RECUERDOS EPOPÉYICOS EN COPIAPÓ: EL MONUMENTO A LOS HÉROES DE ATACAMA
Inauguración
del monumento, en las Fiestas Patrias de 1885. Fuente imagen: Atacama
Viva - La Revista de la Región de Atacama (Atacamaviva.net)
Coordenadas: 27°21'44.39"S 70°20'28.91"W
Esta
obra conmemorativa es conocida de varias maneras: Monumento a los
Héroes de Atacama, Monumento de Batallón Atacama, Altar de los Héroes,
Monumento o Escultura de la Patria y Monumento a las Glorias de Atacama.
Es una de las obras históricas y escultóricas más reconocibles de la
ciudad de Copiapó, junto con las estatuas de mármol y la Fontana de la Minería en la Plaza Prat.
El
imponente trabajo conmemorativo se encuentra en la Alameda Manuel
Antonio Matta, cerca de la solemne estatua de este mismo personaje, por
ahí en el cruce con las calles Juan Martínez y Atacama, sector que reúne
varios atractivos turísticos locales, esculturas y ornamentación
urbana. Su homenaje, como es muy bien sabido, va dirigido a los héroes
de los hombres del Batallón "Atacama" de la Guerra del Pacífico
(1879-1884); jefes militares y soldados que tanta importancia tuvieron
durante aquella conflagración y que han sido de singular valor en la
identidad regional.
Como
se recordará, el Batallón "Atacama" fue fundado el 13 de mayo 1879, en
los inicios de la guerra, tomando por base al histórico Batallón Cívico
de Copiapó, integrado principalmente por mineros de la provincia y
herederos de las fuerzas reunidas en el pintoresco Ejército Revolucionario de los Constituyentes,
que de la mano de don Pedro León Gallo se alzara en 1858, llegando a
derrotar al Ejército de Chile en una batalla (Combate de Los Loros, La
Serena). Sus uniformes eran únicos dentro de la soldadesca chilena en
los desiertos de la guerra salitrera: tela negra, incluyendo el kepí,
por lo que fueron apodados "los curitas" entre sus camaradas de armas de otras unidades.
Aunque
en principio no parecía haber mucho entusiasmo de las autoridades por
integrar al "Atacama" directamente en las acciones de guerra, pues
fueron destinados a la reserva en Antofagasta, el arrojo demostrado por
los copiapinos convenció a los estrategas de dar roles protagónicos a
este ejército minero y evitar así que la unidad terminara disuelta o
asimilada por otra. Cuenta la tradición que el ilustre Ministro de
Guerra, don Rafael Sotomayor, quedó impresionado con los ejercicios y
despliegues de los atacameños ejecutados ante él, decidiendo así que
serían una de las primeras unidades enviadas a la Campaña de Tarapacá,
bajo el mando de su Coronel Juan Martínez, héroe caído después en
Miraflores en 1881. Así partieron al Norte, con sus particulares e
inconfundibles uniformes oscuros.
La figura de la Patria hecha por Blanco, derrumbada al pie del altar, tras un terremoto. Fuente imagen: MemoriaChilena.cl.
El
monumento en su primera posición y aspecto (mucho antes de ser
sustraída la espada de la figura principal), hacia 1910-1920. Fuente
imagen: Atacama Viva - La Revista de la Región de Atacama
(Atacamaviva.net).
Coronela
del Batallón "Atacama" N° 1, en el Museo Regional de Atacama.
Corresponde a una réplica con las medidas y telas precisas,
confeccionada por el personal femenino del museo y las esposas de los
oficiales del Regimiento N° 23 "Copiapó".
Monumento a los Héroes de Atacama en la Alameda Matta, a
poca distancia de la Cripta de los Héroes. Atrás, el polémico Arco
Triunfal de 2010.
A
lo largo de la guerra hubo otros efímeros grupos con el mismo nombre,
como una unidad llamada "Atacama" y el Batallón "Atacama" N° 2, creado
el 4 de enero de 1880 por orden gubernamental celebrando los desempeños
del original, que pasó a ser llamado "Atacama" N° 1. Sin embargo, al
poco tiempo ambos batallones, el N° 1 y N° 2, fueron fusionados en
agosto de 1880, dando origen al gallardo Regimiento de Infantería
"Atacama", que si bien fue retirado al año siguiente, perpetuó la
gloria, tradición e identidad del célebre e inolvidable batallón minero.
Más
allá de la mera adulación, el "Atacama" fue un grupo formidable, de
valor asombroso: participó en prácticamente toda la primera etapa de la
Guerra del 79, incluyendo Pisagua, Dolores, Tacna, Chorrillos y
Miraflores hasta la ocupación de Lima. En Chorrillos, por ejemplo,
perdió cerca de la mitad de sus hombres, sumados a la cantidad de bajas
que tuvo en todo aquel período. Sólo sobrevivirían 52 soldados de su
generación fundadora, los que terminado ya el conflicto, fueron
considerados verdaderos tesoros vivientes de la historia chilena, usando
distintivos especiales para exteriorizar su orgullo (como una letra "A"
en sus gorros, una cinta blanca en el brazo izquierdo e insignias
propias con su coronela, entre otros distintivos), que los reconocían y
distinguían con esta valiosa categoría. Y ya antes de finalizado el año
de 1879, la ciudadanía discutía sobre la posibilidad de erigirles un
monumento en Copiapó por su exitosa participación en Pisagua y Dolores,
pensándose en aquel entonces en un obelisco conmemorativo.
Estos
héroes regresaron a Copiapó el 25 de marzo de 1881: la ciudad los
esperaba con arcos triunfales y una apoteósica recepción que fue
preparada por una Comisión especial integrada por influyentes
personajes, como Santiago Toro Lorca,
Manuel Antonio Matta, Manuel Antonio Torreblanca, Luis Vicente
Larrahona, Olegario Olivares, Hilarión Marconi, Andrés S. Ossa, Lupercio
Rodríguez, Olegario Arancibia, José Pérez Herrera y Liborio Sierralta.
Fue un evento que causó enorme júbilo en la población atacameña, pero
tuvo también la carga de gran congoja, al verificarse que tantos de
aquellos hombres formadores del grupo original, ya no estaban.
Interesados
en homenajear tan valioso servicio del jubilado batallón, comenzó a
pensarse en la construcción de un definitivo monumento para ellos en
Copiapó. De acuerdo a información publicada por "Revista Atacama Viva" a
base de las investigaciones del historiador Vidal Naveas Droguett (30
de septiembre de 2015), el llamamiento comenzó con otra comisión de
hombres influyentes, muchos de ellos vinculados al anterior Comité de Recepción y también al radicalismo y a la pasada aventura constituyente: el Comité Pro-Monumento a Los Héroes de Atacama,
formado el 12 de marzo de 1882. A su vez, esta comisión tenía un comité
asesor especial, en el que se reunían aportes de intelectuales como
Diego Barros Arana, Ignacio Domeyko, el General Marcos Maturana, el
cirujano Ramón Allende Padín (abuelo del Presidente Salvador Allende) y
Miguel Luis Amunátegui.
Agrega
Naveas que personajes públicos, intelectuales, militares y comerciantes
habían acordado que la construcción del monumento partiría como una
idea propuesta por las damas de Atacama. Por esta razón, invitaron a la
reunión a las distinguidas señoras María Teresa Cuadros de Martínez
(esposa del Comandante General de Armas e Intendente de la Provincia de
Atacama, don Arístides Martínez), María Teresa Cuadros (hija de Teodosio
Cuadros, ex Intendente de La Serena), Manuela Goyenechea Julio de
Manterola (esposa de José Martín Manterola Paraná, comerciante dueño de
una botica en la calle Atacama), Carolina Ossa de Baz (esposa del Cónsul
Argentino en Copiapó, don Gervasio Baz) y Elba Tomlin de Caravantes
(esposa del ingeniero Anselmo Caravantes, ex Gobernador de Elqui y
experto fundidor metalúrgico, incluidas las famosas monedas obsidionales
constituyentes). Ellas conformarían el Directorio de las Señoras
Pro-Monumento a los Héroes de Atacama.
El
trabajo de diseño y la realización del monumento quedó en manos del
eximio escultor nacional don José Miguel Blanco (1839-1897), siendo
celebrado el contrato correspondiente el 8 de octubre de 1883, día del
aniversario del decisivo Combate de Angamos de 1879, curiosamente.
Naveas aclara, sin embargo, que la propuesta de Blanco fue recibida casi
a última hora por el Intendente Martínez, pasando así la obra a
responsabilidad del artista nacional justo en momentos en que ya iba a
ser encargada a Europa.
Su
propuesta consistía en un conjunto compuesto por una base de mármol con
medallones, placas y frisos de bronce, rematado por una alegoría
femenina de la Patria con la diadema de la Gloria, con la espada y los
laureles de la consagración de los héroes.
El
financiamiento para la obra sería reunido por erogaciones populares de
la Provincia de Atacama, colectas que permitieron disponer de 11.000
pesos para tal objetivo. El artista puso manos a la obra de inmediato,
viajando desde Santiago a Copiapó para ajustar los requerimientos.
Entregó su trabajo en 1884, tras casi dos años de labores. En ese mismo
período, además, Blanco recibe la Medalla de Oro de la Exposición
Nacional de 1884, por su conocida obra "El Tambor en Reposo", también de
carácter conmemorativo y militar.
El
conjunto conmemorativo de Copiapó fue inaugurado el 18 de septiembre de
1885, a las 14:30 horas, en la alameda de la actual Avenida Manuel
Antonio Matta, con presencia de autoridades regionales, civiles,
militares, empresarios mineros, trabajadores de la minería, veteranos y
la comunidad de la provincia.
A
la hora señalada y rumbo al lugar acordado, salió desde la
Municipalidad de Copiapó la comitiva compuesta por el Intendente y
Comandante General de Armas de Atacama, don Manuel Carrera Pinto
(hermano del héroe Ignacio Carrera Pinto y nieto de don José Miguel Carrera),
su Secretario José María Grove, el Primer Alcalde don José Ramón Rojas,
el 2° Alcalde Elías de la Cruz y el 3° Alcalde Samuel Mandiola, además
de personajes prominentes como el Juez Letrado don Luis Vicente
Larrahona, el Senador por Atacama don Joaquín Rodríguez Rosas, los
Diputados Abraham König y Enrique Mac-Iver, los Gobernadores y Alcaldes
de la Provincia, más integrantes del directorio de las Señoras
Pro-Monumento, del Cuerpo de Bomberos, de la Sociedad de Instrucción
Primaria, de la Sociedad de Artesanos, de la la Sociedad Musical, de la
Sociedad Italiana y una comitiva integrada por oficiales del Ejército.
Siguiendo
en los abundantes detalles que aporta el historiador Naveas, podemos
enterarnos que se escucharon en el acto oficial los patrióticos
discursos de los intelectuales Pedro Pablo Figueroa y Carlos María
Sayago, y la banda de guerra tocó "Adiós al Séptimo de Línea", himno
oficial del Regimiento Esmeralda Nº 7, cuyo autor es un músico
copiapino, precisamente: Gumersindo Ipinza González, que en la ocasión
dirigía la banda.
Describiendo
el monumento, podemos decir que la dama guerrera de unos 2 metros y
medio, identificada como La Patria o La Gloria, es la figura principal
del conjunto, en lo alto. Su mano con la corona de laureles se eleva a
unos 8 metros. La metalurgia de estos bronces quedó a cargo de la
Fundición Yungay (Yungai, en la ortografía de entonces), de
Santiago, que produjo las piezas ese mismo año de 1884 en que Blanco
concluyó la pieza escultórica principal. Originalmente, sin embargo, la
disposición inaugural del monumento la dejaba mirando hacia el Centro de
Copiapó por calle Atacama, pero veremos que después fue alterada esta
ubicación estratégica.
Su
base escalonada de mármol, en tanto, de unos 5 ó 6 metros y que al
parecer se ha ido volviendo más amarillenta con el correr de los años,
rinde homenaje a los hombres del "Atacama" con los nombres de oficiales y
soldados muertos en campaña inscritos en ella (se supone que estarían
todos allí), más 16 medallones con rostros de jefes militares fundidos
en la Escuela Nacional de Artes y Oficios, además de dos placas con
relieves conmemorando con escenas el Desembarco de Pisagua y la Batalla
de los Ángeles. Los cantos del pedestal escalonado son romos, y en sus
caras-primas lleva figuras ornamentales realzando el carácter neoclásico
del conjunto, representando en ellas alegorías menores de la Minería,
la Agricultura, el Comercio y la Guerra, hechas por la Casa Corbeaux.
El
material de bronce usado en el monumento, tiene una altísima
significación y un curioso simbolismo, por cierto: corresponden al metal
de cañones de guerra que habían sido usado en los campos de lid, y que
fueron traídos desde Perú al terminar el conflicto.
Antaño,
cuando la plaza de la Alameda estaba lejos de ser verde como hoy y tal
como solía suceder con muchos otros monumentos públicos, el pedestal
estaba rodeado por un cerco metálico de relativa altura y postes, para
desalentar aproximaciones imprudentes. Los homenajes y actos
conmemorativos relativos al "Atacama" y a la propia Guerra del Pacífico,
se realizaron desde entonces alrededor de este monumento, y los
veteranos del histórico regimiento fueron desapareciendo uno a uno en
estos encuentros, hasta no quedar más de ellos, recordados a perpetuidad
en el mismo.
No
todo fue néctares y emotividades para el monumento, sin embargo: según
parece, un terremoto (aún no tengo claro si el de 1918 o el de 1922) no
perdonó tampoco la obra de Blanco y arrojó al suelo a la pesada dama de
bronce, que en su caída destruyó parte de las rejas que rodeaban su
base. Esto obligó a restaurarla y devolverla a su lugar en la altura.
El
9 de septiembre de 1951, los Reservistas del Ejército residentes en
Copiapó agregaron una placa de mármol en la base de la obra, recordando a
los Héroes de Atacama. Tengo entendido que el monumento fue restaurado
por esos años y en otros períodos posteriores, pero claramente ha ido
siendo afectado por la vejez y el vandalismo. La espada de la figura
femenina, por ejemplo, ya no se observa: fue robada en los años 80, por
lo que hoy empuña un arma invisible, en los recuerdos de quienes la
conocieron así y en la imaginación de quienes adivinan su ausencia.
En
1978, en los preparativos para el Centenario de la Guerra del Pacífico,
se agregó al grupo de monumentos conmemorativos de la Alameda Matta la
llamada Cripta de los Héroes, cercana al monumento, aunque en tiempos
más recientes ha sido maltratada por vándalos y por la inundación de los
turbiones de hace dos años, que inundaron el sector más céntrico de
Copiapó. En 1987, en tanto, la posición del Monumento de los Héroes de
Atacama fue modificada, para dejarlo mirando hacia esta Cripta de los
Héroes.
Por
otro lado, como "los curitas"
regresaron a Copiapó desfilando bajo arcos triunfales y con los vítores
de toda la ciudad, este magno episodio se quiso recordar en 2010 con un
controvertido nuevo arco llamado "Honor y Gloria a los Héroes en la
Guerra y en la Paz", que la municipalidad instaló en el paso sobre calle
Juan Martínez, a metros del Monumento a los Héroes, pero que generó
polémicas por su materialidad ligera, por desajustes a normas
urbanísticas y por fallar a los protocolos sobre erección de monumentos.
No
es capricho aseverar, por todo lo descrito sobre la historia y símbolo
del monumento, que el homenaje en Copiapó a los héroes de Atacama es uno
de los más bellos, emotivos e importantes que hay en Chile con énfasis
epopéyico, y muy particularmente entre los relacionados con la Guerra
del 79 y sus verdaderos protagonistas.
Mensajes recuperados desde el lugar de primera publicación de este artículo, en el sitio URBATORIVM:
ResponderEliminarUnknown23 de febrero de 2019, 23:35
muy buen relato no imagine nunca que estuviera todo este material historico aqui a los que lo hicieron publico se les agradece por el valioso tiempo que le dieron a esta recopilacion de antecedentes
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Unknown6 de noviembre de 2021, 10:30
Excelente su presentación, estuve ahí el año pasado -dias antes de la pandemia- a conocer el cementerio municipal y este hermoso monumento. Gracias a su relato lo encuentro más significativo.
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