MUSEO PATRIMONIAL CONTEMPORÁNEO DE SAN FRANCISCO DEL MONTE: LA HISTORIA Y CULTURA EN LA TIERRA CARRERINA
Coordenadas: 33°40'40.31"S 70°58'43.66"W
Como
en 2017 se adelantó para el viernes 13 de octubre la celebración
oficial del natalicio del General José Miguel Carrera Verdugo (un acto
con autoridades civiles y militares, orfeón, cuecas tradicionales
y oradores en su estatua ecuestre, en la entrada del Paseo Bulnes),
decidí tomarme su día natal, el domingo 15, con un pequeño viajecito a
tierra carrerina: la localidad de El Monte, en la Provincia de Talagante
de la Región Metropolitana.
El
Museo de El Monte, está a un costado de la Plaza Independencia y la
arteria del mismo nombre, enfrente de la Municipalidad y donde se reúne
la calle Los Carrera con Arturo Prat, casi de frente a Benavente. Se
encuentra a un costado del acceso al célebre Túnel de los Carrera (que
conectaba el convento con su hacienda familiar) y a pasos de la Iglesia
de San Francisco, Monumento Histórico Nacional desde 1974, hoy en
afanosas obras de restauración.
Éste
es el corazón de todo el barrio histórico del poblado, en el perímetro
de la antigua hacienda San Francisco de El Monte, lugar ocupado por los
franciscanos en el siglo XVIII. Hay, pues, un potencial de turismo
patrimonial e histórico enorme en este sector, pero las políticas
culturales con criterios de rentabilidad social y electoral han sido
poco generosas con tales posibilidades, salvo quizás en la celebración
del Día del Patrimonio. El resto de las responsabilidades y demandas de
semejante obra, han sido endosadas más bien a los loables esfuerzos por
parte de la Municipalidad de El Monte.
Dicho
sea de paso, en este vecindario sobreviven algunas de las casonas más
antiguas de la comuna, incluyendo dos casa-pilares de esquina,
con sus sólidas columnas de piedra: una correspondiente al inmueble de
la Municipalidad y otro en el otro extremo de la plaza en calle
Libertadores, ocupada por un café-restaurante, aunque el muro debió ser
reconstruido tras el último gran terremoto. Un busto del prócer,
obsequiado por el Instituto de Investigaciones Históricas José Miguel
Carrera,
fue inaugurado el 15 de octubre de 2013 cerca de la fuente de roca de
la misma plaza, en el 228° aniversario de su nacimiento. La presentación
de un expediente para la declaración de Zona Típica en El Monte, ante
el Consejo de Monumentos Nacionales, quizás abra más aún las estrechas
puertas del reconocimiento y del potencial cultural de este pintoresco
sitio del país.
Fue
en una de aquellas casas -hoy un tanto ruinosa y abandonada- ubicadas
enfrente de la plaza de armas, que se estableció por primera vez el
Museo de El Monte. Nació allí como el Museo Patrimonial Contemporáneo de
San Francisco de El Monte, el 29 de mayo de 2005, por iniciativa de un
extraordinario e infatigable vecino: el profesor Juan Araya Espinoza,
que sigue atendiendo personalmente a los visitantes y dando resguardo a
los tesoros históricos que acumula en vitrinas, muros y exhibidores.
Esto
sucedía durante la alcaldía de don Francisco Gómez Ramírez, quien había
llamado al profesor y coleccionista de antigüedades para su
colaboración en el área cultural de San Francisco de El Monte. La idea
de don Juan era crear una suerte de departamento de cultura para la
Municipalidad, pero al no poder concretar esta intención por diferentes
dificultades que aparecieron en el camino, fue desarrollando su idea y
su concepto sobre el espacio necesario y concluyó así, tras una
reflexión profunda, en el proyecto personal de establecer un museo,
aunque partiendo con muy poca infraestructura.
Ya
dado el primer paso, ese que más cuesta, con esfuerzo fue implementando
su sueño, agregándole al recinto retratos de los hermanos Carrera,
banderas de la Patria Vieja y disponiendo de una vieja máquina
proyectora de los 40 que aún conserva entre sus joyitas, donde pasaba
rollos de antiguas películas para los visitantes, como un documental de
América de los años 50 que ha vuelto a mostrar en los Días del
Patrimonio. Su afán recolector llegó a tanto que su casa se le hizo poca
para seguir acumulando antigüedades, a pesar de la infinita paciencia
de su esposa, por lo que debió arrendar unas habitaciones para usarlas
como bodega donde almacenar las piezas que no estaban en la exposición
permanente.
Empero,
el terremoto del 27 de febrero de 2010 dejó a muy mal traer el inmueble
ocupado por el museo dañando parte de la muestra; y fue así como,
gracias a un aporte de la Ilustre Municipalidad útil al pago del
arriendo en estas dependencias del antiguo centro conventual, se
trasladó a la esquina de la plaza, en donde permanece hasta ahora. Ese
mismo año, don Juan creó el Museo Arqueológico San Francisco de El Monte
con hallazgos asociados a las culturas Aconcagua y Llo-Lleo, el 19 de
septiembre de 2010, fusionándolo con el resto del museo y dándole hoy
una habitación propia dentro del recinto.
Por
si fuera poco, el imparable profesor ha dedicado parte de sus esfuerzos
a un lugar del mismo entorno, para la memoria y obra de José Santos
González Vera (1897-1970): el Museo del Libro, fundado el 23 de abril de
2013 como homenaje al escritor, cuyo nombre lleva también el centro
cultural municipal. González había nacido esta comunidad un 17 de
septiembre, recibiendo el Premio Nacional de Literatura de 1950. En la
misma ocasión de abierto el museo literario, se inauguró una plazoleta
con su nombre, en la explanada del edificio municipal. Y desde hace unos
12 años, don Juan conduce también un programa radial llamado "Panorama
Cultural", los domingos en la estación "Manantial" y sus ondas amigas.
No
cabría duda, en consecuencia, del inmenso valor y del aporte de este
profesor en el ambiente cultural de la comuna y de toda la provincia.
Don
Juan Araya es un hombre tan gentil como ilustrado, un tanto espigado y
de ademanes muy calmos. Lo encuentro comiéndose tranquilamente un
paquete de cabritas (maíz inflado), sentado junto a unas de sus
vitrinas llenas de objetos centenarios, y que no duda en dejar a un lado
para recibir a sus visitantes. Tiene cierto "aire" con el célebre actor
Max von Sydow, al estilo de su personaje dueño de la tienda misteriosa
del filme "Needful Things", basado en el relato de Stephen King. Si
hasta se le parece un poco.
Araya es un excelente guía en su propio museo, por
supuesto, y un hombre de muchísima cordialidad: no parece interesado en
otra cosa que no sea la de hacer sentir el valor de sus colecciones en
las parejas y familias que llegan allí, conociendo las reminiscencias y
huellas de "los abuelos de El Monte". Procura tener música
clásica y selecta al aire dentro del recinto, también, según declara
para acentuar el ambiente cultural de su refugio, mientras explica
imágenes fotográficas antiguas como la del Puente San Francisco, la
vieja Escuela Parroquial o la de un recordado vecino en su carreta de
caballos.
Don
Juan no recibe ninguna clase de remuneración por todo su trabajo, por
lo que la ayuda municipal para el alquiler del espacio ha sido su
valioso alivio. Supongo que esta razón llevó al retiro de la página web
que tenía el museo, ya inexistente. Aunque las creencias populares sean
tozudas y exigentes, sabemos que no se puede esperar siempre que
municipalidades pequeñas corran con los gastos de mantener un museo
completo, pero no hay duda de que un aporte de estamentos estatales
superiores sería lo que requiere el trabajo imprescindible de don Juan
para El Monte. Pienso particularmente de la cartera de cultura, si algo
puede esperarse al respecto, recientemente creada como tal con el
eufemístico, algo ampuloso y casi pachamámico nombre del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio,
que esperamos salga pronto de su exagerado énfasis por las
presentaciones carnavalescas y ponga atención en infraestructuras que ya
existen en la oferta cultural, precariamente a veces y fuera de los
grandes centros urbanos o de interés turístico, como es este caso.
El
profesor Juan Araya. A su espalda, la valiosa imagen del Cristo de
madera tallada y policromada, probablemente con más de 200 años.
Es
imposible no admirar al profesor Araya al saber, además, que sus
colecciones las ha ido armando por esfuerzo de búsqueda personal y con
su propio peculio: salvo por casos como la donación particular de varios
volúmenes de libros allí disponibles y algunas preciosuras a la vista,
casi toda la recolección y rescate de piezas históricas vinculadas a El
Monte, han salido de su propio bolsillo. Desde las piezas que dan cuerpo
a la sala arqueológica (cerámicas, cántaros, piedras horadadas,
puntas de flechas, bateas y otros objetos líticos) hasta las reliquias
domésticas que se hallan en las otros cuartos (máquinas de escribir,
cristalería, locería, publicidad, cuadros artísticos, radios viejas,
tornamesas, juguetes, material de papelería e identificación, ornamentos
domésticos, etc.), todo esto se ha salvado y reunido gracias al
desprendimiento personal del maestro.
Algunas
de las piezas más valiosas, sin embargo, han sido obsequios para el
museo: el Cristo en la Cruz que calcula de más de dos siglos, tallado en
madera y policromado al estilo colonial, fue un regalo de un amigo
suyo, guardándolo dentro de una vitrina a modo de ostensorio mural. Don
Juan lo identifica como la más importante de todas sus colecciones.
También consiguió hacia 2011, gracias a la intermediación del Museo de
Alhué, una casulla de alrededor de 150 años, vestimenta sacerdotal que
está a la vista de los visitantes en la sala con artículos y arte
religioso.
Dice
nuestro anfitrión que, en cierta ocasión, una dama anciana visitante
del museo estalló en emocionado llanto al reconocer, entre los viejos
objetos en exposición, algunos que habían pertenecido a su familia y a
amigos cercanos. Otras veces, gente más joven se ha reencontrado allí
con piezas que estuvieron en sus casas, en tiempos que ya estarían
olvidados en El Monte de no ser por este museo.
A
mayor abundamiento, el sitio resguarda tras su fachada tan carrerina y
alusiva a la Patria Vieja, todo el material propio para la devoción y
conservación de la historia local: pinturas al óleo, arte escultórico
sacro, retablos religiosos, imaginería, filatelia, retratos de vecinos
ilustres, fotografía histórica, imágenes del casco histórico, vidriería,
herramientas, agricultura, música, bomberos, literatura, medallas y
artículos militares, insignias, documentación, educación, cerrajería,
conmemoración, numismática, orfebrería, talabartería, archivos
periodísticos, etc. Hay pequeños espacios de recuerdo de figuras
artísticas de la zona, también, como el grupo folklórico "Los
Corraleros" con Lucy Hinojosa y su sucesora la cantante Lucy Rivas.
Éste
es, en definitiva, un lugar maravilloso y cautivante para todo amante
de la historia, además de pintoresco y encantador, en donde se transita a
codazos y tropiezos entre las reliquias pues se hace patente la falta
de espacio. De hecho, don Juan reconoce tener muchas otras piezas
guardadas fuera de la exposición, al no caber ya en las salas. Aún así,
dan ganas de alargar la visita tanto como sea posible, disfrutando de la
avalancha cultural y patrimonial que le cae allí encima al observador
realmente interesado en estos temas.
El profesor Araya había sido distinguido ese mismo año 2017 por el Centro de Estudios Históricos José Miguel Carrera,
en reconocimiento a su notable labor cultural y patrimonial, además del
legítimo espíritu carrerino que le imprime a su quehacer. Por su parte,
el Alcalde de El Monte, don Francisco Gómez Ramírez, ha demostrado su
lealtad al compromiso con el maestro y el museo, continuando con el pago
municipal del monto utilizado para arriendo de las dependencias
ocupadas. Los vecinos reconocen a Araya como uno de los personajes más
valiosos y que más aportes ha hecho a la comunidad montina, por
supuesto.
Sin
embargo, no todo ha sido gratitud para el profesor devenido en curador
museológico: parece increíble que don Juan cobre por la entrada sólo un
aporte voluntario, siendo que no recibe sueldo específico ni apoyo
financiero para la conservación de sus colecciones fuera del perfil de
honorarios de la Municipalidad. Sólo nos explicamos esta generosidad de
obra en el amor y compromiso incuestionable que manifiesta por su tierra
y su historia. Lamenta también que sólo una fracción de los habitantes
de El Monte se hayan interesado en visitar el museo, salvo por los niños
siempre curiosos, siendo muchos de los que concurren gente que anda de
paso por estas tierras en la conjunción de los ríos Mapocho y Maipo,
incluso extranjeros.
Sorprendentemente,
además, su trabajo no siempre ha sido comprendido: me cuenta un
confiable residente (cuyo nombre me reservaré), que desde iniciadas las
restauraciones en la Iglesia de San Francisco de El Monte, sólo unos
metros más al Sur en la misma plaza, se le han puesto dificultades a don
Juan para ofrecer gratuitamente paseos a los viajeros que llegan por
allá, y que incluía un vistazo al famoso cráneo de Carrera y otras
reliquias históricas zonales. También le habrían pedido no estacionar
más su vehículo allí cerca del museo, en un sector del mismo recinto
cuyo espacio está sin uso, en otra incomprensible mezquindad de la
administración religiosa de la propiedad. Pero don Juan es muy prudente y
discreto, por lo que toma con pinzas mis consultas al respecto.
Siendo
hoy el Día del Profesor, entonces, dejo estampado acá un humilde
mensaje de agradecimiento para el señor Juan Araya Espinoza por su
notable esfuerzo por devolverle a la comunidad montina y por ofrecer a
sus visitantes, aquellos rasgos más locales de identidad, cultura y
patrimonio histórico. Si el Estado tampoco cumpliera en este caso -a
través de la gestión que se viene para el flamante ministerio cultural-,
esperaríamos también que algún benefactor se interese en colaborar con
tan singular, desinteresado e incomparable trabajo de un solitario
docente, como es el Museo Patrimonial Contemporáneo de El Monte.
GALERÍA DE IMÁGENES:
Fachada y acceso al Museo, en la Plaza de la Independencia.
Fachada y acceso al museo. Al lado, entrada al sector del Túnel de los Carrera en los claustros del convento franciscano.
Sala central, en la entrada del museo. El pasillo y las entradas laterales conducen a la oficina y las tres salas del museo.
Profesor
Juan Araya Espinoza, creador y dueño del museo, en la sala donde se
encuentra la imaginería y decoración religiosa. A su espalda, la imagen
del Cristo en la cruz que considera una de las piezas más valiosas de
sus colecciones.
Acercamiento al Cristo en la cruz, en su exhibidor mural
Pequeño homenaje al grupo folclórico Los Corraleros, con Lucy Hinojosa y su sucesora la cantante Lucy Rivas.
Parte de la biblioteca disponible en el lugar. Sala con arte religioso al fondo.
Retrato litográfico de don José Miguel Carrera, entre placas-patentes de vehículos y carteles de nombres de calles antiguos.
Colección
de objetos varios como juguetes, insignas, artículos de escritorio,
palmatorias y medallas, entre otras piezas, acompañadas por fotografías
de época en la sala central.
Vitrina con artículos varios (medallas, palmatorias, objetos de escritorio, castañuelas, etc.) en la sala central.
Acercamiento
a una de las vitrinas de la sala y pasillo principal, con artículos
numismáticos, medallas, palmatorias, insignias y otros objetos antiguos.
Fotografías
de la columna esquinera en la casona del otro extremo de la plaza, en
Libertadores, hoy ocupada por un café-restaurante. Las estructuras
debieron ser reconstruidas tras el terremoto de 2010.
Acceso a las colecciones del Museo de Arqueología, fundido con el museo principal.
Objetos líticos y jarrón antropomórfico. Colección arqueológica.
Piedras horadadas, cerámica y restos de alfarería en la colección arqueológica.
Piedras horadadas, puntas de lanza y flechas, lascas y restos cerámicos.
Vitrinas de las colecciones arqueológicas con objetos líticos varios.
Vitrinas de las colecciones arqueológicas con objetos líticos varios. A sus pies, bateas de piedra.
Cerámica, lascas y puntas de lanzas de la colección arqueológica.
Objetos líticos y cerámicos de la Cultura Llolleo, de unos 800 años de antigüedad.
Colección de puntas de flechas de diferentes diseños, materiales y tamaños.
Desgranador de maíz (tabla con una red de grampas) usado por el inquilino del antiguo fundo hacia 1940.
Fotografía de mayo de 1970, mostrando a un vecino de El Monte en su carro tirado por caballo.
Colección de botellas y envases de vidrio antiguos.
Lámparas faroleras de parafina, utilizadas antaño en la zona.
Sala
donde se muestran, principalmente, objetos de arte religioso. Al fondo
de se observa la valiosa imagen bicentenaria de Cristo crucificado.
Colección de imágenes religiosas, casulla sacerdotal del siglo XIX y antiguas maletas.
Maletas y maletines de viajes. La pieza principal y más grande perteneció a un sacerdote y se remonta a 1935.
Vitrina con casulla sacerdotal del siglo XIX y antiguas maletín.
Acercamiento al fino bordado de la casulla sacerdotal del siglo XIX.
Ménsula con libros antiquísimos, en la sala de fondo del museo.
Colección de cubiertos, canisteres, teteras, mates y otros artículos de cocina y mesa.
Colección de envases, pesos de medición y planchas antiguas.
Locería y cristalería fina de 1930, que perteneció a doña Emelina Urrutia de De la Sota.
Artículos de mesa y escritorio de diseño victoriano, metal y cristal.
Colección de radios antiguas y otros artefactos.
Sala de artículos domésticos, al final del museo.
Otra vista de la sala al final del museo, con artículos domésticos y retratos de lugares o personajes ilustres de la localidad.
Máquinas de escribir antiguas.
Colección de documentación de residentes antiguos de El Monte.
Colección de relojes, fotografías de vecinos ilustres y una vieja guitarra.
Pequeña vitrina mural con antigua imaginería religiosa.
Colección de artículos de cerrajería del siglo XIX.
Portada
del diario "La Tercera" de 1972, anunciando descubrimiento del vecino
Túnel de los Carrera. Donación de don Germán Ortúzar.
Diario
"La Tercera" de 1972, anunciando descubrimiento del vecino Túnel de los
Carrera. Artículo del destacado periodista Beltrán Alfaro, trágicamente
fallecido en un accidente, en 1982.
Cuando con imagen de la Batalla de Chorrillos, entre las colecciones de la última sala del museo.
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