BUQUE SARGENTO ALDEA: UNA SEMANA A BORDO DE UN GIGANTE DE PAZ
El buque anclado en el puerto de Mejillones.
En
octubre de 2013, fui invitado al Operativo Acrux-Norte de la Armada de
Chile, como guía y asistente del director del Museo de la Guerra del
Pacífico "Domingo de Toro Herrera", el coleccionista de antigüedades
Marcelo Villalba, que llevaría su muestra para exponerla durante la
travesía.
Aquella
fue la primera vez en que pude abordar por un tiempo importante un
navío de la Armada de Chile más allá de una mera visita, en este caso un
gigante de la flota: el buque multipropósito LSDH-91 "Sargento Aldea",
incorporado hacía menos de dos años y comandado en esos momentos por el
Capitán de Navío Manuel Pinochet Rodríguez. Fue una semana de enorme
intensidad y actividades varias en los lugares de desembarco.
Demás
está decir lo extraordinario de la experiencia de participar -en
semejante coloso y en calidad de civil- en una misión de paz como
Acrux-Norte, primera de su tipo que iba a ejecutarse entre Mejillones y
Pisagua. Fue una prueba de rigores también desplazarse por ese laberinto
de brutalismos, tubos y escotillas evitando extraviarse, además de
probar los rigores de vida diaria marinera como dormir en literas con el
ancho de una camilla, soportar los efectos del mareo de tierra y
ducharse diariamente con agua más cercana al frío que a la comodidad
doméstica.
Antes
de ser el "Sargento Aldea", este buque había sido el L-9011 "Foudre" de
la Marina Nacional de Francia, construido entre 1986 y 1988 por la
compañía MacGregor-Navire en los Astilleros DCN de Lorient,
pudiendo entrar en plenas funciones recién en 1990. Era el 12° navío con
nombre "Foudre" en la marina francesa, cabecilla de los buques de
asalto anfibio tipo LPD de los dos de la clase TCD "Foudre", junto al
L-9012 "Siroco".
Sus enormes proporciones alcanzan los 168 metros de eslora, mientras que la manga llega a 23,5 metros, el puntal los 47,7 metros y su calado de 5,2 metros. Desplaza 12.000 toneladas alcanzando los 21 nudos con sus motores diésel SEMP Pielstick, y su equipo de armas dispone de 3 sistemas Simbad, 3 cañones Breda-Mauser (30 mm.), 4 ametralladoras M2-HB Browing (12,7 mm.). Entre otros aspectos asombrosos de su tecnología, tiene una plataforma desplazable para el hangar de helicópteros y, en popa, una compuerta para el enorme compartimento de las naves menores.
Sus enormes proporciones alcanzan los 168 metros de eslora, mientras que la manga llega a 23,5 metros, el puntal los 47,7 metros y su calado de 5,2 metros. Desplaza 12.000 toneladas alcanzando los 21 nudos con sus motores diésel SEMP Pielstick, y su equipo de armas dispone de 3 sistemas Simbad, 3 cañones Breda-Mauser (30 mm.), 4 ametralladoras M2-HB Browing (12,7 mm.). Entre otros aspectos asombrosos de su tecnología, tiene una plataforma desplazable para el hangar de helicópteros y, en popa, una compuerta para el enorme compartimento de las naves menores.
Ilustración del buque siendo construido en los Astilleros de Lorient, hacia 1988.
Imágenes
del "Sargento Aldea" en el período de traspaso desde la Armada de
Francia a la de Chile. Imágenes tomadas del sitio web de la Armada de
Chile (armada.cl) y de Mar et Marine (meretmarine.com).
Campana y escudo en el acceso al "Sargento Aldea", tras la escala real.
Las
participaciones memorables del buque durante su servicio en la flota
franca fueron varias, como se verifica en su hoja: destacan misiones
durante las Guerras de Yugoslavia (1991-1999), la Operación Licorne de los "cascos blancos" durante la guerra civil de Costa de Marfil (2002-2004), la Operación Baliste de evacuación de franceses durante la Guerra del Líbano (2006), las misiones de apoyo a en África Occidental Corimbo 95 (2008-2009), los trabajos de búsqueda del fatídico Vuelo 447 Air France cerca del Archipiélago de San Pedro y San Pablo (2009), y la Corimbo 101
(2010). Emociona un poco pensar que estos mismos pasillos y cabinas
fueron usados por los protagonistas de tan históricos episodios de
actualidad mundial.
Durante
la misión realizada en Gabón en 2009, sin embargo, una tragedia
ensombreció la historia del "Foudre": el 17 de enero de ese año, uno de
los helicópteros del buque se estrelló contra el borde costero, muriendo
ocho de sus tripulantes Siete cuerpos pudieron ser recuperados, y uno
desapareció, todos ellos de militares. Son sus mártires; las lágrimas en
la historia del buque.
El
cómo llegó a la Armada de Chile un navío de semejante tamaño y
prestigio, es una historia un tanto curiosa. Durante el año 2006,
Francia había ofrecido a Argentina la venta de dos buques de asalto de
las clases "Ouragan" y "Orange", negociaciones que estuvieron cerca de
arribar a buen destino durante el año siguiente, pero que acabaron
descartadas de súbito por la constatación de la presencia de una gran
cantidad de asbesto en la construcción de las mismas naves. Quizás
buscando retomar el punto suelto de conversaciones, el Ministerio de
Defensa de Francia anunció a mediados de 2010 el próximo envío a Buenos
Aires una delegación para ofrecer esta vez al "Foudre", ya que iba a ser
reemplazado en mayo de 2011 por un buque de proyección estratégica
(BPC): el L-9015 "Dixmude", tercer representante de la Clase "Mistral".
Sin
embargo, percibiendo tal vez poca decisión de parte de Argentina y
temiendo que los presupuestos frustraran la nueva negociación, Francia
decidió ofrecer el "Foudre" también a Brasil y a Chile. Por entonces,
nuestro país justo había retirado al LST-93 "Valdivia" tras 15 años de
servicio, requiriendo de un reemplazo. Fue así como el gobierno tomó la
decisión de compra en octubre de 2011, siendo traspasado el buque a la
Armada de Chile en Toulon, el 22 de diciembre, con una ceremonia
realizada al día siguiente y recibiendo su nuevo nombre en homenaje al
héroe de la "Esmeralda" en la epopeya del 21 de mayo de 1979, el
Sargento Juan de Dios Aldea.
Así,
el ex "Foudre" zarpó con bandera chilena hacia Valparaíso, llegando a
puerto el 10 de marzo de 2012 y comandado por el entonces Capitán de
Navío Daniel Coca Herrera. Es, desde entonces, el buque insignia del
Comando Anfibio y de Transportes Navales de la Armada de Chile, y en su
escudo se lee un soberbio "SUNT VIRTUS IN MARE" ("SOMOS LA FUERZA EN EL MAR").
El
22 de enero de 2013, además, se le asignó puerto al "Sargento Aldea" en
la base de Talcahuano, recibiendo allá su pabellón de combate en marzo.
No pasó mucho para que iniciara operativos de asistencia médica en sus
amplias dependencias clínicas interiores, como el de la Fundación Acrux
que nos convocara ese año, además de misiones humanitarias más nuevas
como Partnership of America y Solidaridad, ambas del 2014.
Pasillos y puertas interiores.
Las estrechas galerías del buque.
Escotilla de descenso al área de cabina.
El
operativo médico y social de Fundación Acrux y la Armada de Chile se
realiza en el Norte y Sur del país, hacia las regiones extremas,
llevando un contingente de profesionales de salud en estas
instalaciones. Cubre zonas territorialmente apartadas o en donde el
servicio médico requiere de un refuerzo para bajar las listas de espera
en los hospitales y consultorios. Como el "Sargento Aldea" cuenta con un
moderno servicio de hospital capaz de cumplir con los requerimientos
del Sistema de Sanidad Naval, su incorporación al operativo ha sido
estupenda, brindando cobertura eficiente en cada misión y satisfaciendo
cabalmente el propósito del programa, además de reunir una gran
experiencia que ha permitido recientes firmas de convenios para
incorporar tecnologías de telemedicina en el Acrux. Y la ampliación de
este operativo a alcances culturales, pues, ha permitido que instancias
como la exposición sobre la Guerra del Pacífico en la que participé,
pudiera formar parte de las actividades relacionadas con el paso del
buque en cada destino.
Fuimos
invitados así al Acrux-Norte de ese año, primero con estos destinos en
el Norte Grande de Chile. Tras salir en horas de madrugada desde
Pudahuel, llegamos el 27 de octubre de 2013 en vuelo directo hasta
Antofagasta, desde donde somos conducidos a Mejillones. Allí, pasamos un
largo rato de espera en el edificio de la Capitanía de Puerto que
incluso nos dio tiempo de recorrer la ciudad, su iglesia, museos,
cementerio, teatro y restaurantes como el querido "Tito Cobreloa",
todo un símbolo local. Hacía cerca de diez años que no estaba en este
encantador poblado, y los cambios para mejor se han hecho evidentes en
él.
Ya
en horas de la tarde nos pasa a recoger un vehículo especial que nos
conduce a puerto. Las proporciones exteriores del gigante "Sargento
Aldea" golpean la vista y el sentido espacial de inmediato, pero parecen
redoblarse en su compleja red de galerías y niveles interiores, como
notamos apenas subimos a bordo.
En el hangar del buque caben 4 helicópteros AS332L Super Puma,
que veo despegar en alguna ocasión, compartiendo más tarde la mesa con
sus pilotos de la Aviación Naval. En su gran compartimento interior tras
las compuertas de popa, además, caben tres grandes barcazas de
transporte anfibio: "Canave", "Fuentes" y "Reyes", por cuyos estrechos
espacios entre sí volveré a caminar varias veces durante este viaje,
pues no parece haber grandes restricciones para nosotros los invitados
dentro de la circulación del buque.
Esa
misma noche, el alcalde mejillonino don Marcelino Carvajal Ferreira nos
invita generosamente a una cena en el Restaurant del Casino Municipal,
como agradecimiento a la labor que realiza el personal civil e
institucional del operativo, así que bajamos todos del buque y volvemos
al centro por un rato. Carvajal es todo un personaje acá: hombre
enérgico, entretenidísimo y lleno de historias, además de haber
hermoseado Mejillones como quizás nunca antes lo logró alguna
administración municipal (y sin perder el rasgo popular de la misma), es
el alcalde menos "político" de todos los que hayamos conocido; hombre
de acción e iniciativa como pocos quedan ya en la administración
pública, atributos que le ha sido retribuidos con varias reelecciones.
También nos obsequia a todos algunos recuerdos, prendedores e impresos
de la ciudad que es su compromiso y orgullo. Coincidentemente, quedamos
frente a él y a otras autoridades municipales en la larga mesa.
Vista desde la proa.
Ceremonia de salida de puerto, en horas nocturnas.
Despegue del helicóptero desde cubierta.
La
primera noche en las literas son difíciles para el no acostumbrado a
estos pequeños espacios parecidos a nichos. Nuestra cabina es la E-0111,
a la que se llega descendiendo por una escotilla a prueba de motricidad
fina y equilibrio. AAdemás de los encargados del museo están en ella
los miembros de la Fundación Deportiva "Ganamos Todos", creada por
Harold Mayne-Nicholls para fomentar labor social a través del fútbol, y
de la agrupación de teatro musical didáctico para niños "Cantando
Aprendo a Hablar", que irá realizando presentaciones en vivo en las
ciudades. Las chicas que forman parte del grupo de actores se alojan en
una cabina un par de niveles más arriba, subiendo por las empinadas
escaleras metálicas.
En
la mañana conozco el comedor, al final de uno de los pasillos centrales
y cerca de la proa. Es curioso este sitio, pues tiene cerca una
biblioteca con algunos libros en francés dado que, por un tecnicismo,
cuando se compró el "Foudre" se hizo con todo lo que tenía en su
interior, según me explican. También hay grabados y fotografías
históricas de la nave en algunos muros. Y como el buque es también una
verdadera estación de comunicaciones, tantas antenas y transmisores que
perturban el uso de teléfonos móviles y, según parece, hasta encienden
accidentalmente mi celular cuando paseo en cubierta o la bodega de
carga. Es una verdadera ciudadela flotante, en mi impresión.
Esa
misma mañana, el personal de la Armada hace un acto simbólico en Punta
Angamos, histórico sector donde tuvo lugar la batalla en que se diera
captura del "Huáscar", en 1879. Pocas horas después, estamos armando
vitrinas de exposición dentro del propio buque, en una sala cerca de
popa, donde Marcelo ofrece una rotativa de charlas históricas ante la
atención cautiva de los propios marinos y tripulantes, incluso mostrando
reproducciones de uniformes a los presentes. Uno de ellos y muy joven,
Gabriel Leiva, parece particularmente interesado y colaborador con
nosotros, y formamos rápidamente amistad con él en esta aventura. El
mismo Infante de Marina nos acompañará en tierra, poco después.
Hay
una extraña invasión de medusas por las aguas marinas, este año.
Parecen rodear al buque todo el tiempo. No es la actual plaga de fragata portuguesa,
sino una de mayor tamaño, de colores amoratados, anaranjados y rosas
que parecen haberse apoderado de las mareas en las proximidades de la
costa. Algunas se mueven y sacuden débilmente sus capuchas, como
intentando nadar, pero la mayoría lucen inertes, con su vida gelatinosa
ya consumida por alguna extraña razón. Nos llegan noticias de que su
abundancia ha puesto en alerta ya a las autoridades, y volveremos a
verlas por todo el Norte Grande durante este viaje. Hoy sé que es la
especie Chrysaora plocamia.
Caída
la noche zarpamos desde el puerto de Mejillones, lo que me da la
oportunidad de observar los protocolos y solemnidades de la Armada para
este acto en particular, con la formación del personal de puerto
perfectamente alineado en la orilla y la banda musical del buque tocando
en cubierta. Contemplo así la noche oceánica desde la altura de los
balcones de torreta, junto a la cabina de mando, acompañado de varios
jóvenes tripulantes y otros miembros de las delegaciones civiles. Abajo,
en la oscuridad del mar, se observan estelas de algo que entre las
sombras escapa de la inmensidad del "Sargento Aldea" mientras avanza;
criaturas misteriosas que arrancan unos metros y parecen detenerse a
observar el paso de la mole flotante cuando ya se sienten seguras,
haciendo un tenue sonido parecido a un siseo o chasquido... ¿Lobos
marinos? ¿Cetáceos? No cuesta imaginar en esta noche por qué los marinos
antiguos veían sirenas en todos los mares del mundo.
El
día siguiente está nublado y con una situación de marejada que impide
al "Sargento Aldea" atracar en puerto, por lo que desembarcamos en el
bote inflable motorizado después de haber completado las vitrinas de la
exposición dejándolas en la nave. Recorremos la ciudad y somos recibidos
por miembros de la compañía local de bomberos, además de integrantes
del Rotary Club; también improvisamos una pequeña reunión con
autoridades municipales en dependencias que dan justo hacia la plaza de
armas, que en esos momentos estaba siendo remodelada. Nuestros nuevos
amigos nos conducen por varios lugares históricos de este puerto
industrial, incluyendo su característica roca con silueta de camello.
El "Sargento Aldea" visto desde el bote de desembarco en Tocopilla.
Gran cámara de transporte de los vehículos anfibios, hacia popa.
Luces interiores durante navegación.
Marcelo
está empeñado en identificar las tumbas de veteranos de guerra, por lo
que vamos también al cementerio de Tocopilla con nuestros hospitalarios
guías, dando con algunos nichos de auténticos ex combatientes del 79.
Como era inevitable, también nos pasean por la casa de la familia del
futbolista Alexis Sánchez, el gran orgullo de esta esforzada y pujante
comunidad. Hacía tiempo ya que no me había detenido en la ciudad más que
por algunos minutos, así que me pongo al día con sus hermoseamientos y
desarrollo. Terminamos el día en el excelente restaurante "La Carreta de
Rosita" con una pareja de comerciantes tocopillanos, también rotarios
como Marcelo.
En
tanto, se improvisa un gran encuentro en el comedor con sillones y
sofás del "Sargento Aldea" al que llegamos en esa misma noche, después
de la cena, ocasión en la que el periodista Alipio Vera -que cubre este
operativo- recibe un reconocimiento de la Armada de Chile. Parecen estar
todos presentes allí, aunque sea por un rato, y nadie se ve complicado
por las botellas individuales de cerveza que paseamos entre los civiles
presentes... Cerveza que me dificultará un poco el regreso a mi cabina,
pues me encuentro solo con los pasillos alumbrados por las luces rojas
de navegación, haciendo más difícil aún reconocer la ruta de vuelta.
El
miércoles 30 hemos llegado a Iquique y bajamos a tierra. Es nuestro más
esperado destino, ya cerca del final del Operativo Acrux-Norte, pero
para nosotros inicio de la segunda etapa de este viaje. Mientras
"Cantando Aprendo a Hablar" realiza sus presentaciones en la Plaza Prat,
en las puertas del teatro, nosotros montamos la muestra del museo en la
ex Aduana de Iquique, edificio que tanto costó recuperar y que hace
poco fuera destruido parcialmente por un incendio. Gabriel, el amistoso
marino, reaparece y nos asiste después llevando la exposición hasta acá,
donde la instalamos en el salón central, además de los grandes lienzos
que son parte de la muestra. Para asegurarnos que vaya con nosotros
solicitamos también alguna mano extra para ayudar a instalar todo,
sabiendo que él sería asignado. Allá recibimos varias visitas de
curiosos y algunas también de conocidos que mantenemos en la ciudad.
Mientras parte de la tripulación del buque viaja a Pisagua, donde recreacionistas de la Guerra del Pacífico hacen una performance
de la toma del puerto (en la proximidad de su aniversario) para las
cámaras de los reporteros liderados por Alipio Vera, nosotros dejamos
instalada la muestra y pasamos a ver a nuestros amigos el relojero
Hermes Valverde y el Mayor (R) Enrique Cáceres, enterándonos de sus
avances en la identificación del posible hospital de sangre donde estuvieron los cuerpos de Prat y Serrano.
Adicionalmente, periodistas de "La Estrella de Iquique" llegan hasta la
muestra para publicar un artículo al día siguiente, lo que atrajo a
todavía más visitantes.
Cáceres,
que trabajaba entonces en el museo de historia militar de calle
Baquedano, nos invita a su casa en calle Céspedes y González
para almorzar al día siguiente, además. Acogemos la generosa propuesta y
vamos: él y su pareja nos esperan con un abundante y generoso asado.
Una interesante y grata jornada será aquella.
A todo esto, participo por fin de la tradición del "rancho marinero" en la Armada:
empanadas, cazuela y huesillos, sagradamente todos los jueves.
Posteriormente, pasamos gran parte del día en el Museo Naval de la
propia Aduana de Iquique, a un costado del edificio, donde nos recibe
atentamente el erudito curador Eduardo Melipil. La biblioteca histórica
de este lugar y las orientaciones del joven Dángelo Lagos sobre las
colecciones, son una distracción enorme que me impide permanecer mucho
en nuestro lugar de exposiciones, a sólo unos metros de acá.
Coincidentemente, Dángelo cumple sus últimos días como investigador del
museo antes de viajar desde Iquique, buscando perfeccionamientos
profesionales.
Figura
de la Virgen del Carmen dentro del buque, donada e instalada en marzo
de 2013 con motivo de la entrega de su pabellón de combate, en
Talcahuano.
Recreativo
encuentro en el salón de descanso y comedor del "Sargento Aldea"
durante la noche de viaje hacia Iquique. En primer plano, un actor y dos
de las actrices del grupo musical "Cantando Aprendo a Hablar".
Parte de las instalaciones clínicas utilizadas en el operativo médico.
Visitas al buque de las autoridades en Iquique.
También
ha llegado ya a Iquique nuestro amigo Marcos Rulli, dueño del conocido
restaurante "Ocean Pacific's" de Santiago, el lugar favorito de todos
los hombres de mar e instituciones navegantes que pasan por la capital.
Ese mismo día visitamos con él el Museo "Esmeralda", con la reproducción
del histórico buque, donde somos atendidos por la jefa de guías.
Rulli
completará el operativo con el coctail y comida final para los que
participaron del Acrux-Norte. Acompañado de su asistente y anfitrión San
Martín, salimos los cuatro a almorzar y recorrer Iquique durante los
días restantes, además de una exitosa y afortunada pasada de Rulli por
el Casino de Iquiqiue, que permitió extender más la noche en los locales
de Cavancha. De vuelta al puerto, ya en horas nocturnas, el bonachón
Comandante Pinochet nos reconoce en la calle y nos lleva en su vehículo
hasta el "Sargento Aldea", acompañado de un oficial.
El
1° de noviembre es el día de cierre de las actividades; jornada de
epílogos y despedidas formales. Llegan las autoridades locales, pero el
clima es distinto: hay cierta indiferencia de parte de los visitantes
hacia nosotros los civiles, casi hostil en algunos casos, y más atención
a las cámaras de los reporteros. De hecho, contraviniendo las
disposiciones protocolares que se usan en las visitas en el Acrux,
cierta figura parlamentaria apareció en una actitud de evidente
propaganda política para sí misma, causando incomodidad en el cuerpo de
periodistas... Una conocida persona que hoy se ve complicada por las
sombras de la Ley de Pesca, precisamente.
Después de la exposición sobre el operativo realizada con datashow
en el hangar del buque, bajamos a Iquique otra vez. Por la noche, Rulli
dirige la esperada cena de cierre, con presencia de autoridades varias
en sus mesas, incluyendo a Mayne-Nicholls que justo estaba por realizar
unas duras declaraciones a la prensa peruana, fustigando con elegancia
el lenguaje de su entrevistador, causando controversia en ese país según
constatamos dos días después al llegar a Tacna.
Ésta
es la despedida, pero nosotros hemos pedido autorización para un día
más en el "Sargento Aldea", sin embargo, ya que nuestro itinerario
continuará hacia Arica y Sur de Perú. Ya todos se han ido, dejando un
aire de vacío y nostalgia en la cabina. Hasta parecería extrañarse los
ronquidos y bullicios imprudentes del resto de los que estuvieron allí
y que se repitieron durante estas noches en este mismo lugar ahora
silente.
Marcelo
y yo pasamos nuestra última noche embarcados del 2 al 3 de noviembre.
Nuestra jornada continuará visitando lugares históricos de la ciudad y
volviendo al Museo Naval y al Museo Histórico Militar del Paseo
Baquedano, donde está transcurriendo gran parte de nuestra visita a
Iquique. Seis días de equipaje usado los pasamos por la lavandería del
"Sargento Aldea", antes de armar bolsos otra vez. La colección del museo
sale de la ex Aduana y se embarca en el mismo navío, de regreso a la
Base Naval de Santiago, ubicado a espaldas de la Quinta Normal, y
Gabriel vuelve a asistirnos en la tarea de desarmar vitrinas, de la
misma manera que estuvo con algunos de sus camaradas en labores de
vigilancia nocturna de la muestra. Él se marcha otra vez hasta las
entrañas del buque que lo llevará de vuelta al mar, su medio,
prometiéndonos un contacto y una sincera amistad que aún conservamos.
Después
de pasar a despedirnos de nuestros amigos en el Museo Naval de la ex
Aduana, la aventura continuará por nuestra cuenta a Arica y Tacna por
casi una semana más, también en la búsqueda de tumbas de soldados
olvidados de la Guerra del Pacífico y de sus años previos al Tratado de
1929, con buenos resultados en esta investigación en terreno que ya
corresponden al mérito y derechos de divulgación de Marcelo Villalba.
Aquella historia es para otro capítulo.
Atrás
queda entonces, el enorme buque de paz LSDH-91 "Sargento Aldea" de la
Armada de Chile, marchándose desde el puerto iquiqueño y poniendo fin a
una temporada de labores de atención social y médica por las costas de
un país que es, justamente, una gran línea costera con destinos a veces
menesterosos de esta clase de ayudas y atenciones.
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