LA OCTAVA DE SAN LORENZO DE TARAPACÁ: UNA FIESTA "CHICA" QUE EN REALIDAD ES MUY GRANDE
Coordenadas: 20°12'39.41"S 70° 8'21.81"W (Capilla) 20°12'40.42"S 70° 8'25.74"W (Cruz del Calvario)
La
Capilla de San Lorenzo de la Reconciliación de Iquique está
ubicada en calle Sotomayor 1616, cerca del Cementerio Antiguo. Fue
fundada sobre la pequeña casa-capilla de San Carlos, anteriormente
creada por los padres oblatos en agosto de 1962.
En dos o tres días del período que va del 16 al 20 de agosto de cada año, la misma capilla y su Cruz
del Calvario situada a cuadra y media de allí, son el escenario de
la gran Fiesta de la Octava de San Lorenzo en Iquique, una de las más
importantes del Norte Grande y que en cantidad de bailes y personas que
la visitan, podría hallarse bastante cerca de la fiesta original que se
realiza desde tiempo inmemorial en el poblado de Tarapacá con su centro
de actividades los días 9 y 10 de agosto de cada año, en la quebrada del
mismo nombre.
Tengo
un gran interés personal sobre el culto de San Lorenzo de Tarapacá acá en el
Norte Grande, así que he estado especialmente atento a este tema durante
la temporada del mes de agosto de 2013. Las imágenes que subo aquí son las de
la Octava del año anterior en la misma ciudad (17 a 19 de agosto de 2012),
pero forman parte de una investigación que ya concluyo.
El
diácono mártir español del cristianismo del siglo III, ejecutado en una
parrilla donde fuera asado vivo, según la tradición por llevar ante las
autoridades de Roma a todos los pobres, enfermos, abandonados,
ancianos, prostitutas y desvalidos de la ciudad presentándolos como los "tesoros de la Iglesia"
que se le había exigido entregar, es extremadamente popular en estas
regiones nortinas, especialmente entre los mineros, los transportistas y
los conductores, que se encuentran bajo protección de su patronato.
Fue
por su particular relación con el mundo de la minería que el recordado y
exitoso plan de rescate de los 33 hombres atrapados al interior de
Copiapó, se llamó precisamente "Operación San Lorenzo", el año 2010. Y,
como muchos mineros pampinos se dedicaron a la actividad del mar después
de la debacle de la actividad salitrera, además, este santo apodado el Lolo
entre sus fieles, es muy venerado entre los pescadores iquiqueños. Por
excelencia, San Lorenzo ha sido tomado por el Santo Patrono de los
desposeídos, los despreciados, los que viven al margen y en la miseria;
incluso el folclore lo adopta como el protector de los mendigos y de los
alcohólicos. Prácticamente no hay animita de carretera o ciudad en
todas estas regiones, que no lleve algún símbolo alusivo al diácono
mártir.
A
pesar de que las Octavas (realizadas originalmente ocho días después de
la fiesta principal, y de ahí el nombre) suele ser conocidas como
"fiestas chicas" de la principal, como sucede con la de la Virgen de La
Tirana de Iquique que se realiza desde los años treinta muy cerca de
este lugar, en la Plaza Arica, la de San Lorenzo es definitivamente una
gran fiesta popular: grande en todo sentido, donde uno vuelve a
encontrar muchas de las caras de los leales peregrinos que se ven en la
fiesta mayor de Tarapacá, incluidas las bandas de músicos, cargadores,
bailarines y devotos más simbólicos. Se la hace coincidir con los tres
días del fin de semana, como sucede con varias otras fiestas Octavas del
Lolo por el resto del país pero especialmente en territorio nortino.
La
historia de la gran fiesta "chica" de la Octava de San Lorenzo en
Iquique, comienza cuando la Congregación de los Padres Estigmatinos
adquirió este pequeño templo de calle Sotomayor y lo restauró
completamente para el servicio religioso, refundándolo oficialmente con
el nombre de Capilla de la Reconciliación. Con esta nueva identidad, la
iglesia con torreta campanario fue reinaugurada el 8 de enero de 1984,
por iniciativa de dos connotados sacerdotes de origen italiano: el Padre
Luigi Tortella y el Padre Daniel Giacopuzzi.
Sin
embargo, como no existía por entonces un lugar exacto para tomarlo por
sede de las celebraciones de la Octava de San Lorenzo en Iquique, el
Obispado de Iquique decidió que la flamante Capilla de la Reconciliación
sirviera a este propósito, gracias a las sugerencias de los propios
sacerdotes Tortella y Giacopuzzi, que eran reconocidos devotos del Lolo.
Para este fin, el propio Padre Giacopuzzi produjo la imagen de San
Lorenzo que se ubicó desde entonces en la rebautizada Capilla de San
Lorenzo de la Reconciliación.
A
partir de 1988, cuando ya prácticamente estaban concluidos los trabajos
en el pequeño templo, la capilla también fue lugar de una fiesta
paralela a la de San Lorenzo de Tarapacá, durante los mismos días 9 y 10
de la celebración central, pues el padre Tortella quería que estuviese
disponible para los devotos iquiqueños que por impedimentos físicos,
compromisos o falta de recursos, no pudieran asistir a la fiesta
principal en la Quebrada de Tarapacá. Hoy existen otros altares
dedicados a San Lorenzo en la ciudad para este mismo propósito,
destacando especialmente la réplica del santuario tarapaqueño que se
instala todos los años en la entrada de Alto Hospicio, durante la Novena
y la Octava. Hoy, los devotos que no pueden ir a la celebración
principal realizan allí sus honores, rogativas y promesas al mártir de
los desposeídos y de los hombres de esfuerzo. No obstante, la parroquia
permanece como un lugar de actividades durante el período, siendo lejos
la fiesta "chica" la más importante de ellas, de concurrencia masiva e
importancia que supera a las demás Octavas de San Lorenzo en todo el
país.
Como
dijimos, existe a escasa distancia del templo una Cruz del Calvario que
emula en su función a la existente en el borde del santuario del pueblo
de Tarapacá y de otros sitios consagrados a fiestas religiosas: lugar
de saludo y despedida para las sociedades de baile y las cofradías de
feligreses. En este punto preciso, para la fiesta "chica", se instala un
escenario. El gentío llega hasta más allá de las puertas del templo,
tocando las poblaciones San Carlos y Jorge Inostroza adyacentes a la
capilla, con las calles decoradas por innumerables guirnaldas, altares,
lienzos, globos y luces dominadas por el color "corporativo" del culto
al Lolo: rojo y amarillo. El público es surtido, pero abundan
especialmente los rostros de hombres y mujeres pampinos, fieles
seguidores del santo, incluso varios inmigrantes peruanos y bolivianos
contagiados del culto iquiqueño.
Protocolarmente,
la fiesta comienza un día viernes al atardecer, con la entrada de la
agrupación de las juntas de vecinos y sociedades religiosas hasta la
capilla, seguida del inicio de las presentaciones de los grupos
religioso de acuerdo a una secuencia numérica de lugares cuidadosamente
asignados año a año.
Cada cofradía llega cargando su propio altar de
andas con la imagen del santo, por supuesto: indios pieles rojas,
llameradas, tobas, morenadas, diabladas y otras manifestaciones típicas
del folclore religioso altiplánico, con el famoso carnaval orureño como
principal manifestación y eje de irradiación del mismo. Al día sábado
siguiente, continúan estas entradas de sociedades y también las de los
cargadores, con las misas respectivas y la vigilia de la víspera.
La
imagen hecha por Giacopuzzi del santo se saca en andas junto a la de
Jesús, durante el jubiloso paseo procesional del domingo de esta Octava,
sobre los hombros de los cargadores después de la presentación de todos
los bailes. Los feligreses la siguen con fervor, haciendo paradas y
tirando de cuando en cuando algún fuego artificial conseguido evadiendo
las restricciones. Al igual que sucede en la fiesta principal, durante
este trayecto muchas familias reparten recuerditos y obsequios a los
demás concurrentes, en prenda de agradecimiento a los favores concedidos
por el santo.
Acá hay cierto aire de fiestas internacionales o carnavales al estilo Mardi Gras,
sin embargo: la gente arroja collares, pequeños regalos, naranjas y
dulces desde los balcones del vecindario. Tradicionalmente, además, al
pasar la procesión junto al centro hospitalario que se encuentra en
estas calles, los choferes de las ambulancias suelen soltar una lluvia
de papeles de colores al tiempo que encienden balizas y alarmas de sus
vehículos, justificando una pequeña detención del cortejo en esta ruta.
En muchas fachadas de casas o espacios del camino se ven altares menores
o lienzos homenajeando a algún devoto recientemente fallecido.
La
masiva procesión de la fiesta "chica" transita dificultosamente por
estas arterias estrechas: Sotomayor, Luis Cruz Martínez, Piloto Pardo,
Moisés González, 12 de Febrero, hasta regresar a la capilla en horas ya
oscuras, pasando frente al escenario de la Cruz del Calvario en medio de
la casi euforia popular por el querido santo.
Hay rostros que ya son
parte de lo más tradicional de la procesión en esta ruta: algunos
conocidos músicos de bandas de bronce; o don feligreses como don Manuel
Vera, con su pesado altar individual del Lolo sobre la cabeza,
mismo que en el año 2013 sufrió un accidente allá en la quebrada haciéndose
añicos, pero reemplazándolo con otra estatuilla a las pocas horas.
También está allí un eximio bailarín boliviano que llega vestido con un
extraordinario traje de moreno del Carnaval de Oruro.
Tras
la larga vuelta de cuatro o cinco horas llenas de la música de las
bandas de bronces, la procesión entra de regreso al templo; se realiza
la retirada de las sociedades religiosas y se da por concluida la gran
fiesta "chica" de San Lorenzo en Iquique, que de "chica" la verdad es
que sólo tiene el nombre y el concepto como Octava de la fiesta original
en Tarapacá, como hemos visto.
Cabe
recordar que existen muchas otras Octavas de San Lorenzo regadas por el
Norte Grande de Chile y que se realizan durante los fines de semana que
le quedan al mes de agosto, después de la fiesta central: la capilla de la calle
Macul en la población Patria Nueva de Arica, por ejemplo; o la de Pozo
Almonte, donde se realiza una procesión desde una gruta en el pueblo
hasta la Parroquia de San José Obrero; en La Tirana, en tanto, un
recorrido solemne se ejecuta alrededor de la explanada del santuario; en
Alto Hospicio se monta un escenario frente a la Sociedad de Cargadores
de El Boro, que saca si propio Lolo en andas; y en la localidad
de Huarasiña, a escasa distancia del escenario de la fiesta principal
allí en la quebrada, tiene lugar una célebre y pintoresca fiesta "chica"
con parabienes, bailables y grandes manifestaciones de hospitalidad por
parte de los organizadores.
Sin
embargo, no tengo duda de que la más grande e importante de todas estas
fiestas "chicas" de San Lorenzo de Tarapacá se encuentra
definitivamente en Iquique, allí con la Capilla de San Lorenzo de la
Reconciliación por núcleo. No se puede conocer la fiesta grande, por lo
tanto, sin haber pasado también por ésta, su mejor reflejo en la Octava
del Lolo sobre el espejo de la fe popular y la identidad iquiqueña.
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