EL PALACIO DE LOS BOMBEROS ANTOFAGASTINOS
Vista actual del edificio del cuartel.
Coordenadas: 23°38'51.23"S 70°23'45.65"W
En
Sucre 545, entre las calles Condell y Latorre a escasa distancia de la
Plaza Colón, se encuentra uno de los tesoros arquitectónicos más
importantes y conocidos de la ciudad de Antofagasta: el imponente y
palaciego Cuartel de la 1ª Compañía de Bomberos Bomba Antofagasta y
también de sede principal del Cuerpo General de Bomberos del puerto,
instituciones fundadas los días 4 y 5 de abril de 1875, respectivamente.
Fue
también entre las actuales calles Condell y Latorre, pero en lo que
ahora es el Paseo Prat por entonces calle Lamar, que tuvo lugar el
catastrófico incendio del día 2 de abril de 1875, drama que motivó la
rauda creación de un cuerpo de bomberos para Antofagasta con un
concurrido acto público organizado en el ex Teatro Nacional, que había
sido la primera sede de los voluntarios antes de trasladarse a un
terreno de calle Sucre adquirido al señor Jorge Bornett. Esta etapa
inicial de los bomberos antofagastinos está registrada por Ramiro Martos
en su obra "Cuerpo de Bomberos de Antofagasta", publicado en 1886.
Cabe
señalar que, poco antes de la fundación, se había extendido una campaña
municipal para recolectar fondos entre los vecinos, con el objeto de
reunir erogaciones "las cuales sirviesen para fundar en este pueblo
un Cuerpo de Bomberos análogo a los que existen en Chile y que seria el
primero con que contaría la República de Bolivia". Sin embargo, como
hace notar Oscar Bermúdez Viral en "Orígenes históricos de
Antofagasta", este plan fracasó y no fue sino hasta la tragedia de calle
Lamar que se pudo constituir un cuerpo de bomberos.
Edificio del cuartel, la residencia de estilo georgiano y el teatro, también hacia 1920.
Imagen del cuartel y del teatro, hacia la misma época.
Cerca
de 70 miembros de distintas nacionalidades y estratos sociales
conformaron esta primera generación de voluntarios. Su primer carro fue
un rudimentario porta-escalas de tiro a mano, con hachas, baldes y otras
herramientas. Uno de los primeros desafíos de este cuerpo fueron los
incendios ocurridos el 9 de mayo de 1877, a consecuencia del gran
terremoto. Como en aquellos años bajo control boliviano -en virtud de
los tratados de 1866 y 1874- la representación del país altiplánico se
reducía casi exclusivamente a personal militar y policial, la
administración directiva del cuerpo quedó en manos de la Policía
Nacional de Bolivia.
Al
viejo edificio le fue construida una fachada en 1882, ya con el
territorio reincorporado a la soberanía chilena desde inicios de la
Guerra del Pacífico. Tenía un portón de acceso con dos hojas y un escudo
al centro y encima, contando con un salón y sala de guardia interiores.
Ese mismo año adquieren un nuevo carro lanza-aguas, construido por la
Fundición Orchard, comenzando a mejorarse la implementación del
servicio.
Empero,
el espacio y la construcción misma eran bastante modestos e incómodos
por lo que, dos años después en una reunión de directores que debió
realizarse en la Aduana de Antofagasta justamente por estas mismas
restricciones, se propuso comprar terrenos adyacentes al cuartel y que
pertenecían a don Francisco Bascuñán, pero que iban a salir a remate
tras embargo. El encargado de la adquisición fue el Comandante Honorario
Don Anastasio Bello Orozco.
El
levantamiento y ampliación del siguiente edificio quedó a cargo del
arquitecto Santiago Shank, quien logra ganar con su propuesta de
reconstrucción de la fachada por la suma de 2.300 pesos. Los trabajados
se realizaron afanosamente hacia noviembre y diciembre de 1887, siendo
concluidos hacia fin de año.
Por
desgracia y singular ironía, sin embargo, un voraz incendio destruyó
gran parte de este edificio durante el año siguiente, obligando a nuevos
trabajos en los que se aprovechó de habilitar más salas y habitaciones
cerca del frontis.
La
historia del actual edificio allí emplazado comienza en 1904, cuando el
Cuerpo de Bomberos de Antofagasta elabora un proyecto para la
construcción de su propio cuartel general y sede de las Compañías 1ª a
4ª que ocupaban la propiedad. Una comisión especial presentó los planos
respectivos al Honorable Directorio General, poco después. Y en 1910,
año del Primer Centenario, la colonia italiana de Antofagasta donó a la
ciudad la pesada campana que se colocaría posteriormente en la cúpula de
la torre y que aún se encuentra en el cuartel. Tres años después, tras
un largo estudio y recolección presupuestaria, la construcción del
cuartel definitivo quedó a cargo de una comisión compuesta por Arturo
Magda, Antonio Luksic, Santiago McDonal’s y, como consultor técnico, el
Ingeniero Luis Ab-El-Kader.
De
esta manera, el actual cuartel fue inaugurado oficialmente el 5 de
abril de 1914, con un acto realizado en la Plaza Colón y una posterior
recepción en el entonces flamante edificio de calle Sucre, con presencia
de altas autoridades locales, consulares, dirigentes institucionales y
benefactores de la compañía, quedando el discurso de presentación a
cargo del entonces Vice-Superintendente del cuerpo, el Doctor Ismael
Larraín Mancheño, figura de alto valor en la historia médica chilena del
cambio de siglo.
El
verdadero palacio neoclásico es de grandes dimensiones y de los últimos
de su tipo que sobreviven en esta cuadra, alguna vez enseñoreada
también con el elegante Teatro Victoria (en algún momento llamado también Imperio), que se hallaba casi exactamente
vecino a la sede de los bomberos y que hoy está reemplazado por una
sosa construcción más moderna. Sólo los separaba una residencia de
estilo georgiano que tampoco se conserva ya, por desgracia, aunque fue
demolida en tiempos posteriores a los de la destrucción del teatro. El
cuartel fue uno de los primeros edificios construidos en Antofagasta en
el siglo XX, además.
La
elevada construcción roja de perfiles color crema es muy sólida, lo que
ha facilitado su mantención y buen estado: hormigón sobre bases de
vigas metálicas y relleno de concreto, madera, caña y revoque, además de
ornamentación exterior de albañilería. En cielo y pisos se empleó el
sistema de machihembrados de madera. Acusa influencia francesa y
romántica propia de su período, distinguible en la decoración y detalles
estilísticos.
Se
compone de un zócalo base con cinco vanos-accesos a la sala baja, tres
de ellos para paso vehicular con altos arcos de campanel y dos laterales
más estrechos, de entradas a pie y con arcos escarzanos. El segundo
nivel, separado por falsas cornisas y balcones abalaustrados del zócalo,
destaca por sus arcos con marco, rebajados y de medio punto, estos
últimos en pares. El tercer y cuarto nivel, separados por un contorno de
balcones enrejados, lo da la elevación de la torre central: el primero,
con un gran ventanal también en diseño escarzano, y el segundo con un
par de arcos de medio punto en cada cara. El remate está en una cúpula
en falsa mansarda de estilo parisino, con mirador superior y corona de
tímpano triangular sobre sus vanos principales, funcionando como quinto
nivel donde se encontraba la vieja campana italiana de emergencias, con
sus 500 kilos, cuyo sonido ahora es reemplazado por una potente sirena.
Esta
fachada es característica y casi icónica, todo un símbolo para la
institución. Sus líneas de arcos y pilastras fueron definidas por un
proyecto encargado en su época a la casa de arquitectos Carruthers, a un
costo cercano a los 40 mil pesos cubiertos por los propios voluntarios a
través de subvenciones, rifas y encuentros a beneficio, según leo en el
sitio oficial del Cuerpo de Bomberos de Antofagasta.
Interiormente,
el inmueble tiene la gran sala de vehículos en el primer piso, donde se
guardan los carros bombas, y se accede al segundo por una elegante
escala de madera que da directamente a las oficinas y salones. En la
actualidad, destacan allí especialmente el despacho del Director del
Cuerpo de Bomberos de Antofagasta, la Sala de Reuniones, el Casino de la
Compañía bautizado Gilberto Velasco Iglesias desde el año 2007, y el
Salón de Honor bautizado Capitán Manuel Olivera Jorquera, también el
2007, en honor al mártir de la Compañía fallecido trágicamente ese mismo
año. Aunque trataré de hacer alguna entrada a futuro sobre éste y otros
mártires de bomberos de Antofagasta, cabe señalar que Velasco no es el
único fallecido en servicio de la 1ª Compañía de Bomberos: también está
el caso de Carlos Oyarzún Cortés, en 1994.
La
importancia del edificio no era sólo como sede bomberil: también fue
lugar de grandes bailables bohemios, fiestas populares y encuentros
sociales, en especial su segundo piso, llegando a albergar tal cantidad
de gente que, en 1942, debieron reforzarse con vigas de acero las
estructuras del Salón de Honor, trabajo que quedó encargado al bombero
arquitecto Jorge Tarbuskovic Dulcic, con varias obras de importancia a
su haber curricular. Las vigas iban a ser compradas a la Compañía
Salitrera Tarapacá y Antofagasta, pero la firma finalmente las donó como
contribución al servicio del Cuerpo de Bomberos de la ciudad.
Por
Decreto Supremo N° 0340 del 1° de julio de 1992, el edificio del
Cuartel General de Bomberos de Antofagasta fue declarado Monumento
Histórico Nacional, en gran medida por muchos de los valores y
características que se han descrito en este texto y a pesar de que
problemas de financiamiento casi llevaron a la venta y destrucción del
inmueble en alguna oportunidad.
En
otro aspecto del edificio, hubo un tiempo en que se habló con
insistencia de apariciones fantasmales dentro del cuartel,
particularmente de un personaje que solía hacerse visible en las noches,
vistiendo un uniforme de la vieja usanza del siglo XIX. Los voluntarios
terminaron adoptando al pavoroso personaje con el que decían tener que
convivir en varias guardias nocturnas y que no hacía otra cosa que
caminar apaciblemente por el interior del edificio. Su alma en pena
pertenecería a un legendario voluntario que se suicidó dentro del
cuartel, según el mito.
En un sitio web leo también de la presencia de un denominado fantasma de pantalones blancos
allí en el edificio, además de ruidos misteriosos de máquinas de
escribir y campanazos espectrales sin origen identificable. El antiguo
uniforme era precisamente de camisa roja y pantalones blancos, como
solía aparecer este fantasma, según lo que se cuenta. En diciembre del
año 2003, además, habría ocurrido un intrigante suceso que revivió la
leyenda, cuando un camión dentro de la unidad avanzó casi 10 metros a
pesar de estar vacío y con el freno de mano activado, incluso realizando
una maniobra para eludir un obstáculo.
Acogiendo
héroes, mártires, historias y hasta fantasmas, entonces, el edificio
del Cuartel General de Bomberos de Antofagasta se erige como una de los
más importantes ejemplos arquitectónicos de la ciudad y de sus
principales atractivos patrimoniales.
Comentario recuperado desde el primer lugar de publicación de este artículo, en el sitio URBATORIVM:
ResponderEliminarMagnus1 de julio de 2020, 06:17
Me da pena el estado de ese edificio, incluso tiene sub-subdivisiones hechas con cero respeto a la línea arquitectónica. El sistema eléctrico está hecho de parches sobre parches, todos los pisos crujen...un truco es echar talco por las rendijas, pero son cosas relatívamente simples de corregir.
Por último instalen sensores de humo para detectar con rapidez si ocurre algo, es madera reseca, cuando empiece algún incendio, haciendo gala de su nivel de rendimiento, a los bomberos de Antofagasta se les quemarán hasta los carros. Lo único que quedará será la bandera antigua robada y entregada al Evo Morales.