EL SANTUARIO DE LOS MISTERIOS Y LAS CERTEZAS JESUITAS EN CALERA DE TANGO
Coordenadas: 33°38'15.55"S 70°48'11.58"W
Tantos
años existiendo a poca distancia de Santiago, cerca de 21 kilómetros,
han colmado este sitio de un abultado historial y legendario propio, aún
en desarrollo: los orígenes de la localidad, su influencia en la
toponimia local, historias de túneles subterráneos que la conectarían con el sector de San Bernardo y El Barrancón,
alineaciones cósmicas de su arquitectura, criptosímbolos relacionados
con órdenes perdidas en el tiempo, tesoros y piezas de inmenso valor
ocultas dentro del convento, etc.
Lamentablemente,
en septiembre de 2016 la Iglesia Jesuita de Calera de Tango hizo
noticia por un hecho estrictamente policial: el robo de tres
valiosas figuras que podrían remontarse al siglo XVIII y que
corresponden a la Virgen de la Purísima, en un altar propio al costado
del presbiterio, San Luis de Gonzaga (o San Estanislao de Kostka, tengo
ambas versiones en apuntes) en el Altar Mayor, y San Ignacio de Loyola,
en el vano de una sala lateral. La sustracción quedó al descubierto
durante las inspecciones de un domingo previas a la realización de
la misa matinal. Pudo haberse tratarse de otro caso de robos
patrimoniales por encargo, como lo
creyó también el director del templo, padre Renato Poblete
Ilharreborde, como fue el escandaloso robo de la Espada Conmemorativa
del
General Manuel Bulnes, desde el Museo Histórico Nacional.
El
conjunto de edificios de Calera de Tango se halla en el Camino El Sauce
frente al Fundo San Pedro, a poca distancia del Camino Lonquén Sur, en
históricos territorios agrícolas de la Región Metropolitana que podrían
haber participado del nombre de la localidad de Calera de Tango, según
una de las teorías, pues tango habría sido el título dado a la
fiesta de las cosechas que realizaban los esclavos negros adquiridos en
la Colonia por los jesuitas.
La
historia de este complejo conventual comienza con la primeras
edificaciones del mismo, levantadas para dar acogida a los
representantes de la Compañía de Jesús llegados la zona, que para tales
efectos adquirieron la enorme Hacienda de la Calera de Tango en 1685,
comprándola a los mercedarios que, hasta entonces, la mantenían en
actividades ganaderas y trigueras poco importantes. Las primeras etapas
del templo y del convento de los sacerdotes bávaros ya habían comenzado
en esos mismos años, con algunas habitaciones de adobe sumadas a las que
ya había tenido allí los mercedarios.
El
desarrollo de las actividades en la propiedad experimentó un cambio
asombroso a partir de entonces, sembrándose una gran viña hacia fines
del siglo XVII, que fue importante en la producción de vinos. Este
viñedo en las faldas de los cerros, fue ampliado durante la centuria
siguiente.
Un
nuevo grupo de sacerdotes jesuitas llega hasta la hacienda en 1724, y
al parecer también en 1748, debiendo ampliarse las dependencias y
talleres del convento. Mucho de lo que será su trazado y distribución se
define en esta época: sus líneas rectas de casas solares con 11 patios
de diferentes tamaños, algunos provistos de arboledas, cruces, norias,
fontanas, arcadas laterales, accesos a los claustros y otras antiguas
dependencias que aún se conservan, en algunos casos. Los grandes campos
de la hacienda seguían siendo explotados para agricultura, regados por
eficientes sistemas hídricos introducidos por los propios monjes
germanos.
La
antigua iglesia, casa y escuela jesuita de Calera de Tango, hacia fines
del siglo XIX. Detalle de un óleo de la colección del señor Sergio Ruiz
Tagle, descendiente de los propietarios de la hacienda entre la
expulsión de los jesuitas y su devolución.
Imagen
del templo hacia 1910, con su antiguo campanario y el anterior edificio
del colegio, a su lado (de dos pisos). Se observa una faena de trilla,
en primer plano. Imagen de las colecciones de la Universidad de los
Andes.
La iglesia en 1941, en imagen publicada por C. Benavides.
Los
residentes del convento tenían un talento reconocido como orfebres,
herreros, talladores, escultores, relojeros, forjadores de metal,
tejedores y fabricantes de alhajas, actividades distribuidas en
distintos talleres. De hecho, fue con ellos que pudo entrar en el país
el trabajo de la metalurgia en fierro y acero, hasta entonces
inexistente en Chile, por restricciones reales a esta actividad. La casa
conventual, así, fue el primer centro industrial chileno de estas
características, además de explotar las minas de cal de la zona dando
origen al primer nombre Calera para el lugar, además.
La
implementación de los principales talleres de artesanías e industrias
de esta clase, coincide con la próspera época en que el sacerdote Karl
von Haimbhausen ha llegado desde Munich a Chile con el grupo de bávaros
del siglo XVIII, colaborando también en la terminación de la Iglesia de San Miguel de la Compañía en Santiago
y asumiendo como rector del Colegio Máximo. Haimbhausen, amigo y
confesor del Gobernador Antonio de Guill y Gonzaga, falleció muy poco
antes de la expulsión general de la orden, siendo sepultado en una
cripta bajo el templo.
La
maestría de los sacerdotes bávaros era extraordinaria, colmando de
piezas de singular belleza y atractivo varios templos chilenos. Al
interior de la Catedral de Santiago, por ejemplo, había en el mismo
siglo de su arribo un gran reloj fabricado en los talleres de Calera de
Tango y cuyo mecanismo era capaz de indicar horas, minutos, segundos,
días contextualizados en semana y mes, movimientos de la bóveda celeste,
fases lunares, movimientos del Sol y los planetas, y hasta los
desplazamientos de las casas del zodiaco y el pronóstico de eclipses.
Este taller de relojería era dirigido por el hermano Pedro Ruetz,
oriundo de Oberammergau.
Hay
ciertos temas de controversia y debate con relación al templo. Este
edificio se termina de construir por el año 1753, según se desprendería
de cierta información del propio archivo de los jesuitas. Sin embargo,
la fachada lleva por inscripción una fecha diferente, en caracteres que
también marean: 1760, cuando se suponía que el edificio ya estaba
concluido si la fecha anterior es correcta. Puede que se trate de sólo
una conclusión de terminaciones.
Sobre
lo anterior, el ingeniero e investigador chileno Rodolfo Novakovic, que
ha dedicado parte de su indagación a la historia menos conocida de la
casa jesuita de Calera de Tango, intrigado por los caracteres
estilizados señalando la fecha del templo, consultó con expertos del
Centro de Estudios Hebreos de Santiago por dichos grafemas, donde se le
sugirió la posibilidad de que se trataran no de números, sino ideogramas
basados en el antiguo fenicio, alefato que a su vez es base del
alfabeto hebreo. De acuerdo a esta interpretación, entonces, para el
investigador los signos equivalentes a los falsos números de la fachada
podrían tener la siguiente interpretación:
- 1 = "Compañía" (o "Legión")
- 7 = "Ictus" (pez, símbolo paleocristiano de Cristo)
- 6 = "Poder" (parece representar un látigo)
- 0 = "Ojo" (de la Divina Providencia)
Dentro
de su ambigüedad y las varias formas en que podría tomarse este mensaje
echando mano a la imaginación, está la posibilidad de leerlo como "Compañía de Jesús, látigo (poder, azote) de Dios".
La Iglesia Jesuita de Calera de Tango, entonces, podría estarse
anunciando como un símbolo relacionado con las influencias templarias y
masónicas que algunos creen ver en la congregación, y muy especialmente
en estos de origen germano.
Por
otro lado, cierta creencia popular asocia esta iglesia también a la
presencia documentada de túneles en el subsuelo de la Comuna de San
Bernardo,
conectando desde el siglo XVIII puntos tan distantes como el ex Colegio
de El Barrancón con la vega del río Maipo y el sector de minas de cal
de Cerro de la Calera en Santa Elena, en una gruta donde los patriotas
habrían celebrado con una gran borrachera después del triunfo de Maipú,
según la leyenda. Lejos de ser un mito equivalente al caso del mítico
Subterráneo de los Jesuitas de Santiago,
este tiene su propia historia y su propio legendario, con muchos puntos
de realidad en ciertos casos, además de los testimonios.
Vista
lateral del campanario y la casa adyacente. El pequeño vano que se ve
sobre el techo en la torre, fue el espacio por el cual ingresaron los
ladrones que robaron tres figuras coloniales, el 3 de septiembre de
2016.
Las inscripciones de la fachada, con año de 1760.
Presbiterio, altar y sagrario en plena ejecución de misa.
El
templo de Calera de Tango habría sido uno de los lugares de esta
misteriosa red, según los habitantes de estas localidades, pues antiguas
propiedades que se creen pertenecieron a los jesuitas en la zona y que
hoy están en manos particulares, también tienen extrañas entradas a
estas galerías subterráneas con ladrillos y techos en arco.
No
hay información, sin embargo, sobre dónde se encontraban las supuestas
entradas en la iglesia o el convento, aunque sí es sabido que los
jesuitas -entre todos sus talentos ingenieriles- también fueron diestros
constructores de esta clase de obras, siendo ellos los autores del
primer túnel que, para efectos de regadío, hicieron en la misma hacienda
en 1753, según datos reportados por el cronista de la misma
congregación padre Walter Hanisch en Historia de la "Compañía de Jesús
en Chile (1593-1955)".
La
construcción de la mayor parte del que sería el complejo definitivo de
la congregación en este sitio, comenzó tras el terremoto de 1730, unos
diez años después para ser más precisos. Gran parte de la obra habría
quedado en la responsabilidad del hermano coadjutor Pedro Vogl y también
en la de Haimbhausen, según algunas fuentes. Predominó en la iglesia el
murallón ancho de adobe con grandes postes interiores que vemos ahora.
En 1759, además, ya se estaban terminado los muros y techos de tejas.
Eugenio Pereira Salas nos describe el aspecto del complejo resultante, en su "Historia del arte en el Reino de Chile":
Se
ha conservado el plano de la distribución interior de La Calera de
Tango y una descripción circunstanciada de su distribución. Contaba de
siete patios, el primero con corredor de tejas y pilares de espino,
estaba destinado a la herrería; el segundo de adobe y tejas servía de
vivienda a los padres; alrededor de este patio se alineaban los cuartos
de la relojería y platería; en el cuarto patio el batán y el obraje de
paños; los otro más interiores albergaban a la población esclava, las
recogidas, y las instalaciones de cocina y hornos de amasijo.
Sin
embargo, tras dos décadas de trabajo y sólo cinco o seis habitándolas
con la comodidad que tanto buscaron, en 1767 se produce la expulsión de
la Compañía de Jesús debiendo hacer abandono de su querido campo e
iglesia, y todas sus demás pertenencias. De esta rápida salida, surgen
las leyendas sobre supuestos tesoros que habrían dejado ocultos en la
mítica red subterránea ya mencionada, además, tras una perdida puerta de
metal, tipo bóveda, en el sector de las ex caleras.
En
el inventario realizado ese mismo año de la expulsión, se describe la
iglesia como "toda fabricada de adobe y tosca, bien enmaderada y
entablada por dentro". Sin embargo, veremos que sufriría varias
modificaciones en tiempos posteriores.
El
fundo de los sacerdotes fue arrendado y, luego de constatarse el
deterioro en que cayó durante este período, sometido a remate en 1783.
Así quedó en manos de la familia Ruiz-Tagle, que por más de un siglo lo
trabajó prósperamente en actividades agrícolas.
Recién
en 1848 pudieron comenzar a volver a Chile los jesuitas, instalando la
primera piedra del Convento de San Ignacio en Santiago en 1854,
distantes en espacio y en tiempo de sus casas de Calera de Tango y muy
limitados todavía por la vigencia en los hechos del decreto de
expulsión, ante el fundado temor de que los religiosos comenzaran a
exigir de vuelta sus antiguas propiedades, como era el caso de la
propiedad de nuestra atención.
Muchos
cambios y modificaciones se han hecho al lugar, especialmente en el
siglo XIX y parte del XX, como el aumento de la altura de sus viejos
muros y edificios (en un metro), además de adicionarse la capilla
lateral del templo y otros espacios en torno al mismo edificio. Se
calcula que la mitad de sus construcciones del siglo XVIII se han
perdido, de hecho. Por ejemplo, la torre con las tres campanas que
habían sido fundidas en la sección a cargo del bávaro Juan Bautista
Félix, fue modificada hacia 1890, reemplazada por una forrada en fierro
anclado sobre estructura de roble, más alta que la actual. Y el edificio
de dos pisos con fachada hacia la calle, que aparece en fotografías del
Centenario, hoy está reemplazado por los niveles de un solo piso en
donde está el colegio.
Cuando
parecía que la hacienda se había apartado para siempre de los jesuitas,
el último en la sucesión familiar de la propiedad de Calera de Tango,
don Joaquín Ruiz-Tagle Larraín, decidió regresarles la propiedad en
1912, sólo con la condición de que mantuviese una escuela básica: el
Colegio San Ignacio. Los Ruiz-Tagle siguen siendo propietarios de la
Hacienda San Pedro, ubicada al frente del templo y antecedida por la
plaza con la Cruz del Calvario, de gran devoción popular local.
A
partir de 1936, se habían reparado también los arcos de medio punto del
altar mayor y los dos laterales, mientras que el cielo envigado fue
reemplazado por otro similar. Los altares fueron mejorados usando
elementos originales, de los antiguos, aunque cambió mucho su aspecto.
También se enyesaron los muros y el antiguo patio de ladrillo fue
reemplazado por uno de baldosas rojas. Además, se reconstruyó el coro
usando como diseño base el comulgatorio original de siglo XVIII.
Nave
única del templo. Se observa el envigado, puertas laterales con vano de
arco de refuerzo, y un pequeño púlpito en el muro, al que se accede por
un pasillo adjunto.
Lámparas de forja, colgando desde el cielo de vigas.
Imágenes y decoración del Presbiterio y del Altar.
Sala de la Capilla del Sagrado Corazón.
Recuerda
Luis Alberto Cárdenas en "Padre Hurtado. Libro de sus misterios",
además, que tras el terremoto de Chillán de 1939, el Noviciado de la
congregación debió funcionar por un año en estas dependencias. Además,
sucedió que el colegio primario debió cerrar por un tiempo, pero volvió a
operaciones tras una gestión iniciada por el futuro santo chileno el
Padre Alberto Hurtado, recibiendo su reconocimiento oficial en 1953,
sólo un año después de morir el fundador del Hogar de Cristo.
La
habitación del santo aún se conserva dentro de la casona del convento,
detrás de una pequeña puerta en el Patio de San José, junto a un viejo
parrón, donde está también la silla de madera en la que solía sentarse a
meditar. Allí, San Alberto Hurtado había escrito su ensayo "Humanismo
Social", entre 1945 y 1947. También pasó en este sitio el último verano
de su vida, leyendo y paseando por el parque, en 1952, ya sintiéndose
débil poco antes de enterarse de que padecía el cáncer que lo llevaría a
la tumba.
Por
decreto del 6 de octubre de 1971, se declaró Monumento Histórico
Nacional a "la
casa de los religiosos de Calera de Tango, con su iglesia y
dependencias contiguas, de propiedad del Colegio Jesuita de San
Ignacio", alcanzando también cien metros alrededor de todo sus contornos
"desde los muros perimetrales extremos del cuerpo y de las
construcciones señaladas".
Cinco años después, se intervino el frente del edificio exterior para
recuperar su aspecto original del reciente Monumento Nacional,
perturbado por los dos siglos de intervenciones.
Volviendo
a los tesoros producidos en sus talleres, hacia el año 1982,
desapareció el pesado y enorme cáliz de Calera de Tango, conocido como
el Cáliz de los Jesuitas, pieza valiosísima recubierta en plata y
oro con inscripciones y escenas grabadas sobre la misma, de inmenso
valor histórico, que fue robada misteriosamente en horas nocturnas desde
la Sacristía y Museo Arzobispal de la Catedral de Santiago, hasta donde
había sido destinado como muchos otros objetos fabricados por los
bávaros de la hacienda. Este cáliz había salido del templo de nuestro
interés apareciendo en la Catedral ya en un inventario de 1806, y se lo
consideraba una de las expresiones de arte religioso más importantes de
la Compañía de Jesús a nivel continental. Pereira Salas le dedica varias
líneas a su descripción e historia.
Con
relación al cáliz perdido, investigaciones realizadas por solicitud de
Novakovic sobre una roca presuntamente meteorítica y apodada
popularmente la Piedra Feliz, en un barrio de San Joaquín del
Gran Santiago y estudiada desde hace cerca de diez años, proponen la
posibilidad de que el desaparecido cáliz de Calera de Tango haya sido
fabricado con material de este bloque de fierro de alta pureza, pues
además proceder de los antiguos terrenos jesuitas que tenían su planta
metalúrgica en la capital chilena, la Chacra de la Ollería, en su parte
central la pieza de varias toneladas tiene una cavidad rectangular de
unos 22 centímetros, que parece removida artificialmente con
procedimientos desconocidos y podría coincidir con el volumen y peso de
la pieza extraviada. Supone, además, que la influencia del Padre
Haimhausen, a cargo de los procedimientos metalúrgicos de la Ollería,
participó de esta operación.
Algún
día quizás avancemos un poco más en estas teorías, abordadas y
divulgadas por nuestro multifacético amigo el también investigador David
Dorado, en su serie de documentales independientes "Sello Dorado",
donde entrevista a Novakovic para el capítulo "Los jesuitas en Chile, el
cáliz de Calera de Tango y Veas-01" (noviembre de 2013). Por ahora,
cabe sólo recordar que muchos de los elementos más curiosos y de
connotación misteriosa que pueden observarse en la Catedral de Santiago
(desde curiosos artículos con simbología críptica resguardados en la
Sacristía hasta las propias puertas con figuras labradas formando cruces
y rosas, posible alusión a la sociedad Rosacruz), provienen de las
escuelas de los jesuitas bávaros de Calera de Tango, justamente.
La
historia del conjunto jesuita continuaría sentando episodios
memorables, a todo esto. En 1990, el Arzobispo Juan Francisco Fresno
convocó y realizó en este sitio la reunión que gestó el célebre Acuerdo
Nacional, en los días más complejos de la transición a la democracia.
La
última gran restauración del convento y la iglesia duró casi una
década, siendo financiada por la misma familia Ruiz-Tagle, aún
residentes locales, asistidos por el Padre Fernando Montes. El terremoto
de 2010 causó algunos daños en el templo y en el colegio, pero en
general su estado es bastante bueno para la cantidad de años que ha
reunido este singular santuario. Los trabajos de restauración que
siguieron al cataclismo, fueron dirigidos por el propio padre Poblete,
sobrino del hoy infame y ya fallecido sacerdote del mismo nombre, quien
estuvo a
la cabeza del Hogar de Cristo.
Altar
de la Virgen de la Purísima, al costado derecho de la nave, con la más
valiosa de las tres figuras coloniales sustraídas en septiembre de 2016.
Imagen
de San Luis de Gonzaga (a veces señalado como San Estanislao de
Kostka), en el altar a un costado del sagrario, que también resultó
robada con otras dos figuras.
La
tercera figura de las sustraídas desde el templo. Corresponde a San
Ignacio de Loyola y estaba en la Capilla del Sagrado Corazón.
El
aspecto colonial del conjunto y la influencia barroca en el exterior
del templo se han mantenido, alcanzando para las dependencias destinadas
al Colegio San Ignacio. No obstante, las líneas del templo han cambiado
varias veces, si bien manteniendo su gran acceso de portón de madera en
arco, y su fachada con pórtico barroco colonial con influencias
germánicas.
Otro
hecho de interpretación casi esotérica para el edificio, es el que la
cruz de su actual campanario de notable forja artística, con una pequeña
línea horizontal cerca de su base (la cruz del monograma IHS), estaría
supuestamente alineada con el desplazamiento de la constelación de la
Cruz del Sur, de tal manera que, en algún momento de la noche, quedan
superpuestas formando el símbolo denominado Cruz de Caravaca (o quizás
la Cruz de Salem, diríamos).
Para
la curiosidad del visitante, además, hoy existe frente al templo y
cruzando la calzada, una plaza altar de la Crucifixión de Cristo,
alineada a su vez con la fachada y las puertas de la iglesia. Esta
imagen del Calvario está junto al acceso al Fundo San Pedro, y es un
lugar de peticiones y rogativas populares.
Las
puertas del templo se abren los domingos y festivos. Al traspasarlas,
interiormente se enfrenta una nave única con envigado de maderos
cruzados en el techo, con vanos pequeños para la iluminación, grandes
puertas con dinteles de madera y un púlpito al que se accede por una
habitación lateral. Su sacristía guarda importantes tesoros y objetos
valiosos, y hay reliquias de etapa anteriores del templo distribuidas
dentro del recinto.
Antes
de llegar al presbiterio, está en el muro del lado derecho un altar de
columnas salomónicas hecho para albergar una hermosa imagen tallada y
policromada de la Virgen María Purísima, de un metro y 70 centímetros de
altura. Infelizmente, ésta es la más valiosa de las figuras religiosas
que han sido robadas hacia la noche del viernes 2 a sábado 3 de
septiembre, por un grupo de ladrones que entraron al templo por los
techos a través del pequeño vano lateral del campanario, desde donde
ingresaron rompiendo cerrojos y candados por el sector del coro.
Esta
imagen mariana, tallada en una sola pieza de palo de rosa, había sido
restaurada hacía no mucho tiempo por el Centro de Conservación Crea.
Además de su inmenso valor, tiene una historia muy particular, para
aumentar el ya abundante legendario del lugar: tras la expulsión de los
jesuitas, había sido dejada oculta dentro de su nicho en un muro, que
fue cerrado con una pared de ladrillo. Posteriormente, cuando regresaron
al conjunto estos sacerdotes, habrían reabierto la gruta en el murallón
y allí seguía su amada imagen, esperándolos desde hacía un siglo y
medio.
Frente
al mencionado altar, al otro lado de la nave, se abre una sala que fue
adicionada al templo con conexiones hacia los patios, y donde está la
Capilla del Cristo del Sagrado Corazón, imagen de yeso que se cree de
fines del siglo XIX. En esta habitación, además, se encontraba en un
vano que da hacia el Patio de los Naranjos, con la noria de pozo y
adoquines, la figura de San Ignacio de Loyola en túnica blanca, otra de
las figuras sustraídas en el descrito robo.
Finalmente,
el Altar Mayor del templo está consagrado a la figura de Nuestra Señora
del Rosario con peana propia en un nicho en lo alto del sagrario, con
una efigie de la crucifixión, antecedida por las imágenes de San Juan y
de la Virgen Dolorosa, y custodiada por San Ignacio y San Luis de
Gonzaga (o San Estanislao de Kostka) abajo, siendo este último la
tercera de las imágenes que acaban de ser secuestradas. Lamentablemente,
no hay buenas noticias sobre el destino que pudo haber tenido esta
figura, pues se encontró en una acequia frente al templo, lo que
parecería ser una oreja de la misma imagen, aunque también podría
pertenecer a la de San Ignacio de Loyola, según opinan algunos.
Más
al interior del conjunto, la casona de hospedaje de los sacerdotes está
atrás del colegio, con un gran patio. Como en la iglesia, sus techos
son de roble, ciprés y espino, cubiertos por tejuela cerámica rústica.
Por seis meses cada año llegan los jesuitas de distintas provincias del
país a someterse a la tercera probación, además de realizar ejercicios
espirituales, retiros y encuentros de fe.
GALERÍA DE IMÁGENES:
Accesos al Fundo San Pedro, ubicado frente al templo y perteneciente a los antiguos propietarios de la hacienda jesuita.
Plaza con la Cruz del Calvario, frente al Fundo San Pedro.
Vista del altar popular del Cristo Crucificado, en la plaza del Fundo San Pedro.
Ofrendas, ornamentos florales e inscripciones en el plinto del Cristo crucificado.
Edificio de la iglesia mirado desde la placita de la Cruz del Calvario.
Vista lateral del edificio del templo, desde la explanada del frente.
Marco y portal del acceso, con la misteriosa inscripción de 1760 sobre la puerta.
Vista de la torre y la casa lateral, desde el exterior.
Observación de la torre del campanario.
Nivel superior del campanario con su curiosa y artística cruz.
Nivel superior del Campanario, con su cruz y campanas producidas por los propios sacerdotes, visto desde el frente.
Vista de la fachada, el portal y sus puertas de madera.
Arco y portón del acceso al templo.
Acceso del templo, mampara y puertas.
Embaldosado y diseños del acceso al templo.
Acceso al templo, mirado desde el interior. Al fondo, la Cruz del Calvario del Fundo San Pedro.
Vista del interior de la nave única del templo.
Nave única y cielo de envigados, con lámparas colgantes.
Vista desde el sector del Presbiterio hacia el Coro y la entrada al templo.
Vista
del costado derecho, con acceso al sector lateral de patios y vanos de
luz. Al fondo, junto al altar mayor, el altar de la Virgen Purísima.
Confesionario, bajo el Coro.
Puertas laterales y arcos reforzados.
Acercamiento
al Altar Mayor, con imágenes de la Virgen del Rosario, San Ignacio de
Loyola y San Luis de Gonzaga (o Estanislao de Kostka en otras
versiones). Figuras sacras de escuela artística hispano-americana del
siglo XVII.
Figuras
religiosas del sector del Presbiterio, frente al Altar. Imagen de la
Virgen Dolorosa de autor guatemalteco anónimo, inicios del siglo XIX.
Figuras
religiosas del sector del Presbiterio, frente al Altar. Imagen de San
Juan, autor anónimo guatemalteco de inicios del siglo XIX. Atrás se
distingue cuadro de la Sagrada Familia.
Altar lateral de la Virgen de la Purísima.
Vista general de la sala-capilla del Sagrado Corazón, donde se resguardan otros objetos históricos.
Figura
del Sagrado Corazón de Jesús. Se observan restos de la antigua columna
y, sobre la peana, un viejo crisol de los talleres metalúrgicos.
Sala de la capilla del Sagrado Corazón. Se observa la Virgen de la Purísima al fondo, tras el acceso.
Vista de la Capilla del Sagrado Corazón, al costado del templo. Se observa la figura de San Ignacio de Loyola.
Patio de los Naranjos y la antigua noria del pozo.
Noria del Patio de los Naranjos, a un costado de la Capilla del Sagrado Corazón.
Pasillos laterales, con escaleras de acceso al púlpito.
Patio de la Cruz, atrio y pasillos con alero.
Vista desde el Patio de la Cruz, con la torre, el acceso a la casa lateral y al templo.
Vista del Patio de la Cruz desde el pasillo o porche.
Antigua batea de piedra partida, en el Patio de la Cruz.
Aspecto interior de la casa lateral, a un costado del patio de la Cruz.
Vanos y acceso exteriores a las habitaciones adyacentes al templo, con escaños antiguos.
Vano y acceso exterior a las habitaciones adyacentes al templo.
Ventanas de antiguos marcos en el sector exterior.
Vano con vieja reja de forja hecha por los propios sacerdotes.
Sector exterior de las casas y sus escaños.
Pórtico y murallones del Colegio San Ignacio, junto al templo.
Arco y acceso al Colegio San Ignacio, junto al templo.
|
Comentarios
Publicar un comentario