Postal fotográfica coloreada del monumento y la plaza, hacia 1910.
Coordenadas: 33°02'17.9"S 71°37'41.7"W
Es uno de los monumentos más importantes e icónicos de todo el país, que
se prepara ya para la efeméride que celebra precisamente en estos días.
Está ubicado en el segmento central de la Plaza Sotomayor, entre las
calles Errázuriz, Blanco y Sotomayor, frente al Muelle Prat del Puerto
de Valparaíso y al mismo Océano Pacífico de las epopeyas navales
conmemoradas, enfrente del edificio de la Comandancia en Jefe de la
Armada de Chile, sector turístico e histórico muy conocido y céntrico en
la ciudad.
El monumento nació por una motivación compartida tanto por estratos
populares como las élites, para conmemorar a perpetuidad a los héroes de
la doble batalla naval del 21 de mayo de 1879: el Combate Naval de
Iquique y el de Punta Gruesa, cuyos resultados en gran medida decidieron
la etapa marítima de las contiendas de la Guerra del Pacífico al hacer
perder a Perú una parte esencial de su flota y proporcionar a Chile una
enorme inyección de patriotismo y optimismo.
Su origen está casi encima del mismo episodio naval, pues ni bien se
supo en Chile de lo que acababa de suceder en Iquique por las noticias
arribadas a Valparaíso el 24 de mayo, cundieron con energía dos ideas
principales para homenajear a los héroes del combate, apoyadas por las
autoridades: una era levantar una gran estatua para el Capitán Arturo
Prat Chacón con un homenaje a su sacrificio y el de sus hombres, y otra
era reponer un navío con el nombre de la "Esmeralda", convertida ya en
sinónimo de gloria patria. Lo uno y lo otro se lograría, en sus
respectivos momentos y no muchos años después.
Los detalles de cómo surgió y se alimentó la idea de construir el
monumento, son reportados con gran detalle por Justo Abel Rosales en un
capítulo de "La apoteosis de Arturo Prat y de sus compañeros de
heroísmo", publicado por el prolífico investigador en 1888. Es el texto
matriz que he usado para esta entrada.
Informa el autor y veterano del 79 que, ese mismo día 24, enterado de
los hechos de Iquique, se hizo imprimir la siguiente proclama en los
periódicos, que ya circulaba por la ciudad a las pocas horas:
Los que suscriben, llenos de admiración por el heroísmo del comandante
don Arturo Prat y de los demás oficiales y tripulantes de la Esmeralda,
que antes de arriar la bandera chilena han dado la vida en honor y
gloria de su patria, proponen a sus conciudadanos la erección de un
monumento público que recuerde eternamente este sublimo martirio.
Al efecto, se abre una suscripción popular en el Club de Setiembre y en
la imprenta del Ferrocarril, suscripción cuyo monto no podrá exceder de
un peso por persona.
Santiago, mayo 24 de 1879.
Eduardo Matte.- José A. Salomó.- Gabriel Vidal.- Jovino Novoa.- G.
Swinburn.- Benjamín Velasco.- J. Ramón León.- Luis Figueroa.- Alejo
Vidal.- R. Figueroa.- José Luis Arrate.- Guillermo Rengifo.- José R.
Montes.- Lauro Barros.- Antonio Fernández F.- J. de Dios Fernández.-
Gustavo Reed.- P. N. Gómez.- Julio Fredes.- D. Mourgues.- Justino
Fagalde.- Mariano Servat.- Juan Guillermo Valenzuela P.- José M.
Velasco.- Juan de la C. Cerda.- José N. Hurtado.- Ricardo Vicuña.
Sector del edificio de la Bolsa de Comercio, demolido para abrirle lugar
al monumento en la Plaza de la Intendencia, hoy Plaza Sotomayor.
Primer diseño presentado para el Monumento a Arturo Prat de la Plaza
Sotomayor de Valparaíso, por el escultor francés Denys Pierre Puech. El
héroe aparece acompañado del Ángel de la Gloria, que lo corona. La
imagen está en el Museo Naval de la ex Aduana de Iquique.
"La Défense", imagen del monumento cuyo diseño habría
ofrecido Rodin a la comisión chilena en Europa para el homenaje a Prat, pero que no fue aceptada. Fuente imagen:
Museo de Bellas Artes de Buenos Aires, Argentina.
Fuente imagen: Álbum de vistas de Valparaíso de Félix LeBlanc,
c. 1888.
Por su parte, el Intendente General del Ejército y la Armada, don
Francisco Echaurren Huidobro, hizo su propia proclama y llamado público,
trascrito también por Rosales:
En medio de la profunda emoción que agita en estos momentos el alma de
todos los ciudadanos, cuando han llegado las primeras noticias del
heroísmo más espléndido y del sacrificio más noble de nuestros bravos
marinos; cuando la vieja y querida Esmeralda termina su gloriosa
existencia con el acto más sublime de abnegación y de amor por el nombre
y por las glorias de Chile, y cuando la pequeña Covadonga destroza con
valentía sin igual al blindado Independencia, toca a todos los hombres
de patriotismo que admiran las grandes virtudes de los héroes, dar
principio, sin pérdida de un instante, a la obra de justicia, de honor y
conmemoración nacional.
Desde el mismo momento en que se ha recibido la noticia de ese brillante
triunfo y de tan sublime sacrificio, que tiene escasos ejemplares en la
historia de los pueblos, por mi parte yo, que he sido un antiguo
admirador de nuestra marina y también antiguo amigo de sus jefes y
oficiales, me hago un honor y un deber en invitar a todos los hombres de
corazón y de patriotismo para que contribuyan con su óbolo a una
suscripción nacional para levantar un monumento de gloria a los héroes
que tan noblemente sucumbieron en el combate de Iquique.
El pueblo dedicaría así el primer tributo de su admiración al comandante
Prat y a su heroica oficialidad y tripulación, mientras llega el momento
que el Congreso Nacional haga suyos sus esposas y sus hijos, y tribute
los honores debidos a los que aún viven después de la heroica jornada.
Para realizar este proyecto de gratitud nacional, ruego a los señores
gerentes de los bancos y sus sucursales admitan en sus oficinas el óbolo
que el patriotismo agradecido vaya a depositar en ellos mientras se
organiza el comité que el comandante general de marina, como
representante directo de la armada, tenga a bien designar para llevar a
término en esta obra de deber y de patriotismo.
Valparaíso, mayo 24 de 1879,
Y en el día 25 siguiente, se hizo público otro comunicado enviado desde
La Moneda a todos los intendentes y gobernadores de Chile, con el
siguiente contenido impulsando la misma campaña pero con un tenor
centralista, pues preveía la construcción del monumento en Santiago y
-con irreal ansiedad- para sólo unos pocos meses más:
La República se ha cubierto de gloria.
Los héroes de la Esmeralda y la Covadonga han escrito el nombre de Chile
en las páginas más gloriosas de la historia de la humanidad.
Es, por lo tanto, un deber, y un deber ineludible, el perpetuar en
bronce el nombre de aquellos héroes, a cuya cabeza está el del ARTURO
PRAT, comandante de la Esmeralda.
Los que suscriben, creyendo interpretar el sentimiento unánime del país,
se dirigen a los señores intendentes y gobernadores de las provincias y
departamentos de la República, a fin de que se sirvan abrir una
suscripción popular para elevar un monumento en una de las plazas de
Santiago, a la memoria de sus héroes inmortales.
Esperan con fundamento que, reunidos en pocos días más los fondos
necesarios para realizar aquel acto de justicia, podremos saludar el 18
de septiembre próximo al monumento de gloria que recuerde el acto
sublime que asegura para siempre la prosperidad y grandeza de Chile. Los
señores intendentes y gobernadores a quienes se dirige la presente
invitación pueden remitir las erogaciones que reúnan a Santiago, a
cualquiera de los infrascritos.
Santiago, 25 mayo de 1879.
General Pedro Godoy.- Javier L. de Zañartu.- Adolfo Ibáñez.
La sensible campaña tocó incluso el corazón de los chilenos destacados o
residentes en Buenos Aires y algunos pocos argentinos leales a Chile, a
pesar de las circunstancias históricas de disputa por la Patagonia
Oriental y de las groseras celebraciones que hizo buena parte de la
prensa platense sobre el hundimiento de la "Esmeralda". Ese mismo día,
entonces, Adolfo Carrasco Albano telegrafió desde la capital argentina a
don Justo Arteaga Alemparte informando de tres abultadas donaciones: don
Luis Bilbao con $200, don David y Jacob Tezanos Pinto con otros $200, y
don Luis Felipe Bilbao con $50.
Fuente imagen: Álbum de vistas de Valparaíso de Félix LeBlanc, c. 1888.
Fuente imagen: Álbum de vistas de Valparaíso de Félix LeBlanc, c. 1888.
Monumento a la Marina hacia 1900, fotografía de Harry Grant Olds. Nótese
el verdor y los cañones que formaban parte del conjunto en esos años,
además de los accesos a la cripta siempre abiertos.
Arteaga Alemparte volvió a recibir telegramas anunciando apoyos a la
causa, en los días 26 y 27. Este último, remitido por Carrasco Albano,
Cornelio Saavedra Rivera y José Manuel Balmaceda, decía sencillamente:
"Arturo Prat merece vivir en bronce y que su imagen sirva a nuestros
compatriotas como testimonio eterno del honor de Chile".
Desatada ya la cruzada masiva para lograr la erección de la estatua para
Prat, Arteaga Alemparte escribió un texto celebrando los comentados
telegramas, en el periódico "Los Tiempos", en donde declaraba optimista:
Estamos alegres casi hasta las lágrimas en presencia del telegrama que
acaba de leerse y que hace noble compañía al que recibimos en las
primeras horas del domingo.
El heroísmo de Prat ha salvado los Andes en unas cuantas horas, ya habrá
salvado los mares en el momento en que escribimos, como ha salvado la
indiferencia y el silencio de la tumba.
Vivir 29 años para conquistar la inmortalidad, engrandeciendo a su país,
dando a sus hijos un nombre imperecedero, ¡qué gloria y qué fortuna!
A los queridos amigos de Buenos Aires, que me han hecho el órgano de su
generosidad, de su entusiasmo, de su admiración, de su patriotismo, mis
agradecimientos.
Fue el Senador Eulogio Altamirano quien conformó una comisión especial
para abordar el proyecto y comenzar el trazado de los primeros bosquejos
de posibles diseños, mesa entrada en funciones el 25 de ese mes y
compuesta por los siguientes hombres públicos:
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Francisco Echaurren Huidobro (Presidente)
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Presbítero Mariano Casanova
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Juan de Dios Merino Benavente
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Casi al mismo tiempo, se constituyó en Santiago la comisión para reunir
las erogaciones, cuyo Presidente era don Rafael Larraín Moxó y su
secretario don Benjamín Vicuña Mackenna. Este último, ex Intendente de
Santiago con experiencia en el asunto de los monumentos públicos, fue
principal actor y conductor del proyecto en los hechos, logrando reunir
$7.000 con gran rapidez, y ampliando la recolección de aportes por todo
el país, a través de subcomisiones provinciales.
Coincidentemente, con la ley de pensiones para los deudos de los
fallecidos en la gesta de Iquique, se dispuso formalmente durante el
Gobierno de Aníbal Pinto la necesidad de construcción del monumento
conmemorativo dedicado a Prat y los héroes de la "Esmeralda". Esta
discusión en el Congreso mantuvo activa la motivación y la atención por
el proyecto, hasta que se decidió unir ambos propósitos en una misma
ley: la de recompensas a los combatientes con la del monumento.
Promulgada el 12 de septiembre de 1879, decía en su artículo 1°:
El Congreso Nacional decreta la erección de un monumento que, a nombre
de la República, simbolice la gloriosa defensa hecha por el capitán de
fragata don ARTURO PRAT y sus valerosos compañeros, a bordo de la
corbeta ESMERALDA, contra dos acorazados peruanos en las aguas de
Iquique, el 21 de mayo de 1879.
Sin embargo, como no se precisaban en la ley ningún presupuesto, plazo o
lugar siquiera donde instalar el monumento, quedó anunciado sólo una
intención que pendiente de cumplir, por algunos años más.
Fuente imagen: Álbum de vistas de Valparaíso de Félix LeBlanc, c. 1888.
Fuente imagen: Álbum de vistas de Valparaíso de Félix LeBlanc, c. 1888.
El monumento en postal de Tornero y Torres.
En tanto, la presión popular comenzó a solidificar la idea de que el
monumento debía instalarse en el puerto, encontrando la resistencia de
quienes insistían en que debía disponerse en Santiago. El hecho de que
Valparaíso fuera la capital marítima del país y que pudiese destinarle
al monumento un lugar de privilegio frente al Océano Pacífico, comenzó a
cundir y dejar atrás la opción capitalina. De esta manera, la comisión
Larraín-Vicuña de erogaciones de Santiago, informaba el 10 de octubre a
la de Valparaíso:
La comisión nombrada en meeting popular por el vecindario de Santiago el
25 de mayo último, con el objeto de erigir un monumento que perpetuase
la gloriosa defensa de la corbeta Esmeralda, simboliza en la persona de
su ilustre capitán don Arturo Prat y sus bravos oficiales, muertos junto
con él, acordó dar por terminadas sus funciones el 6 del presente.
Al concluir sus trabajos, la comisión tuvo a bien celebrar los
siguientes acuerdos:
1°.- Adherirse al pensamiento nacional de que el monumento fuese
colocado en un sitio público de Valparaíso, capital marítima de la
República.
2°.- Designar como sus delegados, ante la comisión que usted tan
dignamente preside a los ciudadanos que suscriben con el objeto de poner
a disposición de esa comisión los fondos suscritos hasta la fecha o que
en adelante reciban, y ofrece un patriótico concurso a nombre de la
capital de la República en la ejecución de una obra que una ley reciente
ha declarado nacional y hasta que el país tenga la fortuna de verla
erigida en su sitio como emblema de gloria en medio de la taquilla y
próspera paz.
En consecuencia, tenemos el honor de poner a disposición de usted la
cantidad de 7,628 pesos 43 centavos que se encuentran depositados a la
vista en el Banco de Valparaíso.
RAFAEL LARRAÍN MOXÓ - B. VICUÑA MACKENNA.
Sin embargo, las distracciones de la propia guerra que se prolongaron
hasta el retiro desde Lima y los últimos enfrentamientos de 1883, fueron
postergando el cumplimiento de este compromiso de la República con los
héroes de Iquique, hasta que la presión popular y el entusiasmo del
triunfo militar obligaron abordar la tarea pendiente.
UNA CARTA EN "EL MERCURIO" SOBRE LA LEYENDA DE RODIN (Sábado
22 de diciembre de 2012)
Rodin y el monumento a Prat
Señor Director:
Don Demetrio Infante dice que nos dimos el lujo de desechar
una maqueta de Rodin, la del monumento a don Arturo Prat. La
historia, según un equipo del Museo de Rodin, París, es que
la escultura cuyo nombre es La Defensa la presentó Rodin en
1879, en un concurso llamado por el Estado para un monumento
a la defensa de París. Estaba compuesto de una figura
alegórica y un guerrero. Su proyecto fue considerado
demasiado revolucionario y fue descartado.
Ganó Barrais. Rodin, quien quería realizar su proyecto, se
presentó en 1882 a un concurso abierto por Chile para un
monumento a Arturo Prat, y también fue rechazado.
Eso no le impidió fundir varios ejemplares, entre los cuales
está uno de bronce, con una talla original de 113 cm de
altura fundido en 1909 para el Museo Nacional de Buenos
Aires, donado por María Salomé Guerrico de Lamarca en 1938,
quien lo adquirió en la Exposición de Buenos Aires en 1910.
Hay otro en Holanda, cuatro veces su tamaño original
(alrededor de 4,5 metros de altura), mandado a hacer en 1916
y fundido en 1919, inaugurado al año siguiente para
conmemorar la defensa de Verdún.
Y hay uno hecho entre 1906 y 1918, que fue encargado en 1961
por la Municipalidad de Viña del Mar y emplazado a la orilla
del mar en Las Salinas, en 1975. Fue retirado unos años para
restaurarlo por los daños de la humedad del mar, y ahora
luce en la calle Libertad frente a la municipalidad.
¿Qué tiene que ver la figura alegórica con alas y el
guerrero con Arturo Prat? Tal vez mucho, tal vez nada.
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Hacia ese mismo año, además, se había designado en Europa una comisión
compuesta por Alberto Blest Gana y Marcial Martínez, embajadores
chilenos en Francia e Inglaterra, respectivamente, quienes en
coordinación con el Capitán de Navío don Luis Ángel Lynch y el escultor
nacional Virginio Arias oficiando como asesor, asumieron la tarea de
elegir la obra que sería levantada en Valparaíso. Según Joaquín Edwards
Bello basándose en datos de Roberto Hernández, don Carlos Morla Vicuña
también tuvo participación en dicha comisión.
Se cuenta que, entre quienes habían presentado maquetas para este
monumento, estuvo el eximio escultor francés Auguste Rodin, con la obra
titulada "A la Defensa", de estilo impresionista y vanguardista que
anunciaba ya los rasgos de escultura moderna de los que su autor fuera
un precursor mundial. No quedaría seleccionada, se dice, aunque autores
como Edwards Bello han puesto en duda que sea real la participación de
Rodin en este proyecto. Asegura el autor que fue sólo con la estatua de
Vicuña Mackenna de la plaza del mismo nombre en Santiago que Rodin
participó con una propuesta, la que no fue seleccionada, cosa que este
vengó no asistiendo a la Exposición de Arte del Primer Centenario, en
1910. Una copia de la obra "A la Defensa", en tanto, fue instalada en el
Palacio Carrasco de Viña del Mar.
Tras deliberar y suponemos que evaluar propuestas, en 1885 se escogió en
París la mano del escultor francés Denys Pierre Puech, quien trabajó
asistido por su coterráneo pintor Diogène Ulysse Maillart, quien tomó
también parte de la planificación arquitectónica.
Para darle más ajuste a las imágenes de los héroes que serían
esculpidos, además, se enviaron desde Chile instrucciones precisas para
la confección y algunas obras impresas como "Las dos Esmeraldas" de
Vicuña Mackenna, además de retratos.
El esquicio resultante de estos ajustes y correcciones, fue enviado a
Santiago esperando ser aprobado por el gobierno, luego del exhaustivo
análisis de un grupo de expertos. El diseño general del grupo
escultórico tuvo modificaciones en esta etapa, sin embargo, eliminándose
de él la imagen de la Alegoría de la Gloria que coronaba a Prat en lo
más alto, pues se consideró que el ángel opacaba o competía un poco con
la del personaje principal.
Imagen en postal coloreada, de Carlos Brand, hacia 1910.
La plaza y el monumento hacia los años setenta. Imagen actualmente en
las colecciones del Museo Histórico Nacional.
La plaza y el monumento en los ochenta. Imagen de las colecciones del
Museo Histórico Nacional. Fuente imagen: Micropolis.cl.
Considerando los 250.000 francos para pagar la obra, el telegrama de
respuesta de Santiago a la comisión en París decía escuetamente:
"Aprobado monumento, quintando gloria"... Rosales comenta de esta
decisión: "Y a la verdad, ¿para qué queríamos más gloria que la de
Prat?"; pero Edwards Bello cree que se veía mejor con la Gloria
despedida del mismo.
Cabe observar que Puech era un virtuoso escultor, pero por entonces
comenzaba a afianzar un nombre en las artes, según parece. No todos
quedaron conformes con la elección, por lo mismo, como los escultores
nacionales Nicanor Plaza y José Miguel Blanco. Este último incluso
publicó protestas en los diarios, alegando que habrían escogido hasta un
"estudiante" de la Academia de Bellas Artes de París antes que a un
artista consagrado chileno, protestando sin respuesta también por carta
al Senador por Valparaíso, don Eulogio Altamirano. Al parecer, ni
siquiera Arias quedó satisfecho con la elección, aunque cedió al final
cuando se le asignó la tarea de construir dos de los retratos que irían
en el conjunto: las figuras de Ernesto Riquelme y Juan de Dios Aldea.
Las del Capitán Prat, de Ignacio Serrano y del Marino Desconocido, en
cambio, quedarían para Puech.
El financiamiento, finalmente, se completó tras la gran campaña de
erogación popular y aportes privados para el enorme proyecto
conmemorativo y funerario. La gran colecta nacional superó los $56.000
en oro, a los que se sumó un aporte directo del gobierno de Domingo
Santa María de $35.000. El financiamiento continuó con otros aportes
particulares posteriores, según entendemos. El precio calculado para el
monumento alcanzó los $160.000 oro.
Se recuerda que quienes hacían cierta categoría contribuciones a la
causa del monumento, lo certificaban recibiendo un afiche litográfico en
donde se veía la imagen del proyecto monumental basado en la propuesta
de Puech. Una de estas piezas en excelente estado puede ser observada en
el Museo del Solar de los Madariaga en la ciudad de Vicuña, Valle de
Elqui, por ejemplo.
El lugar escogido para abrir el espacio del monumento en la entonces
llamada Plaza de la Intendencia, fue el de la Bolsa del Comercio del
puerto (primera bolsa comercial del país), cuyo viejo edificio fue
demolido para despejar el terreno. Grandes costos debieron ser
desembolsados desde ya en la apertura de este espacio entre el edificio
de la Intendencia y el borde costero, principal sector del movimiento
comercial y portuario de Valparaíso.
Todo estaba listo para iniciar las obras en las Fiestas Patrias de
1885...
La primera piedra se colocó allí el 18 de septiembre de 1885, día de las
Fiestas Patrias. El intendente y veterano de la Guerra del Pacífico,
Domingo de Toro Herrera, ofreció un gran discurso ante todos los
presentes, miembros de la comunidad civil, militar, política y religiosa
de Valparaíso. También tomaron la palabra el Contraalmirante Luis Uribe
Orrego, héroe sobreviviente de Iquique, don Víctor Romero Silva, el
Contraalmirante Juan Williams Rebolledo y el secretario de la comisión
del monumento, Larraín Zañartu.
En el hueco de la primera piedra, fue colocado el siguiente texto
correspondiente al "Acta" de inicio de los trabajos:
En esta ciudad de Valparaíso, a dieciocho días del mes de
septiembre y en el año mil ochocientos ochenta y cinco, y
septuagésimo quinto aniversario de la independencia de la República
de Chile, siendo Presidente el Excmo. señor don Domingo Santa María,
e Intendente de la provincia, Comandante General de Armas y
Comandante General de Marina el señor Domingo de Toro Herrera, se
colocó oficialmente y con toda solemnidad la primera piedra de este
monumento, destinado a conmemorar eternamente las proezas ejecutadas
por la marina nacional y a glorificar especialmente al capitán
ARTURO PRAT y sus compañeros de armas, que en el desigual combate
sostenido en las aguas de Iquique el 21 de mayo de 1879, prefirieron
rendir su vida y sumergirse con su gloriosa nave, la Esmeralda,
antes que abatir el pabellón de la República.
Al colocarse en este gran día la piedra angular de tan glorioso
monumento, la ciudad de Valparaíso tiene un alto honor en hacerse el
eco del sentimiento nacional al tributar su homenaje de gratitud a
los héroes que se sacrificaron por la patria y llegaron a la
posteridad heroico ejemplo de honor, deber y patriotismo.
En fe de lo cual se levantó la presente acta, que firmaron el señor
Intendente y los representantes de la marina, pueblo y municipio de
Valparaíso, cuyos nombres van a continuación.
Una plancha de bronce adosada a la piedra que acompañaba al acta y que
había pertenecido a la
corbeta "Esmeralda", obsequio del Círculo Naval, tenía inscrito el
siguiente mensaje que hacía compañía a la primera piedra:
XXV.° aniversario de la independencia DE CHILE. El 18 de septiembre
de 1885 se colocó la primera piedra del monumento elevado por el
pueblo y Gobierno de Chile a las glorias de la Marina Nacional
simbolizadas por el capitán ARTURO PRAT Y SUS COMPAÑEROS DE COMBATE
EL 21 DE MAYO DE 1879. Siendo presidente de la República el Excmo.
señor don DOMINGO SANTA MARÍA y Comandante General de Marina el
señor don Domingo de Toro Herrera.
Las obras fueron intensas y continuas a partir de este período y por los
meses que siguieron, en el último año de gobierno de Santa María,
mientras se construían en Francia los bronces y piezas que iban llegando
de a poco en los vapores del Atlántico. Se trajeron varias toneladas de
piedra marmórea italiana para las bases, escalinatas y templete del
conjunto, trabajadas por maestros canteros chilenos, iniciándose así las
afanosas labores de construcción del zócalo.
Puech se encargó de confeccionar en Europa las figuras del Capitán
Arturo Prat, del Teniente Ignacio Serrano y el Marinero Desconocido,
primer personaje identificado así en la historia de la ornamentación
pública chilena y que representa a todos los caídos no retratados.
Virginio Arias, por su parte, se encargó de crear las figuras del
Guardiamarina Ernesto Riquelme y del Sargento Juan de Dios Aldea. Se
esculpieron también los bajorrelieves de los combates navales de
Iquique, Punta Gruesa, Arica y Angamos, que se encuentran en las caras
del plinto. Los planos planos y bosquejos para la arquitectura fueron
obra principalmente de Diogène Ulysse Maillart, colaborador de Puech
desde presentado el proyecto a la comisión en París.
El espectacular conjunto fue concluido hacia inicios de 1886, aunque
sería inaugurado el 21 de mayo, para hacerlo coincidir con la efeméride
de la gesta, en medio de una apoteósica celebración pública que atrajo a
enormes multitudes y motivó la decoración festiva de toda la ciudad de
Valparaíso.
Aquel día, la Plaza de la Intendencia mostraba una gran cantidad de
banderas y banderines cruzándola de lado a lado. Se dispusieron tribunas
para las comisiones y delegaciones que llegaron a partir de las 12.30
horas. El edificio del Círculo Francés había sido engalanado bellamente
para la ocasión, pues a pesar de las diferencias que hubo entre Chile y
los intereses franceses durante la Guerra de 1879 (Francia era uno de
los principales acreedores de Perú y, por lo tanto, muy interesado en
que se lograra el triunfo aliado), sus hijos en el país sentían con gran
orgullo la participación de los artistas franceses en la creación y
producción de este monumento. Desde todos los balcones y ventanas
alrededor de la plaza, además, asomaban personas celebrando el
encuentro.
Cerca de 20 mil concurrentes repletaban la explanada, donde ya no cabía
un palillo. Los primeros en entrar a la plaza fueron los representantes
del Estado Mayor, con el Coronel Viel a la cabeza, seguidos de la
guardia de honor con los estandartes y escoltas. A continuación vinieron
los Generales Manuel Baquedano y Cornelio Saavedra, y los alumnos de las
escuelas públicas marchando en desfile y tenida militar. Las alumnas se
ordenaron al pie del monumento para cantar el
Himno Nacional, uniformadas en trajes blancos y gorras del mismo
color. Siguieron los cadetes de la Escuela Naval, formando la guardia de
honor alrededor del monumento, y un gran contingente del Regimiento Buin
1° de Línea, del Pisagua 3° de Línea y todo el contingente del
Cuerpo de Bomberos de Valparaíso, además de las comisiones enviadas
desde la capital.
El acto oficial comenzó hacia las 13.30 horas de ese día, con la llegada
del Presidente Santa María. La
canción nacional comenzó a ser entonada hacia las 14 horas por el
coro de alumnas, y el mandatario cortó las cintas inaugurales haciendo
descubrir el conjunto, al coger las drizas de las banderas que cubrían
las cinco estatuas, dejándolas a la vista para la contemplación y
admiración ciudadana. El acorazado "Cochrane" de la Armada de Chile, la
artillería cívica y la del Fuerte Bueras, lanzaron tiros de salva para
honrar el momento con los estruendos, ante la ovación general del
público.
Entonces, Santa María dio un elocuente discurso transcrito íntegramente
por Justo Abel Rosales en "La apoteosis de Arturo Prat y de sus
compañeros de heroísmo" (1888):
Alza el pueblo de Valparaíso este monumento, no para perpetuar el
recuerdo de dolorosas contiendas entre naciones hermanas, que
mediante comunes esfuerzos nacieron, casi en el mismo día, a la vida
libre, sino para conmemorar hazañas que constituyen el legítimo
orgullo de la República y forman, a la vez, la gloriosa genealogía
de nuestra marina de guerra. Las generaciones venideras sabrán
también, por este medio, que es una elocuente enseñanza, que
nuestros marinos, para conseguir la independencia de la patria, no
conocieron otro camino que el de la audacia y que para salvar más
tarde la honra nacional comprometida, no han andado por otro que por
el del heroísmo.
No es monumento de vanidad nacional el que descubro en este momento
y entrego al respeto público. Los pueblos sólo levantan monumentos
de esta clase cuando se sienten obligados a pagar deudas de gratitud
a sus mejores servidores, o a enaltecer como acontece hoy, las más
renombradas virtudes cívicas; y únicamente los presentan como
conmemorativos de frívolos sucesos o de baja adulación cuando una
debilidad moral, que entristece y anonada el patriotismo, se ha
apoderado del corazón de ellos. Esta enfermedad vergonzosa, que tan
sólo asoma cuando decae o desaparece todo sentimiento generoso, no
invadirá, estamos seguros, las entrañas de la patria. Los monumentos
que ostentaremos más tarde en nuestras plazas y lugares públicos no
acusarán jamás una triste debilidad de nuestro espíritu. El que hoy
tenemos a la vista refleja, bien lo sabéis, la luz del más puro y
del más ardiente patriotismo, y servirá siempre de guía para señalar
el único camino que pueden andar nuestros marinos, y cuyo último
término consiste en mantener al tope la enseña nacional y hundirse
con ella en las profundidades del mar antes que entregarla rendida
al enemigo.
Si admiramos a Prat y a los que con él asaltaron la cubierta del
Huáscar, no debemos admirar menos a los que, pudiendo
entregar la nave sin reproche alguno, se mantuvieron fríos e
impávidos hasta disparar, sin esperanza alguna de vida, el último
cañonazo, y sin más aspiración que la de salvar del cautiverio la
bandera nacional. El mar era el seguro sepulcro que se abría para
ellos..
Esta manera de comenzar una guerra, en respeto de las tradiciones de
nuestra marina, trazó la senda que, con no menos aliento, debería
recorrer nuestro ejército. En la Concepción, reflejo del combate de
Iquique, nuestros soldados perecieron todos ellos encerrados en su
cuartel, manteniendo izado y batido por el viento el pabellón que
los cubría.
Tiene nuestra marina dos épocas: la de su nacimiento, cuando se
inició la revolución de la independencia; y la de su verdadera y más
sólida organización, cuando comenzamos a impulsar nuestro progreso y
afianzar nuestra vida constitucional y legal.
En la primera, el amor a la libertad suplió lo que nos faltaba en
elementos materiales. Montamos entonces débiles barcos, apresamos
naves que podían considerarse como el juguete de los poderosos
navíos contrarios, y a pesar de ello, nuestros marinos, incipientes
todavía y sin escuela preparatoria, pero guiados y alentados por
lord Cochrane, en cuyo pecho cayó la ambición era tan grande como la
audacia, se hicieron dueños del Pacífico, se apoderaron de las naves
enemigas, llevaron el espanto y la admiración al Callao y clavaron
valientemente el pabellón nacional en las márgenes de Valdivia, sin
tomar en cuenta los poderosos fuertes que la defendían.
¿Qué hazaña quedó entonces por hacerse? Esta primera página de
nuestra historia marítima, tan brillante como atrevida, trazada por
el genio de Cochrane y el valor chileno, ha constituido un
compromiso para nuestros marinos, compromiso que lealmente han
cumplido, agregando otras páginas que refieren iguales o mayores
proezas, que aumentarán el brillo de nuestras glorias navales.
Nuestra marina no ha torcido el rumbo, ni llegado a bajíos que la
hayan hecho zozobrar. Obediente a la ley y sometida siempre a sus
preceptos, no se ha desviado jamás del cumplimiento del deber, ni
hecho otra cosa que ser la fiel depositaria de las enseñanzas de
nuestros mayores.
Por eso cuando un Ministro español, no España, que tan altiva como
generosa, volvió en años no muy apartados a buscarnos injusta
querella, nuestros marinos no enflaquecieron de espíritu, no
obstante ser tan notorios el poder y la superioridad de las naves
que amagaban nuestros puertos. No muchas millas de aquí se trabó un
combate en que el barco contrario, defendido por alentados pechos
españoles, se declaró vencido.
Principiada nuestra última guerra, nuestros marinos no se
amilanaron por el número y poder de las naves con que habrían de
combatir; y cuando el enemigo, aprovechándose de nuestra escasa
fuerza en Iquique, creyó hacer fácil presa de la Esmeralda y
de la Covadonga, que solas habían quedado allí, encontró una
porfiada resistencia y la incontrastable resolución de morir antes
que rendirse. En esta lucha, sin el éxito no era dudoso, la muerte
era todavía más segura.
No era humanamente posible resistir con dos barcos pequeños, viejos,
de madera y casi inhábiles para la navegación, al violento empuje de
los poderosos blindados.
No podía haber contienda entre la Esmeralda y el
Huáscar, entre la Independencia y la Covadonga, y
no obstante esta desventajosa situación, la lucha se trabó, bien que
con notable desigualdad, y entonces fue cuando arrebatado Prat y
seguido de sus compañeros, saltó con ellos, sable en mano, sobre la
cubierta del enemigo, resuelto a batirse allí y dar la vida antes
que entregarse vencido; y cuando Uribe, que había sucedido a Prat en
el mando, no menos impávido, mandó disparar el último cañonazo, y se
hundió con los que aún sobrevivían de aquella espantosa hecatombe.
Todavía en este cuadro figura la Covadonga que, guiada por Condell,
desafía el poder de la Independencia, la perturba en su rumbo, la
hace zozobrar y la bate y la rinde. No busquemos el paralelo entre
hazañas semejantes.
Nuestra marina, como lo veis, se mantiene fiel a sus honrosos
antecedentes, y este monumento responde a la verdad del hecho.
Prat, desprendido su nombre de la idea de una guerra americana,
simboliza el amor a la patria convertido en culto religioso, y el
valor elevado al heroísmo. El monumento coronado por su estatua
tiene, por consiguiente, la misma significación.
El pueblo de Valparaíso ha querido colocarlo en la portada de la
activa y laboriosa ciudad, que a nadie interroga por su
nacionalidad, sino por capital o industria, para que advierta a los
que entran que en este país el amor a la patria es un sentimiento
que todos acariciamos y para que recuerde a nuestros marinos y
soldados, cuando alguna vez salgan en defensa de la honra nacional,
que nuestra bandera no debe arriarse vencida, y que cuando no se la
puede hacer flamear victoriosa, habrá de ser quemada en la unión de
los que defiendan, como en la Concepción, o hundirse con ella en las
concavidades del mar, como en la bahía de Iquique.
Otros que tomaron la palabra aquella tarde, fueron el Ministro de Guerra
y Marina don Carlos Antúnez, el Intendente Toro Herrera, el
representante del Senado don Adolfo Valderrama, y el diputado suplente
de Valparaíso don Agustín Montiel Rodríguez.
Los primeros en depositar la ofrenda floral del monumento, iniciando la
tradición de todos los 21 de mayo en el puerto, fueron los
representantes del
Cuerpo de Bomberos de Valparaíso, seguidos de todas las demás
delegaciones. La jornada continuó con desfiles y homenajes florales para
los héroes de Iquique.
Originalmente, el conjunto fue presentado a la ciudadanía con el nombre
de Monumento a la Marina Nacional, pero el uso popular y la costumbre lo
fueron convirtiendo en el Monumento a los Héroes de Iquique o Monumento
al 21 de Mayo, algo inevitable dadas las grandes celebraciones que allí
tienen lugar cada año en esta importante fecha de la historia de Chile.
Describiendo al monumento, la figura de Prat en bronce mide cinco metros
y alcanza cerca de 17 ó 18 metros de altura. Se encuentra en la cúspide
del conjunto de estilo neoclásico y románico, alzando su espada y en una
de las posiciones que la iconografía histórica lo ha inmortalizado:
espada en mano, resguardando la integridad de la bandera, como
representación simbólica de su
salto y sacrificio en el monitor "Huáscar" y exaltación de la
rectitud moral que siempre se le ha adjudicado al personaje.
La ubicación de la efigie de Prat, sobre un frontón con su nombre
inscrito en él, está sostenida por cuatro columnas que forman el nivel
intermedio, de orden dórico. Al centro de estas columnas, en la cara
principal, se lee la célebre arenga de Prat bajo un
Escudo Patrio (muy comentado por el parecido a un caballo de su
huemul tenante, algo no inusual en esos años) estilizado con rizos y un
ancla:
MUCHACHOS LA CONTIENDA ES DESIGUAL. NUNCA SE HA ARRIADO NUESTRA
BANDERA ANTE EL ENEMIGO Y ESPERO QUE ESTA NO SEA OCASIÓN DE HACERLO.
MIENTRAS YO VIVA ESA BANDERA FLAMEARÁ EN SU LUGAR Y SI YO MUERO MIS
OFICIALES SABRÁN CUMPLIR CON SU DEBER. ¡VIVA CHILE!
Las otras caras llevan los nombres y cargos de caídos en la "Esmeralda"
y la "Covadonga", que se suman a los más de 80 inscritos también en el
nivel del zócalo. Y al pie de este nivel intermedio, se lee también la
inscripción: "21 DE MAYO 1879. A SUS HÉROES MÁRTYRES" al frente;
y "LA PATRIA RECONOCIDA" en la parte posterior. Este nivel está
rodeado por ménsulas o cubos con las gallardas estatuas en bronce de
Serrano, Riquelme, Aldea y el Marinero Desconocido, todos ellos en
proporción y actitud heroica, con cerca de 3 metros de altura cada uno.
El nivel inferior del monumento es una sólida estructura basal, en la
que está la verja artística de metal que rodea al conjunto, con el mismo
diseño barroco y quizás algo de art nouveau de los postes de
luminarias originales. Este zócalo esdecorado con frisos de base y
frisos de coronación. El intermedio está adornado por una banda de
puntos de diamante.
En los subterráneos de esta mole, a los que se accede a través de
compuertas metálicas a ras de suelo, se encuentra la bóveda de la cripta
habilitada desde 1887 a las sepulturas de los héroes, donde están los
restos de Prat, Serrano, Aldea, Condell y otros oficiales del 21 de
mayo. Preferiríamos hablar más adelante de este significativo mausoleo,
por tratarse de un valioso sitio con su propia identidad, historia y
valor patrimonial a pesar de formar parte del mismo conjunto
conmemorativo. Quizás lo presente en una futura tercera parte de este
artículo, aviso desde ya.
Fuera de los grandes cambios en la Plaza Sotomayor, el Monumento a los
Héroes de Iquique ha sufrido ciertas modificaciones con el correr de las
décadas, desde su inauguración hasta nuestros días. Se retiraron los
cañones que alguna vez fueron parte del conjunto, por ejemplo, y los
jardines verdes desaparecieron con sus flores y palmeras al volverse
plaza dura toda la explanada. Sólo un tímido césped en el perímetro
interior de la verja mayor, intenta combatir la aridez allí. También se
agregaron focos de iluminación desde la base, que resaltan el esplendor
artístico del conjunto y las grandes proporciones de la obra, durante
las noches.
Cabe comentar, por cierto, que el deseo de la ciudad de Santiago de
tener su propio monumento para Prat y los héroes de la
corbeta "Esmeralda" nunca se extinguió, a pesar del cambio de planes
que puso al conjunto conmemorativo en la Plaza Sotomayor de Valparaíso.
Este deseo se vio satisfecho recién en 1962, con la inauguración del
grupo conmemorativo casi enfrente de la Plaza del Mercado Central,
junto al río Mapocho, lugar de las celebraciones en la capital tanto del
aniversario del combate como de las
tradiciones marinas ligadas al 21 de mayo.
Hasta hoy, el conjunto de Valparaíso es el centro de las grandes
celebraciones del 21 de mayo en Valparaíso, que hasta hace poco tiempo
coincidían con la cuenta pública de la Presidencia de la República en el
Congreso Nacional. Es, además, uno de los puntos imperdibles para el
turismo en el puerto. Sus figuras se volvieron importantes y referentes
en la iconografía histórica nacional, tanto así que, en 1977, se usó el
mismo diseño del personaje anónimo en el conjunto hecho por Puech, para
la estatua de bronce del Monumento al Marinero Desconocido de Punta
Negra, en Iquique frente a la rada y a la boya "Esmeralda".
El 21 de mayo de 1978, un año antes del centenario de los combates, se
instaló una gran losa con la llama memorial rodeada por pequeñas cadenas
y postes dorados, frente al acceso peatonal a la terraza del monumento,
con la siguiente inscripción:
ESTA LLAMA SIMBOLIZA EL ESPÍRITU DE PRAT Y LOS HÉROES QUE
OFRENDARON SUS VIDAS POR LA GRANDEZA DE CHILE. QUE SU RESPLANDOR TE
HAGA MEDITAR Y SENTIR ORGULLO DE SER CHILENO. 21 DE MAYO 1978.
La Plaza Sotomayor y todos sus elementos, fueron declarados Zona Típica
el 23 de enero del año siguiente, como preparativo para las
celebraciones del centenario de la gesta de Iquique. Muchas mejores y
restauraciones ha experimentado desde entonces, para bien. Y en el año
1998, durante los trabajos realizados en la plaza justo por el sector
donde antaño estaba el
Monumento a Lord Thomas Cochrane (trasladado a otro lado de
Valparaíso), se encontraron los restos de la antigua primera "Esmeralda"
de las guerras de Independencia, convirtiéndose en museo de sitio,
cercano al conjunto conmemorativo de los héroes de Iquique.
Durante el año 2013, el Centro de Estudios Patrimoniales de la
Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, con el apoyo del Consejo
de Monumentos Nacionales y la Ilustre Municipalidad de Valparaíso,
restauró a petición de la Armada de Chile, la fachada del edificio de la
institución y el Monumento a los Héroes de Iquique, manteniendo el
pulcro y radiante aspecto que se conserva hasta ahora en el mismo.
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