LA EX CÁRCEL DE VALPARAÍSO QUE GANÓ SU LIBERTAD COMO EL PARQUE CULTURAL
Vista
del parque con sus tres edificios históricos: a la izquierda, el
polvorín colonial, al centro atrás el edificio de acceso con su
característico pórtico, y a la derecha el de las galerías de reos.
Coordenadas: 33° 2'46.34"S 71°37'39.45"W
El
Cerro Cárcel de Valparaíso se eleva en uno de los sectores históricos
más visitados del puerto, junto a los cementerios del Cerro Panteón y
encima de un barrio de fuerte acervo bohemio y nocherniego, crecido
sobre la Plaza Aníbal Pinto.
Su nombre deriva de la presencia de la antigua Cárcel de Valparaíso en
su cima, por el sector de la subida de Cumming, Milton, Cárcel y Aquiles
Reed, con su inconfundible fachada, pabellones y murallones de sillares
convertidos hoy en un amplio Parque Cultural.
Hace pocos días, este lugar hizo noticia por una curiosa razón: un llamado a realizar un masivo picnic-topless
como forma de conmemorar el Día Internacional de la Mujer y de la
Igualdad de Género, aunque la verdad es que el parque constantemente es
escenario de toda clase de encuentros, presentaciones y exhibiciones
varias.
La
historia de la vieja cárcel comienza con la construcción del almacén de
pólvora de la Quebrada Elías, por entonces en la periferia del puerto.
Aún existe esa obra en medio de sus patios del parque: un edificio de
los últimos días de la Colonia, probablemente entre 1807 y 1809,
dispuesto como reacción a las necesidades de defensa ante las Guerras
Napoleónicas, representando también uno de los casos de techo de mojinete más australes que conozcamos.
El
polvorín tenía por objeto abastecer cuatro fuertes de la Villa Puerto
de Valparaíso, de acuerdo al plan de defensa elaborado por sus
autoridades, aunque hubo ciertas controversias entre ellas sobre los
costos de construcción del edificio, pues el Capitán de Ingenieros don
José Miguel María de Ateros, exigió que fuera lo suficientemente sólido y
seguro como para soportar bombas y artillería enemiga. Con capacidad
para guardar hasta 800 quintales de pólvora bajo su techo encañonado con
arco medio punto y enladrillado, también se convirtió en arsenal
militar, guardándose allí las armas de Valparaíso.
Sucedía
paralelamente que, hasta entonces, el principal recinto penitenciario
de Valparaíso era el fuerte del Castillo San José del Cerro Cordillera.
Sin embargo, pasados los peligros de ataques al puerto y requiriéndose
de un mejor lugar para la reclusión de los delincuentes, las autoridades
destinaron al ex polvorín como presidio de la ciudad a partir de 1846,
además de algunos inmuebles menores que se encontraban alrededor.
La
Cárcel de Valparaíso en 1863, construida alrededor del viejo polvorín
de fines de la época colonial. Fuente imagen: Flickr de
SantiagoNostálgico (Pedro Encina).
El
asesino serial Emile Dubois, en una de sus últimas fotografías antes de
la ejecución. Se lo observa paseando por el interior de la Cárcel de
Valparaíso en 1907. Fotografía de la revista "Sucesos".
Muchedumbre asistiendo a la ejecución de Dubois, en revista "Sucesos" de 1907.
Asistentes al fusilamiento en 1907, sector del acceso a la cárcel. Revista "Sucesos".
Pabellones y talleres del complejo penitenciario, en la revista "Sucesos", 1903.
Su
presencia allí fue determinante en la toponimia, pues los habitantes
del clásico Valparaíso identificaron esta colina como el Cerro de la Cárcel,
siendo conocido hasta ahora como Cerro Cárcel. El complejo era, pues,
lo único realmente importante en el cerro, en aquellos años.
Aunque
ciertas versiones dicen que esto sucedió en la Plaza Victoria, quizás
el primer ejecutado importante del complejo carcelario haya sido el
sanguinario e indomable Teniente Miguel José Cambiaso, tras su violenta
sublevación en la colonia de Punta Arenas contra el Gobierno de Manuel
Montt y en posible complicidad con Francisco Bilbao, terminando fusilado
en el puerto el 4 de abril de 1852. Detallando esta ejecución hacia el
final de "Cambiazo, el último pirata del Estrecho", Armando Braun
Menéndez aporta una descripción de cómo lucía el acceso a la cárcel
donde fueran ejecutados el famoso amotinado de Magallanes y sus
cómplices:
El
camino de acceso a la Cárcel partía de la calle larga que contorneaba
la bahía subía orillando una profunda quebrada. Par hacerlo más ancho, y
por ende más transitable, se había picado y tajado la ladera del cerro
dejando de esta suerte una pared de tierra en uno de sus costados, corte
que se acentuaba formando una especie de explanada al llegar a corta
distancia -un centenar de metros- del portón de entrada de la Cárcel.
Este paredón iba a servir de colchón protector para las balas. A su vera
se enclavaron los postes, se afirmaron los ocho banquillos y se armó la
plataforma del patíbulo, todo ello así dispuesto para que se cumpliera
la sentencia de muerte, que sería pública como ejemplo aleccionador.
Dice
Recaredo Santos Tornero en su "Chile Ilustrado", de 1872, que a pesar
de las limitaciones de espacio, la actividad de la Cárcel de Valparaíso
excedía incluso a la de Santiago, entrando a ella 3.034 personas en
1868, equivalente a 1 prisionero por cada 41,9 habitantes. Al año
siguiente, entraron al presidio 1.947 personas, siendo 1.404 de ellas
hombres y 543 mujeres, pues además del presidio principal se encontraban
en el recinto las secciones de la casa de corrección de mujeres y la
casa de detención de procesados.
Vista del ex polvorín al centro del patio, mirado desde la terraza del Edificio de Difusión. Fuente imagen: Pcdv.cl.
Arcos y acceso del polvorín colonial, usado como calabozos en el siglo XIX.
Interior del mismo edificio, con vigas, pasarelas y refuerzos estructurales.
Tornero,
sin embargo, es categórico en señalar que se trata de un edificio
demasiado estrecho para tantas funciones y que las secciones adolecían
de varios defectos, aunque aclara que estaban próximas a ser mejoradas
en aquel momento. Y continúa el autor:
El
crimen que figura en primera línea entre los detenidos, es el hurto, y
en segundo los delitos por pendencia, ebriedad y desórdenes. Por el
primero entraron en el año citado 747, y por los segundos 612.
Los extranjeros figuran en proporción de 1 por 6,21.
No
debe extrañarse el gran movimiento de la cárcel y presidio de
Valparaíso, si se toma en cuenta que este puerto, por si riqueza
mercantil y su importancia marítima, es el punto de reunión de la gente
aventurera y ambulante que afluye a él de toda la República y del
extranjero.
Hacia
la década del 1880, el terreno había sido cedido por la Municipalidad
de Valparaíso y así comenzaron a habilitarse y ampliarse dependencias al
rededor de este primitivo pabellón del ex polvorín y de los edificios
surgidos en su adaptación como penitenciaría, con fondos
gubernamentales. Entre otras cosas, de esta intervención surgió la
plazoleta arbolada de acceso al recinto, conocida como la Plazuela de la
Cárcel, sobre el sector del antiguo estaque de aguas y la Quebrada de
Elías.
Fachada y ventanillas abarrotadas de las celdas del edificio de la Galería de Reos, reconvertido en el Edificio de Transmisión.
Presentación
de música y recreación histórica escocesa en el Parque Cultural de
Valparaíso, con el exedificio de la Galería de Reos de fondo.
En
el "Álbum de planos de las principales ciudades y puertos de Chile", de
Nicanor Boloña, de 1898, puede verse que la "Cárcel y Presidio"
ocupaba a la sazón una manzana solitaria más o menos cuadrada y aún
bastante aislada del resto de la ciudad. También se oberva en su plano
de la ciudad, que hacia el lugar donde se emplazarían después los largos
pabellones del lado oriental del terreno, se encontraba en esos días
una amplia franja con caballerizas.
Tras
el gran terremoto de 1906, se inició la construcción de la nueva y
moderna Cárcel Pública en el mismo lugar, demoliéndose casi todos los
precarios inmuebles viejos del terreno, excepto el histórico polvorín.
El más grande de los edificios que formó parte del antiguo conjunto fue
el que comenzó a construirse aquel año de 1907, correspondiente a la
gran Galería de Reos, que abarca todo el costado oriente del recinto.
Éste
es el mismo período en que caerá detenido el célebre asesino serial
francés Emile Dubois, primero de esta clase de criminales en la historia
policial chilena, a quien la tradición y el folclore han tratado de
convertir en una suerte de héroe o mártir popular. Dubois pasó el
terremoto en una de las celdas del complejo viejo, siendo fusilado en el
sector de una desaparecida herrería de la cárcel, el 26 de marzo de
1907, evento que convocó a muchos curiosos que subieron para presenciar
los hechos, aunque sea escuchando la descarga.
Fotografías
del fusilamiento publicadas en la prensa y revistas de entonces,
muestran cómo era el vetusto aspecto de las edificaciones en la cárcel,
antes de la inauguración de los grandes pabellones. Y, como había
sucedido décadas antes con el caso de los conspiradores del Estrecho de
Magallanes, la gran multitud se había apostado alrededor de la cárcel o
en los techos de las viviendas de alrededor, decididos a ser testigos de
la ejecución.
Edificio del pórtico de entrada, visto desde la explanada y arboleda frente al mismo.
Restos
de antiguos murallones y estructuras, rescatados en los trabajos de
remodelación del recinto. Dispuestos frente al edificio de acceso.
El pórtico observado ya desde el interior de la ex cárcel.
Pasillos y senderos interiores del parque, junto al pórtico.
Sin
embargo, para el Primer Centenario, Juan de Dios Ugarte Yávar llegará a
las mismas conclusiones vertidas por Tornero tantos años antes, en su
caso en "Valparaíso 1536-1910. Recopilación histórica, comercial y
social", como si el estado de incomodidad y hacinamiento de la Cárcel
Pública de Valparaíso haya sido una constante en toda su historia:
Establecimientos
carcelarios sólo existe uno que es a la vez Cárcel y Presidio y está
situado en la cima del cerro de su nombre. El edificio es vetusto,
incómodo y estrecho.
Además
hay una sección especial para los procesados y detenidos por faltas que
funciona en un edificio determinado, situado en la calle de Buenos
Aires, construido con sujeción a todos los adelantos modernos.
La Casa Correccional de mujeres se haya a cargo de la Comunidad de Monjas del Buen Pastor.
Pese
a todo, la Sección de Detenidos del recinto mantuvo gran relevancia e
importancia durante los años que siguieron, asignándose un cargo de
Preceptor para esta área. Famosos representantes del mundo del hampa
nacional pasaron por esta sección, perpetuando la tradición del "choro
de puerto"
(delincuente ladrón), que con el pasar del tiempo terminó
convirtiéndose en sinónimo de personaje valiente y osado del estrato más
popular, para señalar a los que, en la jerga, "no retoban" ni temen a
la confrontación, recogiendo el guante o arrojándolo a la cara según lo
consideren necesario.
Uno de los "choros"
que pisaron esta cárcel fue el futuro y trágico escritor Alfredo Gómez
Morel, según lo confiesa en su novela autobiográfica "El Río", viviendo
allí la última de sus condenas por hurto. El alguna vez cabro pelusa
del río Mapocho, con esta obra se consagró como autor de una de las
novelas más estremecedoras del relato social chileno, publicada en 1962,
y que escribió por consejo de un orientador médico de la misma Cárcel
de Valparaíso, hacia sus últimos meses detenido en ella y los primeros
tras recuperar la libertad.
Por
el permanente hacinamiento que reinó en los pabellones, la Cárcel de
Valparaíso fue escenario de varias riñas con resultados de muerte y
motines de presidiarios que pueden rastrearse por la prensa. Incluso fue
objeto de un violento intento de incendiarla por parte de lo reclusos
amotinados, en 1994, que afortunadamente pudo ser controlado.
La
cárcel se mantuvo en funciones hasta 1999, cuando el servicio
penitenciario fue trasladado hasta nuevas dependencias en el puerto, en
el sector más alto de la ciudad, quedando el lugar abandonado y en
algunos sectores muy deteriorados, habitado por terroríficos fantasmas
según contaban algunos asustados curiosos que se internaron en tales
espacios.
Vista de parte del nuevo Edificio de Difusión y la entrada por Cumming.
Murallones antiguos reutilizados en el Edificio de Difusión.
La
ex cárcel comenzó a ser recuperada en el cambio de siglo, siendo
abierta en cada Día del Patrimonio Cultural. Pronto empezaría a
planearse construir allí un gran recinto: el Parque Cultural de
Valparaíso (PCdV). Esto salvó a la ex cárcel de ser depredada por un
proyecto inmobiliario anunciado en 2002 y trazado desde Santiago, que
iba a quedarse con una de sus dos hectáreas para financiar un centro
cultural que se levantaría en el terreno que quedase, con gran
resistencia de la comunidad porteña.
Un
segundo proyecto se anunció en octubre de 2007 por la alcaldía,
correspondiente a una propuesta que el famoso y elogiado arquitecto
brasileño Óscar Niemeyer había donado a Valparaíso, como prenda de su
amistad con el Presidente Salvador Allende y el poeta Pablo Neruda. En
principio, la propuesta sonaba seductora; sin embargo, la controversia y
el rechazo porteño crecieron por el hecho de que el arquitecto nunca
había visitado Valparaíso y porque su proyecto no era más que una
adaptación del correspondiente al Centro Cultural Internacional que
lleva su nombre en Avilés, España, que además involucraba la destrucción
de la totalidad de lo que quedaba construido en el recinto.
A
todo esto, la ex cárcel había sido ocupada por colectivos culturales y
de teatro, además de carpas de circo, pero la situación se complicó al
reportase incendios en el lugar, por causas no aclaradas, que motivaron a
la Intendencia a ordenar un desalojo en febrero de 2009.
Sin
más remedio que ceder a las demandas ciudadanas manifestadas a través
de la Corporación Parque Cultural Ex Cárcel, el Ministerio de Cultura
llamaría a concurso de propuestas para el Parque Cultural de Valparaíso
contemplando en las bases la conservación del polvorín colonial, la
galería de reos, el pórtico de acceso y parte del muro perimetral. De
entre 118 propuestas, resultó ganadora la formulada por HLPS Arquitectos (Jonathan Holmes, Martín Labbé, Carolina Portugueis y Osvaldo Spichiger), ese mismo año.
En
cumplimiento del proyecto, entre 2010 y 2011 se creó la gran área
verde, se agregaron dependencias nuevas al Sur-poniente, se recuperaron
los edificios ya existentes, se construyó el paseo interior y se niveló
el muro perimetral de tal manera que mantuviese una altura regular de
4.5 metros por dentro, mientras que por afuera varía según las
características del terreno y sus niveles en pendientes, algo notorio
especialmente en el contorno de calle Cumming.
Murallones del sector de la subida de Cumming con Aquiles Reed. Se observa atrás, a la izquierda, el panteón del cementerio.
Dobles
niveles de muro exterior (piedra canteada y ladrillo) y caseta
vigilancia, en la curva de Cumming por el sector Sur-oriente del
recinto.
Altura del murallón en la subida de Cumming.
Así, el recinto del centro cultural completo está dividido actualmente en las siguientes secciones e inmuebles:
- El ex polvorín colonial, el inmueble más antiguo del conjunto como ya vimos, aunque su acceso al interior está restringido. Se ubica al centro del gran terreno de dos hectáreas del parque.
- El edificio principal de la fachada, con gran pórtico, posterior a la galería. Frente a este edificio, por el exterior y sus jardines, se han colocado algunos antiguos restos de construcciones coloniales de ladrillo y calicanto que fueron rescatadas en la última remodelación del lugar.
- La ex Galería de Reos, reconvertida en el Edificio de Transmisión con dos salas interiores, aunque se conservan sus pabellones y muros, algunos con anotaciones e imágenes pegoteadas por los propios presidiarios cuando las habitaron.
- El Edificio de Difusión, correspondiente a una unidad nueva y la más grande de todas las que forman el complejo de parque. Consta de salas de teatro, bibliotecas y salas de experimentación artística, entre otras dependencias, además de una gran explanada superior a nivel de calle.
La
magnífica obra fue inaugurada con actos públicos y su dirección quedó
confiada al crítico de arte y muy activo gestor cultural Justo Pastor
Mellado, quien se mantuvo en el cargo hasta el año 2014, dándole un gran
impulso de inicio de actividades al flamante parque de la cultura.
Quizás
a futuro dedique acá algún texto más extendido y detallado para esta
valiosa nueva vida del ex recinto carcelario, ya consagrado enteramente a
la actividad cultural y recreativa del puerto, dejando sólo en páginas
de memorias su pasado como lugar de castigos y de punición que revisamos
en esta entrada.
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