EL DON FRANCIS DE PESCADOS Y MARISCOS EN EL MERCADO CENTENARIO

 

Coordenadas: 20°12'58.83"S 70° 8'50.27"W
En el segundo piso del Mercado Centenario de Iquique, hacia el lado de calle Barros Arana, se encuentran algunos de los más conocidos restaurantes-marisquerías populares de este edificio, que al santiaguino promedio podrán recordar mucho a los puestos más antiguos de La Vega Central en las riberas del Mapocho, pues también constituyen un sitio de peregrinación para los amantes de los productos marinos y de los "componedores de caña" por la vía de mariscales o pailas marinas. Hoy quiero partir hablando de ellos, pero poniendo la atención en uno particularmente.
Justo al centro, por el frontón que da hacia la calle en el frente del edificio y exactamente ante el último peldaño de la unión de las escalas interiores de acceso a este segundo piso, en el antiguo local 94 del complejo, se encuentra el restaurante "Don Francis" de pequeño tamaño pero gran fama allá, con una sala única llena de mesas cojas y una cocinería al lado, desde donde salen los platillos repartidos por las camareras.
Según me cuentan aquí mismo, el boliche fue fundado sobre uno anterior por un señor que era apodado Don Francisco, por su parecido con el animador de televisión Mario Kreutzberger, que usa este pseudónimo. De ahí que fuera nombrado formalmente como "Don Francis" hacia el año 1997, según calculan las trabajadoras. Actualmente, la patrona de este cuartel marisquero es doña Myrta Benavides, también muy conocida en el sector.
Vista del antiguo mercado, justo por el lado donde está el "Don Francis" en las dependencias que se ven exactamente sobre el acceso central al edificio. Fotografía expuesta dentro del propio restaurante.
Acceso al "Don Francis".
Vista de la sala, desde la entrada.
Sobre el gran acceso al restaurante, hay un cartel pintado a mano con una caricatura del personaje "Condorito" de Pepo siendo alegremente atendido por una atractiva y esbelta garzona (aunque no es retrato de ninguna de las que trabaja allí... sin ofender), mientras se lee el lema: "del mar a su paladar", además de la proclama adjunta: "Bienvenido su majestad el cliente". Otros carteles y letreros del mismo estilo gráfico declaran la oferta de planos disponibles, a ambos lados de este acceso. La decoración adentro intenta evocar al generoso mar que provee a estas ollas y mesas (se ven naves a escala y cuadros de marinas), aunque este sitio esta dominado por el color verde apastelado, en muros y manteles, con un televisor encendido en lo alto de un rincón.

Visitado por familias, turistas y trabajadores del barrio, el "Don Francis" caracteriza su oferta como casi todos los restaurantes del mercado: productos marinos frescos conseguidos allí mismo en el recinto, por el lado de las pescaderías del lado de calle Sargento Aldea, a precios de sueño para un avaro. Incluso encuentro allí al Pope, un amigo más que he conocido durante la Fiesta de la Tirana y que volveré a ver varias veces después (incluso en el bus de regreso a Santiago), mientras ofrece sus artesanías a los clientes que sabe llegan allí al local atraídos por las extraordinarias ofertas y la contundencia de las colaciones.
Lo más solicitado del "Don Francis" es su mariscal y su pescado frito, seguido de ceviches, pailas marinas y caldillos de mariscos. Sus cartas-menús plagadas de precios enmendados y correcciones a mano (con nombres de los platillos en español e inglés) ofrece también locos mayo, pulpo mayo, perol, pastel de jaiba, erizos en salsa verde, chupe de loco, reineta, cojinova, congrio, albacora, cabrilla, etc. Si alguien quiere carne, puede echarle manos al cerdo, el vacuno o el ave, pero los mariscos y peces parecen ser del mayor interés de los turistas. También hay disponibles vinos y cervezas, para mejorar la comilona antes del postre.
A futuro publicaré entradas sobre las demás cocinerías del Mercado Centenario de Iquique, pero por mientras les dejo recomendado este negocio tan conveniente al bolsillo y al paladas del visitante, con platos de volúmenes tales que hasta algunos enfrentamos el temor de capitular en el intento, cuando los tuvimos frente a nuestros ojos.

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