LA METÁLICA SOLEDAD DEL PUENTE FERROVIARIO DEL RÍO COMBARBALÁ
Coordenadas: 31° 8'36.13"S 71° 1'43.90"W
Esta
entrada reúne dos temas que me resultan de enorme interés y simpatía:
aquellas provincias al inicio del Norte Chico que, además de las
regiones extremas, más me atrae de Chile, y un testimonios de la
apasionante historia ferroviaria de nuestro país, con huellas de su
propia época dorada esparcidas por estas comarcas.
Aunque
mi interés estaba inicialmente en el histórico Puente
Quinquimo-Pullalli de La Ligua,
cerca del límite norte de la Región de Valparaíso, sucede que
continuando en ascenso por esa misma exruta ferrocarrilera, encontramos
el hermoso y corpulento Puente Ferroviario El Parral R.c.a., a veces
llamado también Puente Combarbalá. Está a sólo un lado de la autopista
D-55 y del actual puente vehicular que ostenta allí el mismo nombre de
El Parral. Se lo halla cerca del sector denominado Punta del Viento, un
poco más allá de la salida septentrional de Combarbalá en la Provincia
del Limarí, la localidad de la famosa piedra nacional combarbalita, tan
cotizada en artesanía, joyería y artes escultóricas.
Su fábrica es parecida a la del puente de Quinquimo-Pullally,
con sillería y machones de piedra canteada, con estructuras metálicas
derivadas de la escuela europea arquitectónica e ingenieril del hierro y
del armado modular. Sin embargo, éste es más sencillo que el otro caso:
consta de dos pilares-machones que lo apoyan sobre el lecho del río, y
dos machones de sillar y anclaje para los segmentos de acceso de los
extremos.
El
acceso Norte de este puente de vigas se fusiona bien con el terreno y
su altura, mientras que el del lado Sur presenta, algunos metros por
sobre el lecho del río, un ojo en arco que se apoya en la pendiente de
la vera riberana, para el paso a pie que alguna vez hubo bajo el mismo.
El
trabajo de cantería, calce y albañilería para las bases del puente y
sus estribos ha sido pulcra y eficiente, algo demostrado por el buen
estado en que aún se encuentran. Los paneles metálicos de vigas cruzadas
y viguetas van por debajo de la plataforma, por lo que su luz superior
carente de lozas es despejada, sin cobertura ni cierres, acompañada en
su extensión por sólo un pretil de metal que proporcionaba seguridad a
los peatones que antaño cruzaban el río caminando junto a las líneas.
Desconozco si alguna vez tuvo estas barandillas por ambos lados, pero
hoy sólo se observa en su cara poniente.
El puente pertenece al tramo Cabildo-Copiapó que se construyó a partir de 1910,
por decreto de mayo de ese año, abarcado más de 600 kilómetros de ruta
para el Ferrocarril Longitudinal Norte, concluidos y puestos en servicio
hacia 1912.
Dicha sección del ferrocarril, entre las estaciones de
Illapel y San Marcos, fue construida por el Sindicato Howard actuando
como contratista encargado por el Estado. Esto se verifica, por ejemplo,
en la revista "Pacífico Magazine" de julio del año siguiente, en un
artículo del Ingeniero Santiago Marín Vicuña, quien había estado a cargo
de las obras del puente del río Choapa pocos años antes.
Con
sus cerca de 130 metros de longitud y de trocha de 1 metro (que, al
parecer, fue doble en algún momento), el Puente El Parral representaba
el antiguo paso del tren sobre el río Combarbalá, por donde circulaba el
histórico Ferrocarril Longitudinal Norte en el tramo Cabildo-Copiapó,
más tarde unido a la red del Norte Grande cruzando los desiertos hasta
Iquique.
La
solidez de este paso sobre el río se hace evidente en la observación
del mismo, habiendo resistido de pie sus más de cien años trascurridos
ya desde que se lo puso en marcha y sus estructuras logrando soportar
los terremotos de 1943, 1965, 1971, 1981, 1997 y 2015. Muchos de estos
cataclismos lo sorprendieron e desuso, eso sí, pues su decadencia
comenzó en los 60 y se consumó a mediados de la década siguiente.
Cabe
recordar que todavía quedan a la vista muchos restos de aquel esplendor
ferrocarrilero a la vista del visitante, incluyendo los hermosos
puentes de este sector del país, y del que El Parral es uno de los
principales. Más aún, en algunas de las estacas de los durmientes que le
quedan, en las cabezas, aún puede leerse la inscripción "F.C. del E." (Ferrocarriles del Estado), como firmando nostálgicamente aquel recuerdo.
También
a diferencia de otros puentes de esta vieja ruta, el del río Combarbalá
se encuentra en peor estado que el de La Ligua o el del río Cogotí,
ubicado un poco más al Norte. Sucede que, además de cargar con su total
desuso, está parcialmente desmantelado: se han ido retirando sus piezas
metálicas, rieles y durmientes de madera, suponemos que para recuperar
el material y comercializarlo. No queda ninguno de ellos sobre las vigas
y ferretería del puente, por ejemplo.
Pieza
a pieza desaparece, entonces, este coloso de hierro del Norte Chico de
Chile. Las muchas estacas dispersas por las rampas y el lecho del río
confirman la cantidad de remociones furtivas que se han hecho en este
hermoso puente y las líneas que conectan a través de él, llevando al
desaparecido tren "Longino".
No
vaya a ser que, como tantas veces ha sucedido ya en nuestro país, el
entusiasmo por el rescate y la conservación para esta magnífica obra de
ingeniería, nos llegue demasiado tarde, condenándonos a complacer el
hambre cultural e histórica sólo con los espinazos del pescado y las
cáscaras de la sandía que podamos hallar en la semblanza del ferrocarril
chileno.
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