HOTEL COLINA: HISTORIA Y TRAGEDIA DE UN SINGULAR EDIFICIO

 

El hotel hacia el año 2008.
Coordenadas: 41°28'23.60"S 72°56'35.54"W
En la madrugada del miércoles 7 de noviembre de 2012 ardió con fatídica crueldad el que fuera quizá no de los más conocidos símbolos turísticos de la Costanera de Puerto Montt y de sus postales junto al océano: el Hotel Colina, con sus cerca de sesenta años a cuestas y sus inconfundibles líneas redondeadas de arquitectura. Tal como en 1958 la ciudad perdió entre llamas a su bello y tradicional Hotel Central de calle Urmeneta llegando a San Martín, ahora desaparecía en el fuego -y bastante cerca de allí- un caso que fue considerado en su tiempo ejemplo de modernidad hotelera para la misma ciudad.
En el incendio, que fue definido como el más grave de la ciudad de Puerto Montt en 40 años, desparecieron volatilizadas en el humo 52 habitaciones, 100 camas, un elegante bar-restaurante subterráneo y su sala auditorio, junto a más medio siglo en la historia local alojada a perpetuidad en esa dirección de la calle y paseo Talca número 81, dirección pasó a pertenecer sólo a carbones, escombros y muros tambaleantes.
Mientras se apagaban las llamas, el único saldo positivo que se creía posible de este desastre era que la vida de ninguno de los 29 pasajeros que había al interior del edificio resultó comprometida, a pesar de que hubo dos bomberos heridos de entre las varias compañías que debieron llegar hasta allí. Triste desengaño, sin embargo: el martes 13 de noviembre siguiente se informó que sí había un cadáver calcinado dentro de los restos del edificio, apareciendo después otro cuerpo, siendo identificados respectivamente como Raúl Heriberto Campaña Manquez, de 57 años, y Gilda Eugenia Bianchi Mattassi, de 47, una pareja proveniente de la ciudad de Caldera y que había alojado en el hotel sólo horas antes de empezar el infierno.
Ubicado en un amplio edificio-esquina de calle Diego Portales con Talca, el hotel acusaba un estilo modernista con remanentes de la influencia bauhaus, quizá ya en la post-vanguardia de la arquitectura, con toques funcionalistas y elegante fachada que buscaba mimetizarse con el estilismo localista y tradicional, especialmente en el uso de las maderas. Por eso, realmente dolía verlo en las imágenes después del siniestro, reducido a un cascarón humeante y en ruinas, irreconocible.
Edificio del Hotel Colina en los sesenta, en las colecciones de la Editorial Zig Zag.
Imágenes de la fachada exterior del hotel y de algunos interiores (bar y restaurante). Fuente imágenes: sitio web del Hotel Colina, ya fuera de línea.
De acuerdo a la información que manejo, la historia del hotel había comenzado en los años sesenta, cuando fue proyectado en el lugar por el ciudadano chileno-español Clemente Ruiz-Clavijo, cuyo padre Jesús Ruiz-Clavijo había construido en esa misma cuadra, en 1952, los establecimientos que fueron ocupados años después por las tiendas "Corona", en la esquina con Varas. Allí se había acogido inicialmente a la tienda "Embajadores", además de algunos departamentos residenciales por el lado de la misma Costanera Diego Portales.
Estos últimos departamentos fueron vendidos a varios connotados personajes locales, como el aviador Gunther Stange Wistuba, don Elías Pérez y hermanos, José Tieck Carrasco y el arquitecto Sergio Soza Valderrama. Por el lado de Varas, además, estaba también el Cine Rex, que don Jesús había diseñado para 1.200 personas, 960 plateas baja y alta, y 300 de galerías, y que en su época tuvo enorme importancia para la vida popular puertomontina.
Clemente tenía también una residencia allí, en ese edificio curvo de la esquina poniente. Sin embargo, al fallecer su padre comenzó a adquirir todos los demás departamentos, incluyendo la parte que pertenecía a su hermana María Elena, hasta quedarse con la totalidad del edificio. A continuación, y con la intención de establecer allí un gran hotel, el empresario se ocupó de dirigir parte de los trabajos de remodelación del recinto y la construcción de habitaciones por el lado trasero para habilitar cuartos de alojamiento, siguiendo los planos de Soza Valderrama en la infraestructura del mismo, quien había añadido un piso completo de alerce y mañío sobre los otros de albañilería por el lado de los departamentos.
Don Clemente inauguró el hotel en 1966 gracias a un crédito CORFO por un millón de dólares, otorgado a su empresa Renta y Teatro Puerto Montt S.A., fundada el mismo año en que su padre había construido los edificios. A la sazón, sólo había dos grandes hoteles en Puerto Montt antes que éste: el Hotel Vicente Pérez Rosales (hoy Don Vicente Costanera) y el Hotel Montt, por lo que las ganancias fueron rápidas y abultadas, entrando no sólo por el concepto de la hotelería propiamente tal, sino también por el arriendo de las dependencias inferiores del restaurante para fiestas y encuentros.
El empresario mantuvo siempre en el hotel su aspecto moderno pero de comentada alusión rústica, como las texturas del frente y sobre el zócalo, además de la curiosa estructura lateral con un pequeño portal de acceso por calle Talca.
Sin ser uno de los edificios esplendorosos para la curiosidad del turista, el Hotel Colina constituyó un referente y centro de actividades en Puerto Montt. De hecho, en noviembre de ese mismo año se realizó en su auditorio el 59° Congreso de la Confederación Nacional Azucarera (CONAZU). El mismo creador del hotel recordaba que este había recibido varias visitas destacadas como Mario Kreutzberger "Don Francisco", el elenco humorístico del programa "Jappening con Ja", el comediante Daniel Vilches y sus compañeras artistas de revista, el cantante Buddy Richard, el entonces ministro de defensa Adolfo Zaldívar y el senador Sergio Páez durante los ocho meses que hizo campaña allá, entre muchos otros ilustres. En sus buenos tiempos, solía llenarse en un 70% durante el invierno y al 100% durante el verano.
Sin embargo, problemas financieros comenzaron a afectar al dueño de estos edificios, además de sobrevenir la caída del Cine Rex dentro de este mismo complejo. Si bien en sus primeros años había sido otro excelente negocio, al momento de cerrar en los ochenta, la sala apenas recibía de 20 a 30 personas por día. Ruiz-Clavijo lo había arrendado a un español en un período de 20 años pero, tras cerrarlo, su mobiliario fue rematado en un estadio, mientras que las máquinas y rollos fílmicos se vendieron a un coleccionista santiaguino.
En esa misma época ochentera, la ex sala pasó a ser sede del restaurante de comida rápida: "El Paso", que llegó a ocupar tres pisos bajo dirección de don Clemente. Sin embargo, al poco tiempo decidió mover el restaurante a Varas con O'Higgins y así arrendó el edificio completo a las tiendas "Corona", aunque este cambio no funcionó y afectó financieramente a Ruiz-Clavijo durante la década siguiente, a causa de las pérdidas que provocaba el negocio de alimentos. Posteriormente, el ex "El Paso" de esa segunda dirección en Puerto Montt pasó a ser el restaurante "El Tablón".
Tras 40 años habiendo sido propietario del lugar y -según parece- ya acosado por deudas, Ruiz-Clavijo vendió el complejo el año 2006, pasando así el Hotel Colina a manos de las Inversiones Pedro de Valdivia, liderada por el empresario Claudio Fischer en este grupo que lleva su mismo apellido y que también fuera constructor del Edificio Comercial El Campanario, en 1989. Con esto, una nueva historia de esplendor parecía haber comenzado para el característico hotel de la Costanera, turístico punto de encuentro para los visitantes, frente al mar y al inicio del Paseo Talca.
La esquina abrasada por las llamas durante la noche del 7 de noviembre de 2012. Imagen publicada por el diario "El Llanquihue".
Imagen después del desastre... Publicada en el portal noticioso ÁmbitoSur.
Pero el ángel de la desgracia atacó a Puerto Montt otra vez, ese año 2012: al parecer, a consecuencia de unos trabajos que se habían realizado sólo pocas horas antes en el cuarto piso de madera construido sobre los otros tres de concreto, comenzó a aparecer el humo hacia las 3:45 de la madrugada.

La humareda nocturna alertó a funcionarios de Carabineros de Chile, quienes llegaron rápidamente al lugar poniendo en alerta al Cuerpo de Bomberos. Miembros de ambos uniformes estuvieron ayudando a rescatar a los pasajeros del hotel, algunos de los cuales resultaron providencialmente sólo con lesiones menores.
Al ver desde su hogar el desastre y enterarse que era aquella cuadra la que ardía, el propio Ruiz-Clavijo corrió hasta allá para ayudar y dar instrucciones en calidad de perfecto conocedor de su querido ex hotel, pues el dueño Claudio Fischer no se encontraba en la ciudad y el conserje sólo llevaba unas horas en funciones allí, recién contratado. También llegó hasta el lugar el intendente subrogante Francisco Muñoz y el Director Regional de la ONEMI Andrés Ibaceta.
Luego de horas de batallar contra las llamas, los 200 voluntarios de siete compañías de Bomberos de Puerto Montt y tres de Puerto Varas pudieron controlar y reducir al fin el enorme incendio recién en el mediodía. Además del Hotel Colina, terminaron destruidas las tiendas "Corona" del lado de Varas, el local de ventas "Plastiladia", la joyería "Anais" y la boutique "Tendencias". Habían seguros comprometidos en el hotel, pero no en algunas de las otras tiendas siniestradas.
Después de pasar un tiempo en ruinas y rodeado por unos cierres de madera, expuesto como una momia urbana, lo que quedaba del edificio hotelero acabó irremediablemente demolido.

El incendio del Hotel Colina fue, probablemente, el peor desastre de este tipo sucedido en la ciudad desde 1968, cuando se quemó otro famoso recinto turístico: el Hotel Rex, llevándose en las llamas también las tiendas "La Madrileña" y "Milena Modas". Con el nuevo desastre que se cobró dos vidas inocentes, se ha perdido un sitio característico y distintivo del borde costero de Puerto Montt, dejando una pieza faltante en su rompecabezas de paisaje urbano y patrimonial en el que, seguramente, nada podrá volver a calzar con su distinción y lucimiento.

Comentarios

  1. Hola, muchas gracias por compartir este pequeño pero relevante aspecto de la historia de Puerto Montt. Este edificio desde pequeño lo veía con mucho interés, la forma en que se incorporaba al espacio urbano. La textura de su contrucción y un simbólo de la arquitectura moderna en Puerto Montt, con respeto y cuidado único hacia el escenario en que se insertaba, algo de lo que carecen hoy las construcciones, donde prima la utilización y maximización del espacio bajo las estéticas del mercado y no las de la construcción de la ciudad. Símbolo de tantos aspectos, la cultura popular con el teatro Rex, las dinámicas del comercio local y el "auge" de la ciudad post terremoto de 1960. Yo soy licenciado en historia y me interesan mucho las áreas de historia social y urbana, me gustaría que pudieramos tomar contacto para ver si podemos aportar en algo a seguir la línea de lo que has hecho en este trabajo. mi correo es yerko.monje@gmail.com

    saludos

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