TESOROS DEL HOMBRE Y LA NATURALEZA EN EL VALLE DEL ENCANTO
Petroglifo del "Marciano" o "Extraterrestre", famoso entre amantes del tema ovni.
Coordenadas: 30°42'16.37"S 71°22'27.74"W
Uno
de los museos arqueológicos abiertos más interesantes del Norte Verde
de Chile, en la Región de Coquimbo, es el hechizante y bien llamado
Valle del Encanto. Se ubica relativamente cerca de los Los Socos y sus
termas, por ahí donde estuvo el escenario del Combate de Salala durante la Guerra de Independencia.
Encontrándoselo
a unos 22 kilómetros al Sur-poniente de Ovalle, en la Quebrada del
Espinal de la red del Estero Punitaqui, al Sur del Río Limarí, al parque
se llega por la Autopista 45, doblando en el sector Santa Rosa y Viña
Tabalí hacia el Sur, por el Camino D-589, que se interna hacia las
quebradas bordeando enormes estancias y viñedos.
Luego
de unos cuatro kilómetros casi rectos, se arriba en la caseta del
guardaparques, punto de inicio de la visita. Allí los recibirá don
Clemente Pizarro, que por más de 37 años ha estado en el acceso del
parque, trabajando para las distintas administraciones que ha tenido
este sitio: primero, la Corporación Nacional Forestal (CONAF), luego el
Consejo de Monumentos Nacionales y actualmente la Municipalidad de
Ovalle. En el mismo lugar, nuestro anfitrión vende también libros,
postales, camisetas estampadas y recuerditos varios para visitantes,
algunos de estos último hechos con sus manos. No veía a don Clemente ni
al parque desde una visita al Desierto Florido durante el año 2000, así que fue bueno saber de él después de largos 16 años.
Cumplido
el protocolo de registro y un muy económico pago del acceso, se
continúa hacia por el sendero descendiendo hasta el borde de la
quebrada, donde la grandeza de las tres o cuatro hectáreas del lugar,
enfatizo que tan merecidamente llamado Valle del Encanto, revienta
esplendorosamente ante los ojos del visitante, que encuentra allí
también cómodas áreas de picnic y camping. Como dice Manuel Peña Muñoz
en sus "Chile. Memorial de la tierra larga":
En
el silencio del paisaje rodeado de arbustos y cactus, estas figuras
geométricas muy simples, sugieren más que dicen expresamente. Algo de
magia, algo de poesía, algo también esotérico vinculado a la actividad
mágico religiosa de un pueblo remoto.
Imágenes
de un recorte de revista científica norteamericana de hace más de 35
años, que atesora don Clemente entre sus cachivaches. Es él quien sale
de joven en la fotografía impresa, señalando algunas pictografías a la
cámara. Presumo que puede tratarse de un ejemplar de la "National
Geographic".
Dos rostros-máscaras con penachos o tiaras, sector cerca del estero.
De partida, quizás se trate de la mayor concentración en Chile de piedras tacitas
y piedras morteros en un mismo lugar geográfico, con la mayoría de sus
cazoletas señaladas por pequeños postes encorados a los lados de los
senderos. Mas, sólo se trata de una parte de las maravillas, pues el
asombro queda complacido también al empezar a encontrarse con las
pictografías y muy especialmente los petroglifos de máscaras
ceremoniales, muchos de cuyos diseños han aportado algunos de los
elementos más conocidos e importantes de la iconografía cultural de la
región.
El
sitio del Valle del Encanto fue hallado por arqueólogos en 1946, según
la mayoría de las fuentes de Internet que se refieren a él. Sin embargo,
la primera vez que se publicó un estudio sobre él, fue por Jorge
Iribarren en el artículo "Paradero indígena del Estero Las Peñas,
Ovalle-Provincia de Coquimbo", en "Publicaciones del Museo Arqueológico
de La Serena - Boletín" N° 4 de 1949. Como se ve, Iribarren llamaba en
aquel año al sitio arqueológico como Las Peñas, tal vez el nombre
que recibía antes entre los locales por las formaciones rocosas y loma
de pictogramas y tacitas ubicado al oriente del conjunto arqueológico.
Con
relación a lo anterior, tengo cierta información oral sugiriendo que
los lugareños ya conocían este lugar (y su secreto) antes de ser
descubierto por la ciencia, de donde provendría también la
identificación con una leyenda sobre "encantados": se cuenta, pues, de
un Peñón del Encanto, en el señalado sector oriente del parque, donde
una rubia y resplandeciente doncella dada a la hechicería, realizaba sus
ritos mágicos haciendo flotar entre sus manos unas naranjas de oro. Sin
embargo, desaparecían ella y sus esferas al instante cuando algún
intruso intentaba atraparlas.
Pero
no termina allí la historia: un día, un enamoradizo indígena de la zona
observó a la muchacha en medio de su ritual y quedó embelezado con la
belleza de semejante ninfa, esperándola por varios días para que
apareciera otra vez sobre la loma. Sin embargo, cuando la dulce mujer
apareció otra vez y él se le arrojó encima decido a poseerla, quedó
cegado al instante por el relámpago de brillo de sus cabellos y sus
naranjas de oro refulgente. Cuando por fin recuperó la vista esa noche,
con el corazón roto y sintiendo la depresión del rechazo, el infeliz
indígena se suicidó saltando desde las rocas del peñón. Desde entonces,
esta leyenda ovallina es conocida como la Doncella del Valle del Encanto.
A partir de los años sesenta, el santuario ancestral del Valle del Encanto fue relacionado con la Fase Quebrada Honda (Arcaico Tardío) y Complejo Cultural El Molle
(período 500 a 700 después de Cristo), aunque veremos que existen
huellas de la presencia de cazadores en el lugar desde el año 2.000
antes de Cristo. Dicha primera contextualización geográfica se debe a
los excavaciones y publicaciones realizadas por Gonzalo Ampuero y Mario
A. Rivera entre 1964 y 1971, seguida de trabajos como los de Grete
Mostny y Hans Niemeyer a principios de la década siguiente, no obstante
que ha sido objeto de revisiones. Arqueólogos posteriores como Andrés
Troncoso, han propuesto también la presencia de etapas siguientes a la
cultura Limarí entre los elementos gráficos distinguibles en el parque,
incluso posiblemente ligados a tiempos de contacto hispánico.
Los pueblos relacionados con el Complejo Cultural El Molle,
de mucha presencia en la toponimia regional, tenían un estilo de vida
como pastores de camélidos y horticultores, y se hallaban en un amplio
sector entre el Valle de Copiapó y el Río Choapa, según lo demuestran
sus enterramientos en forma de túmulos y pircas circulares. El complejo
de la Región de Coquimbo, además, parece demostrar contactos con
culturas atacameñas, como San Pedro de Atacama, y la Condorhuasi del
Norte de Argentina, extendiéndose su relación hasta la cultura Llolleo
en la Zona Central costera, incluso más al Sur.
Sin
embargo, estudios más recientes explican que el sitio arqueológico en
realidad se compone de cuatro etapas cronológicas de asentamientos
culturales, lo que explicaría las superposiciones de estilos y técnicas
en sus obras precolombinas, como puede comprenderse del artículo "Arte
rupestre en el Valle del Encanto (Ovalle, Región de Coquimbo): hacia una
revaluación del sitio-tipo del estilo Limarí" (publicado en "Boletín
del Museo Chileno de Arte Precolombino" N° 2 de 2008):
- Período Arcaico, desde hace 4.000 años hasta inicios de la Era Cristiana.
- Período Alfarero Temprano, correspondiente al Complejo Cultural El Molle.
- Período Intermedio Tardío, correspondiente a la cultura Diaguita.
- Período Tardío, correspondiente al influjo Inca.
Destaca
en el valle una gran cantidad de petroglifos rupestres hechos en dos
estilos: unos en bajorrelieves, y sea profundos o suaves, especialmente
las ubicadas por el lado del estero; y los de dibujos por raspado-picado
de la superficie de grandes rocas, especialmente sobre alguna que
tenían una cubierta natural de óxido rojizo, tendiendo a ser menos
visibles que los anteriores. Cada grupo de petroglifos tiene su nombre y
numeración dentro del paseo.
Otro de los "Marcianos" de los petroglifos en el parque.
Entre
lo 69 bloques reconocidos de arte rupestre petroglífico, llama la
atención la presencia de personajes con grandes tocados en formas de
penachos semicirculares u ovalados de los que ya hablaba Iribarren en
sus estudios: las cabezas-tiaras, 13 en total, con máscaras o
indumentarias en su rostro que parecen formar parte de un atuendo ritual
y que los expertos han definido como el estilo Limarí de arte
rupestre, siendo las horas cenitales las mejores para poder distinguir
sus trazados. El mencionado autor las asocia estos motivos a influencia
incásica directa, considerando por referencia la famosa crónica de
Guamán Poma de Ayala a inicios del siglo XVII, pero esta teoría ha sido
tomada por errónea en investigaciones posteriores.
Otras
figuras de grabados más superficiales suman 173 diseños, de los cuales
hay algunos que tienen antenas o rayos saliendo de sus cabezas, manos de
tres o cuatro dedos y una posición del cuerpo que semeja alguna clase
de danza ceremonial. Algunos tienen un aspecto tan intrigante que han
sido llamadas popularmente Marcianitos o Extraterrestres,
echando a andar la batería imaginativa de los buscadores de astronautas
antiguos. Una de ellas, en particular, ha dado argumento a muchas
especulaciones estilo Eric von Däniken o Giorgio Tsoukalos, pues se
aprecia junto al extraño ser lo que muchos han querido interpretar como
la representación de una nave espacial.
Las
más de 100 piedras con tacitas, en tanto, lucen cazoletas de forma
redonda (cupuliforme), o bien ovaladas (elipsoides) y casi geométricas
(rectangulares y cuadrangulares), siempre ubicadas en posiciones
horizontales, sobre rocas más o menos planas o bien lisas. Sus tamaño
varían de 10 a 15 centímetros, y la profundidad va entre 4 y 8
centímetros. Algunas rocas con tacitas superan las 20 unidades y,
curiosamente, a medida que se desciende por el curso del estero y la
quebrada, se van encontrando cazoletas cada vez más grandes, hasta
llegar a un gran pozón de más de dos metros de profundidad, conocido
como Baños o Baño del Inca, que debe tener un origen natural por erosión de rocas y agua, aunque popularmente se cree que hubo intervención humana en él.
Paisaje de la quebrada, en el Valle del Encanto.
De los grupos de tacitas destacan las llamadas Huellas de Adán,
por el sector del peñón junto al estero, al oriente del parque,
semejantes a pasos paralelos petrificados, por su diseño elíptico. Del
lado contrario del parque, hacia el poniente de la quebrada, está otro
grupo de tacitas llamado Cara del Diablo, con una leyenda propia
según la cual el Príncipe de los Infiernos dejó estampado su rostro
sobre la piedra en un tropiezo o bien cuando aquel suelo era blando y
moldeable. Son dos caras con los mismos ojos, en realidad: una
principal, de dolor o espanto, vista desde un lado, y otra secundaria,
de odio o furia, vista desde el otro.
Con
respecto a las pictografías hechas con pintura, quedan unas 12 de color
rojizo, pero en mal estado de visibilidad, por no decir que pésimo.
Corresponden a figuras abstractas rítmicas, de trazos y, en su mayoría,
muy diferentes a los motivos de los petroglifos, con una que otra figura
de insinuación antropomórfica en su diseño..
El Valle del Encanto fue declarado Monumento Histórico Nacional por Decreto Supremo N° 158 del 5 de febrero de 1973, "por su gran interés arqueológico y la existencia en él, de grabados y pinturas rupestres de inestimable valor".
El Decreto Ley N° 574 de 1974, por su parte, declaró al Valle del
Encanto como Parque Nacional, que a la sazón estaba en la Comuna de
Punitaqui. La misma ley estableció tal categoría para el Parque de
Bosques Petrificados de Pichasca, de la misma región, entre otros
lugares.
En
abril de 2005, hubo valiosos trabajos de reforestación del parque,
ejecutados por estudiantes del Campus Limarí de la Universidad de La
Serena. Cuatro décadas después la declaratoria de Monumento Histórico,
por Decreto N° 113 del 5 de marzo de 2013, además de reconocerse los
cuatro períodos cronológicos y culturales presentes en el sitio
arqueológico, se fijaron sus límites en los siguientes parámetros:
- Tramo A-B: Límite Norponiente, línea de pie de cerro.
- Tramo B-C: Límite Norponiente, línea de quebrada.
- Tramo C-D: Límite Norponiente, línea de altas cumbres.
- Tramo D-E: Límite Nororiente, línea de solera oriente de camino existente sin pavimentar.
- Tramo E-F: Límite Nororiente, línea de quebrada.
- Tramo F-G: Límite Norte, proyección desde fin de quebrada hasta cota más alta.
- Tramo G-H: Límite Nororiente, línea proyectada desde cota más alta hasta fin de la quebrada.
- Tramo H-I: Límite Nororiente, línea que va desde inicio de la quebrada hasta su cota más alta.
- Tramo I-J: Límite Oriente, línea de quebrada y su proyección hasta el camino que la intersecta.
- Tramo J-K: Límite Surponiente, línea de solera poniente de camino existente sin pavimentar.
- Tramo K-L: Límite Surponiente, línea proyectada entre camino existente sin pavimentar y el inicio de la línea quebrada.
- Tramo L-M: Límite Suroriente, línea de quebrada.
- Tramo M-N: Límite Suroriente, línea de curso de agua.
- Tramo N-Ñ: Límite Suroriente, límite de pie de cerro.
- Tramo Ñ-O: Límite Suroriente, línea que va desde el inicio de la quebrada hasta la cota más alta.
- Tramo O-P: Límite Suroriente, línea de altas cumbres.
- Tramo P-Q: Límite Suroriente, línea de altas cumbres.
- Tramo Q-R: Límite Suroriente, línea de solera Norte del camino existente sin pavimentar.
- Tramo R-A: Límite Sur, línea de pie de cerro y su proyección hasta la línea de la quebrada.
Piedra tacita, sector central del parque. Más de 25 cazoletas en la roca.
El
potencial turístico de este sitio está en pleno desarrollo, a pesar del
tiempo transcurrido desde su reconocimiento científico y oficial, por
lo que un plan de inversiones podría convertirlo en uno de los sitios
patrimoniales más valiosos y visitados de toda la región. Un incendio
ocurrido en el verano de 2015, sin embargo, recordó a los ovallinos la
fragilidad de estos paisajes cuando son tocados por los hombres, aunque
por fortuna no provocó demasiados daños.
Casi desde que la CONAF implementó el parque con senderos entre el verdor de arbustos y copaos
por las laderas, don Clemente ha estado cuidando este sitio y oficiando
como atento recepcionista de los visitantes. Un proyecto de la
Municipalidad de Ovalle permitió recuperar su valor como centro
arqueológico, más allá de ser sólo lugar de recreación y asados al aire
libre, para felicidad de todos manteniendo al histórico y experimentado
guardaparque en el lugar.
Así,
don Clemente sigue allí en las puertas de la historia arqueológica y la
exuberancia natural del Norte Chico, acompañado por su colega y guía
Salvador Araya (otro de los convencidos de que podría haber algo
"alienígena" en las representaciones rupestres de las rocas); y ambos
por la fauna local de aves cantoras o rapaces, tarántulas chilenas y los
divertidos roedores conocidos como degús o degúes, que pasean generalmente en parejas su gordura por los senderos y caminitos de este parque bendito.
GALERÍA DE IMÁGENES:
Piedras tacitas, sector central de la Quebrada del Espinal.
Piedras tacitas, sector central de la Quebrada del Espinal.
Piedras tacitas, sector central de la Quebrada del Espinal.
Piedras tacitas, sector central de la Quebrada del Espinal.
Piedras tacitas, sector central de la Quebrada del Espinal.
Piedras tacitas, sector central de la Quebrada del Espinal.
Piedras tacitas, sector central de la Quebrada del Espinal.
Piedras tacitas, sector central de la Quebrada del Espinal.
Piedras tacitas, sector central de la Quebrada del Espinal.
Piedras tacitas, sector central de la Quebrada del Espinal.
Piedras tacitas, sector central de la Quebrada del Espinal.
Piedras tacitas, sector central de la Quebrada del Espinal.
Piedras tacitas, sector central de la Quebrada del Espinal.
Piedras tacitas, sector central de la Quebrada del Espinal. Roca con una de las máximas concentraciones del parque.
Piedras tacitas, sector central de la Quebrada del Espinal.
Piedras tacitas, sector central de la Quebrada del Espinal hacia el área de camping.
Piedras tacitas, sector central de la Quebrada del Espinal.
Piedras tacitas, sector central de la Quebrada del Espinal. Acercamiento a las cazoletas.
Piedras tacitas, sector central de la Quebrada del Espinal.
Piedras tacitas, sector central de la Quebrada del Espinal.
Piedras tacitas, sector central de la Quebrada del Espinal.
Piedras tacitas, sector central de la Quebrada del Espinal.
Piedras tacitas, sector central de la Quebrada del Espinal.
Piedras tacitas, sector central de la Quebrada del Espinal.
Camino del parque hacia el sector poniente y el Baño del Inca.
Piedras tacitas, sector Sur-poniente de la Quebrada del Espinal.
Piedras tacitas, sector Sur-poniente de la Quebrada del Espinal.
Piedras tacitas, sector Sur-poniente de la Quebrada del Espinal. Acercamiento a las cazoletas de forma oval.
Piedras tacitas, sector Sur-poniente de la Quebrada del Espinal.
Piedras tacitas, sector Sur-poniente de la Quebrada del Espinal.
Piedras con petroglifos, sector Sur-poniente de la Quebrada del Espinal.
Petroglifo del sector Sur-poniente de la Quebrada del Espinal. Uno de los popularmente llamados "marcianos" o "extraterrestres".
Petroglifo del sector Sur-poniente de la Quebrada del Espinal. Uno de los popularmente llamados "marcianos" o "extraterrestres".
Sector Sur-poniente de la Quebrada del Espinal.
Gran grupo pétreo conocido como El Atalaya, sector Sur-poniente de la Quebrada del Espinal.
Petroglifo del sector Sur-poniente de la Quebrada del Espinal.
Rocas y laderas del sector Sur-poniente de la Quebrada del Espinal.
Petroglifo del sector Sur-poniente de la Quebrada del Espinal.
Piedra observatorio, sobre el la Quebrada del Espinal, ladera Sur.
Petroglifo del sector Sur-poniente de la Quebrada del Espinal. Conocido popularmente como "El Marciano" o "El Extraterrestre".
Petroglifo del sector Sur-poniente de la Quebrada del Espinal. Conocido popularmente como "El Marciano" o "El Extraterrestre".
Petroglifo del sector Sur-poniente de la Quebrada del Espinal. Conocido popularmente como "El Marciano" o "El Extraterrestre".
Sendero por la ladera Sur de la Quebrada del Espinal, hacia el poniente.
Grupo de piedras en el sector Baño del Inca.
Erosión y formación de concavidades en el sector Baño del Inca.
Erosión y formación de concavidades en el sector Baño del Inca.
Foso del Baño del Inca, en sector Sur-poniente de la quebrada.
Foso del Baño del Inca, en sector Sur-poniente de la quebrada.
Foso del Baño del Inca, en sector Sur-poniente de la quebrada.
Vista del valle desde la ladera de la quebrada.
Petroglifos y pictogramas de la ladera Norte de la Quebrada del Espinal, sector poniente.
Petroglifos y pictogramas de la ladera Norte de la Quebrada del Espinal, sector poniente.
Gran grupo pétreo conocido como la Casa de Piedra, ladera Norte de la Quebrada del Espinal, sector poniente.
Petroglifos y pictogramas de la ladera Norte de la Quebrada del Espinal, sector poniente.
Enormes formaciones rocosas del sector poniente de la quebrada.
Grupo de tacitas elípticas conocido como la Cara del Diablo, sector poniente de la quebrada.
Grupo
de tacitas elípticas conocido como la Cara del Diablo, sector poniente
de la quebrada. Lado "doloroso" del doble rostro, para algunos el
principal.
Grupo de piedras tacitas, sector poniente de la quebrada.
Grandes formaciones rocosas en el sector de la ladera Norte de la quebrada.
Petroglifo con rostro enmascarado y tocado en la cabeza, sector del estero, al oriente del parque.
Petroglifos, personaje con rayo en la cabeza, sector del estero, al oriente del parque.
Petroglifos, sector del estero y la loma, al oriente del parque.
Piedras tacitas, sector del estero y la loma, al oriente del parque.
Petroglifos,
sector del estero y la loma, al oriente del parque. Entre las figuras,
destaca un enmascarado con tocado en la cabeza.
Petroglifos, sector del estero y la loma, al oriente del parque.
Petroglifos, sector del estero y la loma, al oriente del parque.
Piedras tacitas, sector del estero y la loma, al oriente del parque.
Piedras
tacitas, sector del estero y la loma, al oriente del parque. Grupo de
cazoletas elípticas conocidas como las Huellas de Adán.
Piedras
tacitas, sector del estero y la loma, al oriente del parque. Grupo de
cazoletas elípticas conocidas como las Huellas de Adán.
Restos de pictografía, sector del estero y la loma, al oriente del parque.
Piedras tacitas, sector del estero y la loma, al oriente del parque.
Un pequeño "Marcianito", con antenas. Petroglifo del sector del estero y la loma, al oriente del parque.
"Marcianito"
con cabeza rectangular y antenas, en posible posición de danza ritual.
Petroglifo, sector del estero y la loma, al oriente del parque.
Petroglifo, sector del estero y la loma, al oriente del parque.
Piedras tacitas, sector del estero y la loma, al oriente del parque.
Formaciones rocosas en la loma, con petroglifos. Sector oriente de la quebrada y del parque.
Formaciones rocosas en la loma, con petroglifos. Sector oriente de la quebrada y del parque.
Petroglifo con figura antropomorfa, sector oriente de la quebrada y del parque.
Restos de pictografías, sector oriente de la quebrada y del parque.
Petroglifo con rostro enmascarado y tocado semicircular en la cabeza. Sector del estero, al oriente de la quebrada y del parque.
Petroglifo con rostro enmascarado y penacho en la cabeza. Sector del estero, al oriente de la quebrada y del parque.
Petroglifo
de la Piedra Socos, con rostro enmascarado y penacho en la cabeza.
Sector del estero, al oriente de la quebrada y del parque.
Petroglifo con rostro enmascarado y penacho en la cabeza. Sector del estero, al oriente de la quebrada y del parque.
Petroglifo con rostro enmascarado y penacho en la cabeza. Sector del estero, al oriente de la quebrada y del parque.
Sector del estero, al oriente de la quebrada y del parque, donde están los rostros con tocados.
Sector del estero, al oriente de la quebrada y del parque, donde están los rostros con tocados.
Petroglifo con dos rostros enmascarados y penachos en la cabezas. Sector del estero, al oriente de la quebrada y del parque.
Petroglifo con rostro enmascarado y penacho en la cabeza. Sector del estero en el parque.
Piedras tacitas, sector del estero, al oriente de la quebrada y del parque.
Vista del sector oriente de la Quebrada del Espinal y del parque.
Vista del sector oriente de la Quebrada del Espinal y del parque.
Formaciones rocosas en el sector oriente de la Quebrada del Espinal y del parque.
Pictogramas y petroglifos en el sector oriente de la Quebrada del Espinal y del parque.
Don Clemente Pizarro, guardaparques del Valle del Encanto por cerca de 40 años, año 2016.
Loica (Sturnella loyca), habitante del parque.
Loica (Sturnella loyca), habitante del parque.
Tarántula del Norte Chico, posiblemente una hembra de la especie Euathlus, habitante del valle.
Avecilla habitante del parque, posiblemente un chincol o chingolo (Zonotrichia capensis).
Roedor nativo comiendo unas vainas, muy abundante en el valle. Posiblemente un degú o ratón cola de pincel (Octodon degus).
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