LUZ Y SOMBRA DE LA PARROQUIA SANTA MARÍA DE LOS ÁNGELES EN REÑACA Y SU CAPILLA DE SAN EXPEDITO
El actual edificio de la Parroquia de Santa María de los Ángeles.
Coordenadas: 32°58'26.91"S 71°32'40.34"W
Una
buena amiga me convenció esa vez de pasar a un sitio al que
yo había rehuido desde que fuera inaugurado, en todas las ocasiones que
tuve para visitarlo: el de la Parroquia de Santa María de los Ángeles,
en Reñaca, en Viña del Mar. Lo evitaba, quizás, alérgico a sus líneas
demasiado modernistas y vanguardistas, poco asimilables para quien esté
acostumbrado a la observación de los edificios más tradicionales y
conservadores de la arquitectura religiosa. Por sobre todo, sin
embargo, lo hacía recordando la polémica que generó la demolición del
anterior edificio que ocupaba este mismo espacio, destruido precisamente
para darle lugar al nuevo.
La
parroquia se encuentra en el inicio de calle Borgoño llegando a Vicuña
Mackenna, en el camino de entrada a esta localidad y alzándose al pie de
las lomas del Jardín del Mar, justo donde está el geoglifo moderno de
la Gaviota de Reñaca. Imposible no verlo o perderse intentando llegar a
él, entonces.
Su
origen, o más bien el de la anterior parroquia, se puede rastrear entre
los antecedentes de Reñaca siendo zona suburbana y de fundos al Norte
de Viña del Mar, que pertenecían originalmente a célebres familias
locales como los Vergara. Esto era mucho antes del boom turístico,
residencial y comercial que hoy caracteriza al lugar, iniciado recién
con los años 80. Más exactamente, los loteos comenzaron hacia los años
del Primer Centenario, con antiguas y elegantes casonas de influencia
germano-británica, hasta donde residían o vacacionaban familias más bien
acomodadas. Muchas de ellas fueron de corta duración, como veremos,
pero modificaciones posteriores y el aumento del rasgo residencial hizo
necesaria la instalación de una parroquia propia, precisamente ésta.
Bien, debo admitir que -para bien y para mal- hay mucho de interés en este edificio... "Negarse es limitarse",
dicen por ahí, de modo que mi forma de compensar este desdén personal
mantenido contra él, será publicando algo acá dedicado a este sitio,
precisamente.
La primera Parroquia de Santa María de los Ángeles de Reñaca (1962-2000). Imagen publicada en website de la propia parroquia.
La parroquia antigua, en sus últimos años. Fuente imagen: Soychile.cl.
Etapas
de desmantelado y demolición del edificio, seguida de la colocación de
la primera piedra del nuevo templo. Imágenes publicadas por El Mercurio
de Valparaíso.
Vista
lateral de la parroquia. A la derecha se ve parte de la Capilla de San
Expedito y sus miles de placas colocadas por devotos, y en la explanada
se observan las estatuas de los santos chilenos Santa Teresa de los
Andes y San Alberto Hurtado.
Acceso principal o Puerta Santa del actual edificio.
Muchos
habitantes de este concurrido balneario recuerdan el edificio anterior,
de líneas neocoloniales y un buen toque de estilo mediterráneo en su
blancura, con techos rojizos. Unas 140 a 180 personas sentadas cabían en
él, lo que le hacía un espacio más bien pequeño, aunque era fácil verlo
y reconocerlo a un lado de avenida. Exteriormente, destacaban sus
arcadas y su elegante torre del campanario, aderezadas por árboles y
jardines.
A
pesar de su aspecto engañosamente clásico, este primer edificio de la
parroquia no era tan antiguo como pudiese pensarse. Había sido
reconvertido en junio de 1962, por iniciativa del entonces Obispo de
Valparaíso, Monseñor Emilio Tagle Covarrubias, complaciendo el deseo de
muchos feligreses de la comunidad del balneario, coincidiendo con el
inicio de un período de grandes cambios que afectaban al mismo y que
fueron configurándole el rasgo de exclusividad residencial y modernidad
urbana que hoy se le reconoce.
Debe
recordarse que, para entonces, muchas de las necesidades
administrativas de Reñaca dependían de Valparaíso o Viña del Mar,
incluido el servicio religioso. Esto comenzó a cambiar connaturalmente,
cuando se demolían la mencionadas primeras casonas de descanso, hacia
1950 o 1960, y en su lugar aparecerían poco a poco edificios con niveles
comerciales, villas residenciales y conjuntos de departamentos. Todavía
faltaba para la explosión hotelera e inmobiliaria que hoy puede
observarse, por supuesto.
El
lugar elegido para el templo de la creciente comunidad era el mismo en
que, desde aproximadamente 1945, existía una pequeña y sencilla capilla,
un tanto rústica, cubierta con techados más bien ligeros y sostenida
con postes a los que después se adicionaron muros perimetrales, sobre
una terraza de sillería donde se realizaban ceremonias y encuentros
religiosos locales a cargo de la Parroquia de Nuestra Señora de los
Dolores de Viña del Mar. Este sitio, mismo del actual templo, estaba por
esos años al lado de unas canchas y unas caballerizas que
desaparecieron con la construcción y ampliación del complejo religioso.
Se recuerda que tenía una vista limpia hacia las playas, enfrente del
mismo.
La
parroquia respectiva para Reñaca fue creada paralelamente, a partir de
un grupo desprendido de la mencionada Parroquia de Viña del Mar, aunque
desconozco si esto tendrá alguna relación con las inclinaciones de
voluntad que han tenido algunos habitantes de Reñaca, con respecto a
separarse administrativamente de Viña del Mar, incluso estudiándose la
posibilidad de ser considerada comuna propia. Lo cierto es que el primer
párroco de la flamante sede elegido por Monseñor Tagle, fue el
Presbítero Julio López de Aréchaga Vega, quien se mantuvo en el cargo
hasta 1996.
Fue
el flamante párroco quien transformaría la antigua capilla en la joyita
neocolonial. Al rudimentario templito se le hicieron varias
modificaciones durante su larga función de casi 45 años, dándole así el
aspecto que mantuvo hasta el final y que permitió convertido en uno de
los edificios turísticamente más interesantes de Reñaca, mientas existió
allí.
Imagen de la crucifixión y pila de agua bendita en el recibidor.
Pasillo alrededor del lado posterior del templo.
Sala-nave única al interior del templo.
Vista de la sala desde el lado opuesto.
Paneles laterales con vitrales de Santos y Apóstoles.
Sin
embargo, como la población de Reñaca continuó creciendo y el vetusto
templo quedaba pequeño para las necesidades de la población creyente,
especialmente en los veranos, se comenzó a discutir la idea de
reemplazarlo por uno más funcional y moderno. La oportunidad vino con la
partida de López de Aréchaga, quien siempre había profesado un amor y
compromiso personal por esta obra.
Sucedió,
así, que en agosto del año 1997, el Obispo de Valparaíso, Monseñor
Jorge Medina nombró como nuevo párroco de Reñaca al Presbítero Enrique
Opaso Valdivieso, dándole instrucciones precisas de completar la
construcción de un nuevo y mejor templo para la comunidad creyente del
balneario.
Originalmente,
se evaluó hacer esta obra un terreno ubicado en el sector Las
Golondrinas, vecino a Concón, y en otros donados por la Armada de Chile.
Pero este proyecto fracasó casi haciendo naufragar el deseo del
Obispado. Al final y tras muchas discusiones, se concluyó en usar el
mismo que ocupaba el complejo anterior y proceder a demolerlo. Recién el
año 2000 y tras varias disputas, pudo iniciarse esta tarea que privó a
Reñaca de uno de sus más bellos referentes.
Agobiado
por las noticias y las fotografías publicadas mostrando la destrucción
de su querido templo, su anciano primer párroco escribió una carta en
"El Mercurio de Valparaíso", haciendo sus descargos el 24 de diciembre
del año 2000:
Todo cambia, cambian las gentes, se derrumba muros -decía en ella-.
Cuántos niños, fiestas, kermess, competencias en la playa, mamás,
ancianos que buscaban la tranquilidad del escaño para un rato de
descanso, quizás si una meditación bajo el alero tejado mirando la cruz y
su pileta con enormes hojas de pangue.
Continuaba
recordando con gran congoja, allí: "Tu
primer párroco te recibió cuando no eras más que una Capilla desde
donde podía observarse algunas casas que cobraban vidas sólo en verano y
ver extenderse la playa de una a otra puntilla". Y, finalmente,
remataba casi golpeando a la Diócesis de Valparaíso: "Imágenes que se
van desdibujando cediendo paso al progreso. ¿Cómo quejarse?. Es la vida,
también toca a las cosas y nos duele".
El
proyecto, de este modo, generó una gran controversia y la resistencia
de muchos patrimonialistas reacios a aceptar la destrucción del templo
anterior, además de tres largos años de espera de los permisos
correspondientes que no estuvieron exentos de más polémicas y debates.
De todos modos, su primera piedra pudo ser colocada en mayo de 2001,
conteniendo mensajes, nombres y deseos de los feligreses y colaboradores
del controvertido nuevo templo.
Presbiterio y altar mayor.
Cruz de Cristo, colgando sobre el altar.
Figura de la Virgen en el Altar Mayor.
Relicarios de Santa Teresa de los Andes y San Charbel.
Los artísticos vitrales que rodean la línea de vanos superiores.
Sólo
entonces pudo darse inicio a la construcción del nuevo edificio, con
ingeniería a cargo de Oscar Mehech Haleby. En los planos habían
participado los arquitectos Alberto Cruz Covarrubias, Álvaro González
Embry, Felipe Murillo Ramírez, Francisco Vivanco Fierro, Guillermo Parra
Silva, Gustavo Hernández Flaño, Harken Jensen Vivanco, Juan Pablo
Scarella Gutiérrez, Pablo Vergara Rojas y Raúl Solís Figueroa.
Prácticamente,
la totalidad del financiamiento de los trabajos corrió por cuenta de
los aportes de muchas familias que son homenajeadas en el placas al
interior del mismo edificio y por campañas de erogación popular, ya que
el proyecto no contó con apoyo de la Iglesia. Esto sucedía, además, en
plena crisis económica mundial de fines de los años 90 y parte de la
década siguiente.
A
pesar de las señaladas dificultades y retrasos, las obras quedaron
concluidas el 12 de junio de 2002, siendo Obispo de Valparaíso Monseñor
Gonzalo Duarte García de Cortázar, Obispo Auxiliar de Valparaíso
Monseñor Santiago Silva Retamales, y aún como Párroco el propio Opaso.
Con
una planta construida en forma de ojal y contornos redondeados por toda
su geometría de unos 50 por 30 metros, sus líneas arquitectónicas
modernistas parecen excesivas, a juicio de algunos críticos.
Domina el hormigón ocre, líneas orgánicas, vanos escurridizos y
geométricos, grandes armazones modulares interiores, mucho empleo de
madera en divisorias y artesonados, etc. Nada, absolutamente nada en el
nuevo edificio, recuerda vagamente siquiera al anterior.
Este
templo puede albergar hasta 1.000 personas, en 850 asientos-puestos en
su interior. Consta de una nave-sala con pasillo parecido a un
deambulatorio pero alrededor de la cara posterior de la misma, y está
bien iluminada, con grandes vitrales internos representando a Santos de
la Iglesia Católica, distribuidos en vanos y paneles. Sus muros
interiores ofrecen el material de hormigón desnudo en algunos tramos.
La
ornamentación e iconografía religiosa es interesante, incluyendo
efigies de la Virgen con los Ángeles en el altar mayor con el Cristo en
la Cruz de fondo, colgante, además de arcángeles, cruces de madera de
lenga, crucifijos de los apóstoles en los postes (exigencia de
consagración), escenas del bautizo de Cristo frente a la pila bautismal y
del Cordero de Dios junto al presbiterio.
Las estaciones del Vía Crucis,
en tanto, fueron hechas por la artista Jimena Lira, y las tallas en
madera de la Cruz principal, Jesucristo, la Virgen María y el Sagrario
fueron realizadas por el escultor Ricardo Morales, gracias al
financiamiento de la Fundación Edmundo Eluchans Malherbe. Por el suelo
también vemos baldosas con la representación paleocristiana del ictus
(pez). En la entrada está una representación de la Crucifixión con una
pila de agua bendita sostenida por ángeles, donada por un par de
anticuarios.
En
el templo existen también reliquias de Sor Teresita de Los Andes,
regalada por el Obispo Duarte de Valparaíso y dispuesta en el
tabernáculo del presbiterio, y reliquias del cuerpo incorrupto de San
Chárbel Makhlouf, donada en 2011 desde El Líbano por el sacerdote
maronita Philippe Yazbek, realizándose por el santo una misa acá en los
días 22 de cada mes.
Por
otro lado, se pueden encontrar en los muros representaciones y figuras
de la Virgen de Luján, la Sagrada Familia, la Cruz de Chile
y un gran cuadro del nacimiento de Cristo imitando el estilo bizantino,
además de otros vitrales con imágenes de la Virgen de la Covadonga y
San Pío. Al exterior, en la explanada, hay una figura escultórica de San
Alberto Hurtado y otra de Santa Teresa de Los Andes, junto a las
escaleras de ascenso externo.
La
relación del edificio con la ciudadanía ha sido buena, en general, o al
menos eso d8cen por acá: se ejecutan peregrinaciones para el Vía Crucis
de Semana Santa, por ejemplo, desde la playa hasta el templo. Empero,
como si el recuerdo de la demolición no alcanzara para las amarguras,
nuevas críticas a la administración parroquial se han escuchado en años
posteriores, quizás por su clara tendencia publicitaria con que enfrenta
la labor pastoral local, que incluyó poner parlantes en el exterior del
mismo edificio religioso, incorporar emblemas del club de fútbol de la
provincia, disponer el lugar a ceremonias laicas, meterle música o baile
contemporáneos y realizar de ceremonias litúrgicas en las arenas de la
playa, buscando atraer público más joven a los reclinatorios y los
confesionarios.
Consuela
al menos que, con estos cambios, su espacio ha sido sede de las
Temporadas Musicales de Reñaca en los veranos, y también escenario de
los Conciertos de Extensión, lo que parece bastante positivo y más
sincero que otros experimentos realizados allí.
Antigua figura policromada de San Expedito, tras el acceso al templo.
Capilla de San Expedito en el exterior del templo, junto al acceso al velatorio.
Interior de la Capilla de San Expedito.
Altar de la capilla y sus innumerables placas de agradecimiento.
Al
exterior del templo parroquial, en su explanada junto a la avenida
Borgoño y al lado del acceso por el lado del velatorio, existe uno de
los principales centros de devoción chilenos para la popular figura de
San Expedito, el supuesto mártir cristiano del siglo III ó IV que -se
dice- era un legionario romano, convertido al cristianismo en Armenia,
razón por la que acabó ejecutado junto a otros de sus correligionarios y
sepultado en las catacumbas de la plaza Denfert-Rochereau.
Su
figura central en el altar es una vitrina con la imagen del santo tras
un cristal. Las placas de agradecimiento por "favores concedidos" copan
cada rincón de este espacio, contándose por miles. Como santo patrono de
las causas justas pero especialmente de las que necesitan mayor
urgencia (algo relacionado con el nombre que le da su leyenda), San
Expedito se estaba volviendo uno de los santos más populares de Chile y
de varios otros países, cuando coincidió que se asoció su identidad a
esta iglesia. Tanto es el fervor encendido acá, que ha quedado prendido
el lugar a su identidad, al punto de que algunos conocen a la parroquia
como la Iglesia de San Expedito, no siendo tal, aunque sí es cierto que el nuevo templo también está consagrado al santo, de alguna manera.
Aunque
no estoy del todo convencido, incluso se cree que fue aquí desde donde
partió la mayor masificación que ha recibido la veneración por el mártir
en Chile, en un curioso fenómeno de adopción y difusión donde habrían
tenido participación sectores acomodados o conservadores más de la
ciudadanía, decantando así el culto. No es misterio que San Expedito es
uno de los santos favoritos de los estratos más pobres en nuestros días,
con templitos y capillas dispersas por casi todo el país.
Tenemos
versiones contradictorias también sobre la presencia del culto a San
Expedito en el anterior templo parroquial de Reñaca, pero todo indica
que fue adoptado formalmente para este lugar como parte de las
modernizaciones culturales que promovió el propio Presbítero Opaso, para
atraerle "clientela" a la parroquia según sus críticos.
A
mayor abundamiento, la leyenda cuenta que este altar para San Expedito
lo hizo construir el párroco luego de haber fracasado la primera
votación del seccional Las Cañitas, para usar el terreno donado por la
Armada. Tras al revés, se habría encomendado exitosamente al santo para
salvar el proyecto, por recomendación de una devota, retribuyendo el
favor concedido con esta capilla.
Sin
embargo, la elección arbitraria y un tanto populista del santo, la
admite el mismo Segundo Presbítero en una entrevista posterior, en la
que reconocía que ni siquiera conocía algo de San Expedito cuando
decidió incorporar la capilla a las obras del edificio, el año 2000,
sólo como carnada para la suscripción de devotos.
Dentro
del propio templo, cabe indicar, hay una imagen de San Expedito
parecida a la que está en la capilla, pero en talla de madera
policromada y que, según una placa informativa a su lado, fue fabricada
en el siglo XVI. Se la puede observar dentro de una vitrina, a un
costado del ingreso al templo y de cara a otra figura correspondiente a
la crucifixión, en el costado opuesto de ese pasillo.
Los
fieles del santo paleocristiano no sólo han saturado la capilla de
placas, ofrendas e inscripciones de agradecimiento, sino que algunos
pasan horas sentados orando en las bancas dentro de la capilla, y tienen
por costumbre reunirse todos los días 19 de cada mes en este sitio
realizándose misas para los devotos del santo, especialmente el 19 de
abril, que es el del calendario santoral para el personaje.
Tras
20 años de servicio, Opaso dejó el cargo en la parroquia para cederlo,
en 2015, al Padre Erwin Prieto López, comenzando así una nueva etapa en
la historia de la misma. Mu atrás quedó la época de su primer templo,
entonces, desaparecido entre el peso de los afanes por la renovación y
la vanguardia, alcanzando ya incluso a instituciones esencialmente
conservadoras, como es la Iglesia Católica.
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