LOS DIAMANTES DEL COSMOS: EL MUSEO DEL METEORITO DE SAN PEDRO DE ATACAMA
Coordenadas: 22°54'28.9"S 68°12'06.0"W
Un
par de grandes domos geodésicos con un inmueble en calle Tocopilla 101
esquina Laskar, albergan al Museo del Meteorito de San Pedro de Atacama
en la Provincia de El Loa. Está a sólo tres cuadras de la turística
plaza central y su exposición ha sido certificada por organismos
internacionales (NASA, UCLA y CEREGE). También recibió el premio Travellers Choice
en 2014 y 2015, cuando la votación del público lo ubicó dentro de los
diez mejores museos chilenos. Como si esto no fuese suficiente, desde
2016 a la fecha ha recibido anualmente el Certificado de Excelencia de Tripadvisor.
Abierto
de martes a domingo y con una entrada de valor muy accesible, el museo
presenta al público su "Programa básico en San Pedro de Atacama" con
casi 80 meteoritos reales en la exposición y una interesante combinación
de paneles gráficos de información, pantallas digitales, audioguías y
guías presenciales en el circuito. Viene a ser uno de los lugares más
necesarios para las rutas de astroturismo que tanto se promueven en la
zona, además.
La
gran colección de meteoritos del museo, de la que está visible sólo una
parte, es el resultado de un largo proceso de búsqueda y recolección
iniciado hace más de 35 años, cuando Edmundo Martínez de los Ríos,
estudiante de la Universidad del Norte, organizó una expedición con su
hermano Rodrigo, estudiante de biología marina. Partieron en enero de
1983 buscando el cráter del meteorito llamado Imilac, que cayó
con sus 400 kilos en el desierto de la Región de Antofagasta y que fue
descrito por el naturalista Rodulfo A. Philippi tras su viaje por el
despoblado de Atacama, en 1856.
Siguiendo
las indicaciones del sabio germano, entonces, los Martínez localizaron
el cráter una legua al Sur-Este de la Aguada de Imilac que da nombre al
meteorito, de unos 15 metros de diámetro y unos tres o cuatro metros de
profundidad. Los expedicionarios lograron recuperar algunos fragmentos
del bólido extraordinariamente bello en su sección interior, de hierro
pedregoso tipo palasita. El trozo más grande del mismo, de 200 kilos,
había sido encontrado hacia 1877 y enviado al Museo Británico, donde
permaneció por largo tiempo.





















Los
hermanos Martínez continuaron buscando registros históricos de
meteoritos estrellados en la zona, valiéndose ahora de información
reunida entre 1865 y 1897 por el sabio Ignacio Domeyko y la expedición
de Lorenzo Sundt de 1883. Dieron así con el lugar de caída del meteorito
de Vaca Muerta en el mismo desierto, redescubierta por ellos 13 de
febrero de 1985. En esta expedición, además, los acompañaba su madre. El
cráter fue bautizado con el apellido de los hermanos y, dentro del
mismo, se halló un meteorito completo de 312 kilos, de tipo
mesosiderito.
Desde
entonces, no dieron tregua a la búsqueda se estas piezas y a la reunión
de una gran colección propia, recolectada en sus expediciones y en
canjes con coleccionistas extranjeros, especialmente cuando se trataba
de ejemplares chilenos que querían repatriar. Con cerca de 3.200 piezas
(sideritos, litosideritos, lititos), la colección llegará a ser
considerada la mayor reserva de meteoritos de Chile, complementada con
más de 4.000 imágenes de apoyo mostrando los hallazgos en terreno,
además de gráficos y multimedia.
Rodrigo
Martínez, por su parte, decidió perfeccionar su afición en el Centro
Nacional de Conservación Restauración y Museología de la Habana, Cuba,
tomando dos cursos de postgrado pertenecientes a la cátedra UNESCO sobre
conservación de los bienes culturales en América latina y el Caribe, en
2006, uno en museología y otro sobre corrosión y conservación de
metales. No tardó en volverse experto en el tema, por la misma razón.
Fue
así como se fundaría el entonces museo itinerante por Rodrigo Martínez
con su colección como base. Es inscrito como empresa de responsabilidad
limitada denominada Museo del Meteorito E.I.R.L ("Diario Oficial" del 12
de mayo de 2008), asumiendo como director de la institución.
Fue
tal el éxito y la convocatoria lograda por la muestra, que Martínez
decidió radicarlo en un lugar fijo, hasta donde llegara el público.
Coincidió también que, en mayo de 2011, descubrió otro meteorito de tipo
condrito, denominado Paposo-004, cerca del puerto del mismo nombre, cuyas características han concitado atención de la comunidad científica internacional.









La
primera ubicación del museo fue en el sector de La Herradura, en la
Avenida del Mar de Coquimbo. Se valió entonces de los mismos domos
modulares actuales, inaugurando el museo el 14 de enero de 2012, su
primera apertura de puertas.
Sin
embargo, las incursiones del director del museo por el desierto
atacameño, buscando cráteres y restos de bólidos, se habían vuelto
constantes a esas alturas, cubriendo muchos rincones del territorio
árido de Atacama. Había un compromiso personal con la Región de
Antofagasta, particularmente.
Así
las cosas, con grandes esfuerzos económicos personales, el 28 de agosto
de 2012 el museo llega a establecerse en San Pedro de Atacama, sentado
un lugar de estudio y divulgación cultural que ha sido escenario, a su
vez, de varias actividades científicas y de vínculos estrechos con la
comunidad astronómica asentada en estas comarcas. El terreno escogido
era de propiedad familiar y había pertenecido a sus abuelos, nacidos a
principios del siglo XX. Rodrigo recibió gran ayuda también de su esposa
e hija, en lo que fue esta puesta en marcha del museo, pues ellas
fueron las primeras guías del mismo.
Muchos
turistas de diferentes orígenes llegan a este lugar desde entonces,
fascinados con la belleza de algunas de las piezas, la calidad de la
información y la pulcritud de lo expuesto. Se hizo inevitable que
quedara incorporado a algunos programas de las varias agencias de
turismo del poblado. Y si bien se exhiben sólo 77 meteoritos allí, son
cerca de 6.000 piezas de diferente naturaleza las que alberga la actual
colección y sus complementos informativos. De hecho, más de 3.000
meteoritos quedaron guardados en una bodega subterránea en Coquimbo,
esperando su momento para llegar a las vitrinas.
A
la presentación del museo, además, siguieron las certificaciones de
organismos internacionales y de la participación de varios colaboradores
nacionales y extranjeros en el proyecto. También se implementó en él un
laboratorio de clasificación preliminar y análisis de meteoritos. Es
notable el trabajo educativo que se procura para los que llegan a la
exhibición, además.
Los
domos del museo son la presentación provisoria para las colecciones,
sin embargo, porque acá piensan en grande: planean la próxima
construcción de un gran edificio circular con cúpula al centro,
arquitectónicamente concebido bajo la inspiración de un cráter de
impacto, ocupando 882 metros cuadrados del terreno. Este museo incluirá
una recepción, un café, biblioteca, sala audiovisual, sala de
exposiciones y hasta una sala sensorial en donde se podrá tocar algunas
piezas, como sucede actualmente con las que están situadas al medio del
domo mayor.
Mensajes recuperados desde el lugar de primera publicación de este artículo, en el sitio URBATORIVM:
ResponderEliminargustavo collao 3 de septiembre de 2019, 10:27
Qué sólido trabajo de recolección de historia e información, presentación de muestras, fotografías nítidas y de un trabajo serio, profesional e ilustrativo. Mis felicitaciones a los hermanos Martínez y a todos los que han participado en esta obra nacional.
Unknown11 de septiembre de 2019, 21:19
Criss Gracias por tan linda descripción de nuestro museo
Rodrigo Martinez