretario: Pedro Paul

  • Sargento 1º: Adolfo Posada

  • Sargento 2º: Salvador Bumbardo

Fue en la víspera de la exhumación y traslado de los cuerpos del cementerio, en consecuencia, cuando la Compañía de Bomberos N° 1 de Iquique proclama formalmente su fundación como unidad bomberil española, con su actual nombre. El 21 de mayo de 1881, entonces, el capitán Chinchilla iza al mediodía el gran pabellón de España en el frontis del mismo cuartel que ahora atesora en su interior algunas de las banderas originales. La ceremonia se realizó en presencia del Jefe Político don José A. Alfonso y de importantes otras autoridades regionales, municipales, eclesiásticas y militares, demás del público iquiqueño.

Presentada como la  Compañía Española de Bomberos de Iquique N° 1, más tarde se llamó también Compañía Española Iberia N° 1, siendo reconocida actualmente como La Primera, en forma más amistosa. El edificio que conserva es el mismo de entonces, a pesar de las varias modificaciones y renovaciones experimentadas.

Cabe indicar que, en 1889, Llanos concluyó su dirección de la Compañía Española trasladándose tres años después a la capital chilena, en donde su compromiso indeclinable con la institución lo llevó a hacerse miembro de la Décima Compañía de Bomberos de Santiago, conocida también como la Bomba España. A la sazón, ocupaba el cargo de inspector de obras fiscales para el gobierno de Chile y tenía un gran prestigio entre la sociedad chilena por su gesto en Iquique. En 1897 regresó a Europa, en donde siguió destacando por sus obras y talentos. El Estado de Chile lo condecoró en 1904 con un galardón "al mérito", desempeñándose hacia entonces como delegado de la Combinación Salitrera de Londres. Falleció en su tierra natal en 1927.

En tanto, la relación de la Compañía Española N° 1 señala que, al día siguiente de la fundación oficial, los miembros de la misma realizaron la guardia y escolta del traslado de sus carrozas hasta y desde el cementerio, para recoger a los héroes del Combate Naval de Iquique en su cambio de sepultura desde el camposanto a la Iglesia Matriz. Aunque hemos contactado a investigadores históricos independientes quienes ponen en duda también esta aseveración, la constancia de este magno acontecimiento aún está registrada a pluma y en manuscrito sobre papel de arroz del valioso Libro de Guardia de la Compañía, con la fecha apuntada el día 22 de mayo de 1881:

El día 22:

Estaba citada la Compª para asistir al cementerio y a las 7 am. salía del cuartel con 38 auxiliares y 24 voluntarios incluido los oficiales.

Se conducían los carros mortuorios que la Compª ofreció para trasportar a la iglesia los restos de Prat y Serrano y una vez en el cementerio, esperaron los auxiliares y el estandarte con la escolta respectiva afuera de aquel lugar, entrando los sres. voluntarios, los cuales una hora más o menos después salían arrastrando dichos carros: a la retaguardia las autoridades y empleados públicos que seguían los féretros, siguió nuestro estandarte con la escolta y los auxiliares, continuando después las demás compañías.

Una vez en la iglesia, nuestro estandarte ocupó uno de los esquineros del catafalco junto con los sres. de la escolta y el resto de la compª formó delante de la iglesia hasta concluir la ceremonia, retirándose enseguida a su cuartel en donde rompió filas 10 minutos después.

A las 3 pm:

A la invitación del Sr. Capitán, los oficiales Burgueño, García, Armengol, Pahul Taberner, el que suscribe y el voluntario Las Rosas, lo acompañaron a la casa de Sr. Jefe Político, el objeto de asistir a la ceremonia de dar sepultura en la bóveda de la iglesia a los restos de Prat y Serrano. Con efecto después de unas atenciones hechas por el Sr. Jefe Político y oficiales del Linares en casa del primero, fuimos en corporación en donde cupo el honor a la oficialidad de la

Compª Española de Bomberos
"Iquique N° 1"
bajar el Catafalco
y depositar en la bóveda
los restos de
Arturo Prat
y
Ignacio Serrano (todo esto destacado en grandes caracteres)

Hecho lo cual terminó la ceremonia y después de despedir al Jefe Político en la puerta de su casa, se retiró cada cual a la propia.

G. Román (firma) Teniente 2º

En la ocasión, los cuerpos de los Héroes de Iquique permanecieron en el señalado lugar hasta el incendio del 10 de marzo 1883, desastre que afectó una gran cantidad de cuadras incluyendo aquella de la iglesia, por lo que los restos de Prat y Serrano debieron ser albergados en el sótano de una casa comercial. No sabemos sin el fuego llegó a comprometer también al edificio de los bomberos en aquella ocasión, sin embargo.

Se supone que la Compañía Española habría tenido alguna nueva participación en las exhumaciones finales de 1888, cuando los restos volvieron a ser recogidos, esta vez para ser conducidos junto a los de Aldea hasta su definitivo descanso en el Monumento a los Héroes de Iquique, erigido en el Puerto de Valparaíso. De hecho, hay quienes llaman en Iquique a la unidad como Bomba de Arturo Prat, por esta estrecha relación con la epopeya iquiqueña.

Cabe indicar que el edificio de marras no ha sido sede sólo de los bomberos: el 26 de marzo de 1890 fue formalmente constituido el club-asociación La Estudiantina Española que agrupaba a los inmigrantes hispanos y sus familias residentes en Iquique. En una sesión celebrada en agosto de 1891 durante la presidencia de Ciriaco Salas en el directorio, se acogió también una sugerencia de don Melitón Casacubierta para emplear este mismo lugar como casa para el club, bajo régimen de arriendo a $100 mensuales por cinco años. El espacio ocupado por el centro hispano fue el segundo piso del cuartel español, además de la mencionada residencia contigua al mismo. Eran los días en que, fuera de su nombre oficial de 1881, era llamada también la Bomba Iberia, por cierto.

Comunicada la noticia de aquella decisión en octubre, las llaves fueron entregadas al centro el 1° de noviembre, pasando a llamarse Casino Español a partir del 31 de enero del año siguiente y siendo formalmente inaugurado su presidente Manuel Chinchilla el 21 de febrero de 1892. Sin embargo, el Casino Español siguió funcionando allí sólo hasta junio de 1904, cuando se trasladó definitivamente hasta el magnífico edificio morisco situado junto a la Plaza Prat y donde aún se lo encuentra.

Aquel período no estuvo exento de los dolores y sacrificios que exigió la guerra, nuevamente posada sobre el destino de Iquique: tras los bombardeos y combates ocurridos el 19 de febrero de 1891, especialmente alrededor de la Aduana y en los inicios de la infausta Guerra Civil, la Compañía Española tuvo una labor destacada resguardando la ciudad y a sus habitantes, razón por la que recibieron un reconocimiento ese mismo año, consistente en la Gran Medalla de Oro.

No todo fue un fratricidio aquel año, sin embargo, pues recién terminada la desgraciada guerra, en las salas del ex casino dentro del cuartel se constituyó la Sociedad Protectora de Empleados, como lo conmemora otra placa colocada junto al acceso del edificio:

SOCIEDAD PROTECTORA DE EMPLEADOS DE TARAPACÁ

EN ESTE EDIFICIO SE CONSTITUYÓ NUESTRA SOCIEDAD EL 31 DE OCTUBRE DE 1891. HOMENAJE DE RECONOCIMIENTO A ESTA COMPAÑÍA ESPAÑOLA DE BOMBEROS N° 1 EN NUESTRO PRIMER CENTENARIO,

IQUIQUE, 31 DE OCTUBRE DE 1991.

La originaria marca a fuego de heroísmo y vocación de la Compañía Española cobrará también la vida de dos mártires institucionales de la misma, el domingo 5 de diciembre de 1937. Aquel día, en un trágico accidente perece el voluntario Juan Guirao Lazo de la Vega y, siete días después en agonía y sin haber recuperado la consciencia, lo sigue su camarada Julio Antón Gutiérrez.

Había sucedido que ese fatal día los voluntarios realizaron el último Ejercicio General del año 37, ocasión en la que, a raíz de una mala maniobra, un carro con 12 bomberos de la Compañía Española se volcó en la calle Baquedano al momento de doblar hacia Orella. Acabó arrastrándose hasta estrellarse contra una casa, hiriendo de gravedad a ambas víctimas que iban a bordo. Una placa de mármol con sus nombres y fechas de muerte, además de los retratos oficiales, recuerdan a estos mártires del deber dentro del edificio, en el sector principal de la guardería de los vehículos de emergencia.

En otro aspecto, la Bomba España es, a la par de un cuartel, también un museo institucional: por muchos años ha guardado en sus bodegas y en una caja fuerte valioso material histórico que hoy se encuentra disponible a la curiosidad de la vista de los visitantes, al fondo del salón principal, incluidos documentos relativos a los años de la Guerra del Pacífico, la Matanza de la Escuela Santa María y 32 valiosos libros de guardia. También se guardan las antiguas banderas de la compañía y los estandartes que habrían cubierto los ataúdes de Prat y Serrano, con algunas de las actas correspondientes.

Varios de aquellos tesoros comenzaron a ser expuestos el año pasado a propósito de los 133 años del Combate Naval de Iquique, junto a antiguos cascos, campanas, retratos históricos y artefactos de la unidad, más medallas y premios recibidos. La exhibición permanente se realiza en ese mismo salón que ha sido escenario de las grandes juntas y sesiones de la Compañía Española. No obstante, persiste dentro del cuartel la cada vez menos creíble leyenda de que los cuerpos de los héroes fueron velados en su salón, gran motivo de soberbia para los voluntarios.

La bomba cuenta como vehículo principal en nuestros días, con un carro Mercedes Benz L1520 modelo Thecniques & Supplies W-4.000, con una capacidad de estanque de 4.000 litros, año 2004. Su emblema sigue ostentando orgulloso el escudo español y el N° 1 de las Compañías de Iquique, además de toda esa poderosa tradición heroica que ha marcado desde sus orígenes los destinos de la gran Bomba Española. La leyenda del velorio de los héroes realizado en su sala persiste con fuerza entre los iquiqueños aportando otra cucharada de orgullo a la ciudad, a pesar de no tratarse de más que un mito según todo indica.

"Primera en Cuerpo. Primera en el Deber", es su lema institucional.

Comentarios

  1. Mensajes rescatados desde el sitio original donde estaba publicada esta entrada antes de fusionarse con este blog:


    Osvaldo Pereira · Tecnico de Servicio at Finning Chile
    Lindos recuerdos de nuestros antes pasado.
    Reply · · 1 · May 30, 2013 at 8:40am

    Christian Alberto
    Como voluntario de esta Compañia, estoy muy agradecido de su publicacion, lo felicito y le dejo este link para que obtenga mas informacion y fotografias.

    https://www.facebook.com/#!/bomba.espanola
    Reply · · September 3, 2013 at 4:53pm

    Criss Salazar · Top Commenter
    Muchas gracias... Y muy agradecido de la cordialidad de todos Uds., los voluntarios de Iquique.
    Reply · · November 11, 2013 at 10:26am

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