Coordenadas: 29°54'2.78"S 71°15'11.08"W (antigua) / 29°54'7.24"S 71°14'48.03"W (actual)
Uno
de los escenarios urbanísticos más típicamente coloniales de La Serena,
es la ubicación del templo agustino justo al final de la calle Arturo
Prat, en calle Cienfuegos por la esquina vecina al complejo del Mercado
de La Recova en la ciudad. La percepción engaña, sin embargo, porque el
edificio es de reciente terminación, aunque respetando las líneas
originales del que allí existía.
Algunas
fuentes señalan que historia de este templo comienza en 1672, cuando se
construye el primer edificio de piedra calcárea que era del servicio de
la Orden de Jesús en la ciudad. Es por eso que figura en algunas guías
como la Iglesia de los Jesuitas. Sin embargo, hace muchos años
que Manuel Concha aclaró ya que dicha iglesia no corresponde exactamente
a la misma que tomarán después los agustinos, aunque esté en el mismo
lugar: la antigua capilla y el colegio de los jesuitas fueron destruidos
a fuego en 1680, por las tropelías del tristemente célebre pirata
Bartolomé Sharp.
El
posterior templo corresponde en realidad a una edificación de mediados
del siglo XVII, iniciada a partir de 1750 y con trabajos que se
extendieron por unos cinco años más. Se elevó sobre un terreno del viejo
claustro jesuita que, hacia 1678, tenía por su costado oriente una
acequia que era única en la ciudad, además de un molino propio y otros
establecimientos.
El templo antes de la última reconstrucción. Imagen tomada de Memoria Chilena.
Vista
del templo agustino desde calle Prat, al fondo de la vía. Imagen
histórica publicada en el foro "LA SERENA: Mirada al pasado en 465 años
de vida", de Skyscrapercity.
El
primer templo y los claustros para la Orden de San Agustín, aparecen
levantados con la llegada de estos sacerdotes a La Serena, por el año de
1595. Su sede era una capilla y más tarde un templo llamado Iglesia de
Nuestra Señora de la Consolación, ubicada al Nor-Oeste de la ciudad de
entonces, con modestos claustros y viviendas de paja.
Este
primer claustro agustino se encontraba hacia donde está ahora el inicio
de calle Brasil con Matta (esquina Norponiente) sobre levante del
terreno urbano, en un terreno comprado por Fray Pedro Torres unos seis
años después de la fundación de la ciudad, a don Bartolomé Morales y su
esposa Francisca Torres, pariente cercana del mismo cura agustino. La
transacción se acordó el 30 de agosto de 1555, siendo los testigos el
General Francisco de Aguirre y don Francisco de Riveros. De acuerdo a la
descripción que se hace en la escritura de venta, hecha por el
escribano Juan Bartolo Campusano, el terreno colindaba con las casas del
carpintero Juan Rodríguez, el solar del Capitán Marco Antonio Aguirre y
otro de Pedro Cisternas. El tronco de una vieja palma muerta señala actualmente la ex ubicación de aquella esquina en que estuvo en recinto.
Aunque
figura en planos de mediados del siglo XVIII, es probable que esta
iglesia también haya sido destruida en las incursiones de saqueo pirata
de 1680, pues los agustinos figuran intentando construir un templo en
los años posteriores e inaugurando precariamente el siguiente convento
poco más de diez años después. Sin embargo, este trabajo se hizo con
tanta dificultad y falta de financiamiento que, todavía en 1754, sus
murallones "no tenían cuatro varas de alto", según recopila Concha.
El
Subdelegado Pedro Antonio Fontecilla y Villela escribe al rey, en
informe del 24 de noviembre de 1755, la siguiente descripción sobre la
propiedad jesuita local, además de varias otras hacia el Norte de la
ciudad y en el valle de Elqui:
El
Colegio de la Compañía se encuentra perfectamente acabado; su fábrica
de teja, su iglesia adornada; su rector el padre Luis Camaño (o Camacho,
en otros documentos) mantiene once sujetos: escuela de niños, aula de
gramática...
La
aludida iglesia jesuita es la que estaba en el actual sitio de la
Iglesia de San Agustín, entonces, en Cienfuegos frente a Prat.
En
tanto, y según datos de Domingo Amunátegui Solar, aquel año el
Convento de San Agustín contaba con sólo cuatro religiosos, la iglesia en
ruinas (también desde 1680) y una renta de 250 pesos, quizás la más baja
de toda La Serena. Veremos que sólo a partir de 1768, dando por
imposible ya la consumación del trabajo de reconstrucción del viejo
templo, esta iglesia y los claustros que habían pertenecido los
jesuitas, serían traspasados a la Orden de San Agustín.
De
acuerdo a la descripción que hace Concha en 1871, para aquel entonces
de la antigua iglesia agustina original sólo quedaban unos cimientos y
una hermosa palma dentro de un solar. Después de desaparecer este
templo, y como ha sucedido en varios otros casos dentro de Chile, se
encontraron curiosos túneles subterráneos saliendo hacia secretos
lugares de la ciudad, desde la planta de los claustros. Hoy existen en
su lugar, edificaciones que aún imitan cierta estética colonial y
solariega, vecinos al Colegio Andrés Bello.
La
primera expulsión de los jesuitas sucede en agosto de 1767, por orden
del Gobernador Antonio Guill y Gonzaga cumpliendo la drástica decisión
del Emperador Carlos III. Como en todos los poblados indianos donde los
sacerdotes de San Ignacio eran queridos y respetados, la noticia fue un
triste episodio en la vida de la ciudad, y muchos fieles acompañaron a
la penosa caravana de desterrados hacia el lugar de zarpe.
El
período coincide con la paralización de las obras por parte de los
agustinos y la toma de posesión de los desalojados claustros e iglesia
de la Compañía de Jesús, al poco tiempo y con autorización de la Real
Audiencia. La entrega oficial fechada el 25 de abril de 1768, fue hecha
con participación del Prior Fray Manuel Girón y el Subdelegado Martín
Santos de L'alana, en cuya acta se lee la siguiente descripción del
lugar:
Primeramente,
la iglesia consta de un cañón de 47 varas de largo, 9 y cuarta de
ancho, y 9 y media de alto, todo de piedra labrada de sillería, con una
portada de lo mismo y torre correspondiente del mismo material.
El mismo documento establece a ítem consecutivo:
Se
le entregó el reloj que se halla en dicha torre el cual está corriente
con dos campanas una para las horas y otra para los cuartos, y tiene dos
esferas también corrientes una al poniente y otra al sur.
Seguidamente, se detalla que el templo tenía -entre otras cosas- dos capillas, un altar mayor "dorado
y esmaltado y pintado con cuatro efigies de santos" (Nuestra Señora de
los Remedios, San Francisco Javier, San Estanislao y San Ignacio de
Loyola), "seis rostros de santos con sus manos"
(San Ignacio, San Luis Gonzaga, San Francisco de Borja, San Juan
Evangelista, San Francisco de Regis y Santa Teresa) y las huertas con
arboledas, cocinas y otras instalaciones. La posesión efectiva se
ejecutó unos años después, sin embargo, en 1775.
Parte
de las condiciones del traspaso incluían que los agustinos continuaran
dedicándose a las enseñanzas que realizaba el colegio con la escuela
pública y la aula de gramática; pero, como fallaron a compromiso, el
Cabildo emitió una orden redactada por el Procurador Miguel de Aguirre,
obligándolos a impartir clases de filosofía y teología, tomando la tarea
Fray Manuel Magallanes. La orden vino junto con la exigencia de que
mantener ocho religiosos para el servicio de atención de la escuela y
dar clases de latín, tras una denuncia formulada por el Procurador
General Domingo Ribera y Peñafiel, en 1781. No obstante, algunos ítems
como las clases de latín pudieron ser cumplidas bastantes años después.
El
26 de julio de 1798, se produjo un gran azote de vientos huracanados
contra la ciudad. El temporal dejó grandes daños en el cuerpo superior
de la torre, en su "media naranja" donde estaba el reloj, obligando al
Procurador Miguel Riveros Aguirre a solicitar al Cabildo, un mes más
tarde, remediar la situación a la brevedad o de lo contrario "se perderá una alhaja que con dificultad podría reponerla la ciudad". La torre ya había sido debilitada por las lluvias del invierno anterior, además.
Respondiendo
a la petición y según los registros dejados por el Procurador Aguirre,
el Cabildo encargó la reconstrucción de la "media naranja" de la torre
al alarife Crisanto Guerra. Sin embargo, el presupuesto de 195 pesos
entregado por éste (la mayoría de los cuales iban al trabajo del
carpintero) le pareció excesivo al Cabildo, encargándole al año
siguiente el mismo trabajo pero por sólo 150 pesos a quien quisiera
tomarlo. El resultado de la licitación fue un último nivel de material
más ligero que perduró casi medio siglo en la cima de la torre.
En
1800, Magallanes fue nombrado Visitador del Convento, asumiendo de
inmediato el cargo. Según el cronista de la orden, Fray Víctor Maturana,
en aquellos días formaba parte de la escuela el sacerdote Joaquín
Gorriti y su colega Leando Baeza. En este escenario y con estas
actividades, sería sorprendida la ciudad y la orden agustina al comenzar
los sucesos de 1810 y la Guerra de la Independencia.
En
pleno período en que la lucha independentista se había trasladado a
Perú, el 7 de abril de 1821, en el solar del convento agustino, el
Director Supremo General Bernardo O'Higgins fundó el Instituto
Departamental de San Bartolomé de La Serena, cuyo primer rector fue Juan
Nicolás Varas. Es el antecedente del actual Liceo de Hombres de La
Serena.
En
1850, debió ser reemplazada la reparación de la torre que se había
ejecutado hacia el cambio de centuria. En su lugar se colocó una
estructura de madera de muy poco lucimiento, a partir de los planos del
arquitecto Juan Herbaje. Era una modesta y deficiente obra, con claros
problemas de proporciones y de simetría, que contrastaba con la
perfección y majestuosidad de su trabajo en la catedral de la misma
ciudad.
El
mencionado Instituto permaneció allí hasta 1868, cuando se cambia a
otro barrio. Una placa del Instituto de Conmemoración Histórica de Chile
recuerda desde 1996 su pasada presencia en la sede agustina, allí por
el exterior del edificio. Como dijimos, pasaría a ser después el Liceo
de Hombres Gregorio Cordovez y, como recuerdo de quien fuera uno de sus
históricos rectores, la calle lateral que fuera abierta haciendo borde a
la actual Recova y que funciona como una suerte de continuación de Prat
hacia el sector más alto de La Serena, fue llamada con el nombre del
profesor Pedro Cantournet.
A
la sazón, el templo tenía siete altares interiores y ofrecía un
estucado cuya apariencia imitaba a la del mármol. Una sólida bóveda
cubría la sacristía que había resistido varios temblores fuertes en la
región, la que desde el siglo anterior lucía un suelo enladrillado y
muros con piedra de sillería con tres puertas.
Terremotos
y grandes sismos ocurridos en 1796, 1819, 1822, 1849, 1851, 1859, 1876 y
1880 fueron acumulando daños en el edificio principal de la orden. Sin
embargo, un voraz incendio ocurrido hacia 1912, terminó por destruir
gran parte del mismo y del convento, justo cuando acababan de pasar por
un mejoramiento y restauración. Un nuevo terremoto con epicentro en
Copiapó golpeó el Norte Chico en 1918, además. Así, al avanzar el siglo
XX, la iglesia realmente fue quedando en triste estado a causa de los
sismos y las reparaciones que estaban pendientes desde hacía décadas.
Otro
fuerte terremoto ocurrido en Coquimbo, el 13 de marzo de 1975, produjo
grandes daños en la estructura y algunos sectores de la misma quedaron
casi en ruinas. A estas alturas, la iglesia había perdido mucho de sus
líneas originales luego de las grandes reparaciones que exigió el
incendio y el deterioro progresivo.
Aunque
muchas fuentes hablan de una "remodelación" iniciada en los años
ochenta, la verdad es que en la práctica debió ser reconstruida en gran
parte de lo que es ahora, a partir de 1985 y en distintas etapas de
trabajo, cuando eran los jefes religiosos provinciales los Padres
Clemente Farías y Pedro López. Para este enorme trabajo, sin embargo, se
pretendió ser fiel al aspecto de la iglesia original consiguiendo los
planos jesuitas del siglo XVII. Al año siguiente, además, se inauguró el
nuevo edificio del convento, con ingeniería antisísmica.
La
nueva-vieja iglesia fue terminada en su primera etapa el año 1990,
correspondiente más o menos a la mitad del actual recinto. Pudo ser
presentada entera durante los preparativos del aniversario 450° de la
fundación de La Serena en 1994. Sólo al año siguiente quedó totalmente
concluida, siendo vital la participación del arquitecto Pedro Broquedis
en esta formidable esfuerzo de reconstrucción.
La
actual Iglesia de San Agustín fue consagrada por el Arzobispo de La
Serena don José Cox Huneeus, el 18 de agosto de 1995, permitiendo
ponerla sin timidez entre los principales atractivos del turismo
cultural de la ciudad. Dicho sea de paso, fue una lástima de Huneeus
manchara este importante episodio y otros de especial significación en
su servicio en La Serena, con los gravísimos casos de abusos sexuales
que lo obligaron a apartarse del ejercicio pastoral y a huir a recluirse
en Alemania. El
nuevo es un edificio religioso que conserva la línea colonial, de
estilo barroco virreinal bajo influencia arquitectónica virreinal.
Criterios eclécticos le dejaron también un rasgo románico en su fachada
principal de arco, columnatas y falso frontispicio, mientras que la
torre del campanario siempre ubicada al frente y al costado derecho,
conserva más bien las señales del estilo colonial tardío. Los murallones
y la cantería decorativa son de rocas. La fachada es muy distinta, sin
embargo, a la que se conservaba de la reconstrucción anterior, perdiendo
esas influencias más neoclásicas que tenía en aquel siglo.
El
edificio mantiene tenuemente la huella de la planta en forma de cruz
que ostentó en el pasado. Interiormente, está compuesto de una nave
central y dos laterales de menor tamaño y longitud. Destacan las arcadas
de medio punto. Los pasos a las naves laterales aparecen al fondo,
flanqueando el camino al sencillo altar con tabernáculo y cruz del
calvario. Los vitrales con pasajes cristianos fueron hechos en 1995 por
los artistas María Inés Ramírez y Abraham Freifeld.
Al
costado y en un eje cruzado, está el acceso hacia las dependencias del
Convento Agustino, hecho con estilo solariego y dotado de dos agradables
patios: uno de jardines con fuente central y otro más grande con
árboles y arbustos varios. Todo el frente del antiguo convento que da
hacia el sector de Cienfuegos, está convertido en locales comerciales,
mientras que parte de los viejos terrenos traseros de la ex hacienda
ahora son un hotel con su estacionamiento de vehículos. Hacia el otro
lado, subiendo por Prat, está el vecino Liceo Carrera Pinto.
Ese
mismo año de 1995, en el pequeño atrio lateral que se forma
exteriormente entre los muros de la nave central y la nave menor
izquierda, se instaló un monumento conmemorando el IV Centenario de la
llegada de los agustinos a La Serena, conjunto del que pretendo hablar
más en alguna futura entrada de este blog.
Al
interior hay varios altares menores y cuadros de veneración que
incluyen -entre otros- a San Ezequiel Moreno, el abogado de los enfermos
de cáncer, y al célebre San Pancracio con su propia estatuilla. En la
nave derecha está, al fondo, el altar de la Virgen del Carmen. Al otro
lado, San Judas Tadeo y Santa Rita de Casia, abogada de lo imposible.
Hay misas todos los días en el templo y los fieles acuden a él con
regularidad, dándole una actividad interesante, adicional a su valor
patrimonial y cultural.
Comentarios
Publicar un comentario