EL PALACIO ASTORECA: UN EDIFICIO SIN PARANGÓN EN IQUIQUE
Palacio Astoreca, cuando era sede de la Intendencia de Iquique.
Coordenadas: 20°13'5.48"S 70° 9'6.61"W
Uno
de los más suntuosos y elegantes edificios de Iquique que coinciden con
el estilo georgiano y victoriano que impera en el casco histórico,
aunque con innegable influencia francesa en su interior, es el hermoso
Palacio Astoreca de avenida O'Higgins 350, que ocupa toda la cara de la
cuadra Norte entre el Paseo Baquedano y calle Patricio Lynch.
Aunque
su estilo está lejos de ser exclusivo en una ciudad tan influida por la
arquitectura británica, hay varias características del Palacio Astoreca
que lo hacen único y sin parangón.
La
mansión de unos 1.300 metros cuadrados, es de madera de pino Oregón,
tabiquería de mortero y con grandes balcones corridos. Comenzó a ser
construida en 1903 por encargo del empresario de origen vasco Juan
Higinio Astoreca, acaudalado dueño de las salitreras tarapaqueñas La
Granja, Felisa, La Aurrera e Iris, y quien fuera padre de don Matías
Astoreca Granja, propietario y primer residente del palacio del mismo
nombre que existe en el Barrio República de Santiago, además de haber
tenido otros cuatro hijos.
El palacio hacia sus primeros años.
El mismo edificio en los años veinte.
Vista actual desde el Paseo Baquedano.
Los
planos de la casona quedaron encargados al arquitecto español Miguel
Retornano, de gran influencia en la arquitectura iquiqueña y autor
también del lujoso Casino Español de la Plaza Prat,
al que dediqué una entrada propia de texto hace poco. Algunas
referencias señalan que otro influyente personaje de la arquitectura
chilena, don Alberto Cruz Montt, podría haber participado también del
diseño o incluso haber sido el principal autor del proyecto.
Aunque
en algunas fuentes aparece señalada la terminación del palacio en 1904,
cosa que quizás coincida con su parcial ocupación, la conclusión
definitiva de la mansión tiene lugar recién hacia 1907 ó 1908 gracias a
su mencionado hijo Matías, aunque a la sazón el señor Juan Higinio
Astoreca había fallecido, por lo que nunca llegó a ver su querida
residencia terminada, tristemente.
Por esos mismos días, Francisco Javier Ovalle definía esta residencia o palacete como una de los mejores de la calle Baquedano, "bastante espaciosa y tiene el aspecto de los edificios monumentales aunque es toda de madera".
Ofrece características que son frecuentes de una fusión tarapaqueña
entre la arquitectura europea y la desarrollada en las salitreras
nortinas para los ricos industriales: con dos pisos y varias
habitaciones y salas (distribuidas en 15 del primer piso y 22 en el
segundo), se ingresa al bello edificio a través de un espacioso hall sobre
cuyo acceso al salón principal está coronado por una decoración sobre
una mampara cuyo diseño es de seis letras "A", alusivas al apellido del
propietario original.
El
piso del vestíbulo es de roble americano; el salón, a su vez, está
contorneado por las escalas dobles y pasillos del segundo piso; y el
zócalo, en tanto, es de madera de nogal. En el techo del salón se
encuentra un gran vitral central de estilo art nouveau, que permite la iluminación completa de este espacio.
Hacia
la década del veinte y sirviendo más o menos desde los días del Primer
Centenario como sede para la Intendencia Regional de Iquique (trasladada
desde lo que ahora es el Museo Regional), el edificio no era de los
tonos amarillentos apastelados de nuestros días, sino que lucía un color
celeste grisáceo con todas sus balaustras, balcones, columnas y su
artístico frontón alto con arco en amarillo ocre, al menos por algún
tiempo, según se aprecia en postales de 1925.
En
este período, el edificio institucional tuvo gran importancia frente a
ciertos procesos de agitación social, como servir de archivo a muchos
documentos que se relacionan con la Masacre de Santa María de Iquique
ocurrida antes, en 1907, o cuando las Ligas Patrióticas desfilaron
frente al mismo durante el año 1918.
La
mansión es pulcramente mantenida en todos sus cuartos y salones con
mobiliario y tapicería de la época, destacando los de estilo y estética
Luis XVI, decimonónico italiano, neorrenacentista francés y motivos
florales del art nouveau como
los que también se observan en la decoración de vitrales y en las
barandillas de escalas y pasillos superiores. Destacan en el complejo
tres salas ambientadas y a la vista del público, particularmente, con
sus propios paneles de información:
- El Comedor: con muebles tallados en nogal y de la época del 1880, en estilo neorrenacentista francés, más esculturas ornamentales, cubiertas de mármol y espejos. El piso es de fino parquet. El conjunto se compone de dos aparadores, un platero, una mesa central, sillón y unas 14 sillas tapizados en marroquí oscuro, claveteado y decoraciones en respaldos y asientos. Luce una lámpara colgante al centro de bronce labrado y pantalla de cristal coloreado, más un reloj en la pared tallado en nogal.
Vista del comedor de la mansión.
- La Salita de Juegos: era un pequeño y acogedor salón de la casa destinado a servir como sala de juegos y espacio para fumadores, compuesto por vitrinas, espejos, cristales y vitrales donde prevalecen las decoraciones florales y naturalistas de claro estilo art nouveau. Se observan bisagras y tiradores de bronce de la época del 1900-1910, también de origen francés. Aquí existe una lámpara de bronce labrado, con tulipas de cristal esmerilado de estilo imperio.
Vista de la salita de juegos.
- La Suite Principal: se conforma de un dormitorio, una sala de vestir y el baño. El dormitorio cuenta con un chaiselongue del período 1880-1900, vitrales de diseños florales de principios del siglo XX y un elegante mueble art nouveau con espejo. La sala de vestir, en cambio, ostenta dos muebles de estilo neo-Luis XVI con medallón central decorado al Vernis Martín francés de la segunda mitad del siglo XIX, más dos lunas o espejos biselados de estilo veneciano y butacas de nogal del período 1860-1880. En el baño se aprecia un lavatorio inglés de loza con decoración floral, adosado a un mueble de fierro también de estilo neo-Luis XVI, rodeado de azulejos art nouveau del 1900.
En
el Palacio Astoreca han sido dispuestas una colección de pintura y otra
de más de 1.200 variedades de caracolas marinas de distintas partes del
mundo. Además de servir como auténtico museo de época para los
turistas, se ha vuelto también un sitio con cartelera propia para
presentaciones y exposiciones, entre las que se destaca -por ejemplo-
una del pintor Roberto Matta, realizada durante julio del año 2009.
Como
he dicho al titular este artículo, entonces, se trata de un referente
sin comparaciones, aunque muy adecuado al paisaje cultural del Paseo
Baquedano y del propio casco histórico de la ciudad.
Así
pues, sin grandes esfuerzos ni sacrificios se puede conocer esta
maravilla y Monumento Histórico Nacional en perfecta conservación y
ambientación acorde a su tiempo, aspectos que siguen cautivando a sus
visitantes con el mismo esplendor que tenía en sus primeros días,
aquellos de la epopeya salitrera de Tarapacá.
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